Las naves de Gamazo inician su cuenta atrás

Fondos de su Colección de Arte Contemporáneo, integrada por más de 1.200 obras, formarán parte de la muestra permanente en un espacio expositivo de unos seiscientos metros cuadrados repartidos en una doble sala interconectada que acogerá muestras temporales como la destinada a la apertura del pintor Eduardo Arroyo. Los trabajos de intervención en las naves de Gamazo comenzaron hace apenas quince días con labores de desmonte y movimientos de tierras. Una primera fase destinada a sanear la edificación, derribar añadidos y liberar espacios, aunque el proyecto no requerirá una gran modificación del inmueble calificado de interés histórico artístico y destacado desde el punto de vista simbólico. El equipo de arquitectos de Eduardo Fernández-Abascal/Floren Muruzábal, que ganó el concurso de Fomento, hace poco más de un año, para la redacción del proyecto y la dirección de las obras ha confirmado que la rehabilitación del espacio portuario estará concluida en verano de 2020. El proyecto, que dinamizará y ampliará la oferta cultural «con una de las mejores colecciones de arte contemporáneo del país», licitó este año las obras por valor de 1,79 millones y con un plazo de ejecución de 12 meses.

La llegada de la colección de la Fundación Enaire a Gamazo propicia además las bases para una futura intervención urbana de más amplio calado en el entorno del Palacio de Festivales, la duna de Zaera y la caseta de Bombas, edificación con la que las Naves comparten semejanzas constructivas , formales y estructurales.

Las dos naves suman unos 1.000 metros cuadrados (unos 600 útiles para exposición, según el estudio) preservando los valores de su construcción histórica y adaptando el espacio al nuevo uso cultural y expositivo, «versátil, moderno y sostenible».

La base del proyecto contempla la unificación de ambos espacios, recuperando la fisonomía y estructura originales de la primera, construida en 1908, en paralelo a la renovación y modernización de la más reciente, de 1950. En esta primera fase, tal como demuestran las imágenes adjuntas, se liberan las cerchas y muros dentro de un proyecto que no prevé grandes modificaciones del inmueble, que conserva el volumen y la forma de las naves con pequeñas intervenciones. Se libera el espacio de la nave sur, la más antigua, en la que se crea un espacio expositivo, neutro y flexible, pautado por la estructura existente y con una cubierta unitaria que proporciona una luz difusa, lo que creará una atmósfera de museo.

El proyecto procederá a cerrar unos huecos ya existentes y abrir otros. El cierre incrementará los paramentos en los que se dispondrán las obras de la Fundación. En lo que se refiere a la apertura son cinco los nuevos huecos. Dos interiores, que articulan los espacios y tres exteriores, de la misma dimensión: el que define el acceso bajo una marquesina, otro en la sala mayor, en la fachada sur abierto a la bahía y otro en el hastial este, en la sala menor, con vistas a la bocana.

La propuesta se extiende al exterior definiendo un espacio de acceso con la marquesina, el muro existente, que se cubre de vegetación y flores y el distintivo de la Fundación Enaire. Frente a la nave se crea una pequeña plazoleta, que se suma a los espacios de ocio del entorno, pavimentada con losas de piedra caliza de Escobedo, de la misma cantera que el cierre del dique. Asimismo, se prevé un banco lineal, próximo a la fachada, orientado al sur y con vistas a la Bahía y Peñacabarga. La piedra se interrumpe para crear dos parterres de arbustos, donde se podrán disponer esculturas de la colección, que en un futuro se podrían extender por el área de Gamazo.

El estudio de Fernández-Abascal siempre ha hecho hincapié en que el reto es conseguir el equilibrio entre la conservación y valoración de las naves, con su citada singularidad, y la creación del espacio expositivo adecuado para las obras de la Fundación y exposiciones temporales. En este sentido, el equipo de la rehabilitación, que se completa con la firma GFA2, contará con la experimentada colaboración de la museóloga María José Salazar, comisaria de la nueva muestra de Millares y su obra sobre papel en el Centro Botín. En fases posteriores las naves serán sometidas a trabajos de instalaciones técnicas complejas pero todas ellas interiores y apenas visibles.

Eduardo Fernández-Abascal recuerda que las naves son el resultado de la suma de dos proyectos: el del ingeniero Jesús Grinda que construye a principios el siglo XX la nave que da frente a la calle y la reforma/ampliación de los años cincuenta, que adosa la nave posterior y reforma la anterior para dotarla de una unidad estilística de aire neoherreriano. La intervención actual se sumará «como un estrato más» con pequeñas alteraciones en el exterior: la citada marquesina y los nuevos huecos para evidenciar el acceso y establecer relaciones de los espacios expositivos con el sur de la bahía y la bocana. En su aspecto final las naves mantendrán los enjabelgados blancos que uniformizan todos los materiales.

El acuerdo que la Enaire firmó con la Autoridad Portuaria de Santander en octubre de 2017 se plasmó en un contrato de cesión por el que la Fundación dispondrá de los edificios por un plazo de 20 años (prorrogable hasta un máximo de 50 años) para utilizarlos como sala de exposiciones.