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«Hace veinte años, tenía a quince o veinte personas en la puerta del negocio esperando para encontrar trabajo. Ahora tengo a quince o veinte empresarios para ver si se me va un camarero o un cocinero». Es la descripción 'gráfica' que hace Javier Bedia ... del problema de la falta de personal en el sector. El presidente de los hosteleros cántabros es el que pone dimensión al asunto: «No menos de un 90% de los negocios necesita personal». Esto enlaza con una cifra aproximada que dieron desde este colectivo en el verano de 2021 -cuando era presidente Ángel Cuevas-. Que para ese periodo hacían falta unos 3.000 trabajadores (camareros, ayudantes de cocina, cocineros...). ¿Es el mayor problema de la hostelería para esta campaña? Jesús Blanco, de la Asociación de Turismo Rural, cree que sí. Bedia lo comparte, aunque añade como «gran problema» -y van de la mano- la caída de la rentabilidad de los negocios.
Un empresario con cinco negocios que ahora mismo tiene cuatro cerrados por falta de personal -sólo él busca cuarenta trabajadores-, otro con una ampliación de locales parada hasta que encuentre trabajadores, hoteles que cierran la cafetería por las tardes porque no pueden atenderla, fórmulas para concentrar a la plantilla únicamente en las horas clave de facturación... El informe de 'Perfiles más demandados de 2023' que acaba de publicar Adecco concluye que Cantabria precisa «con urgencia» camareros -y también conductores de camión y operarios industriales (fresadores y torneros, principalmente)-.
El asunto viene de lejos, y se ha agudizado tras la pandemia. Los hosteleros dicen que no encuentran trabajadores y los sindicatos, que deben mejorar las condiciones: sueldos, duración de las jornadas... Convenio. «El debate sueldo y convenio está superado. Seguro que hay garbanzos negros, pero con tal demanda de profesionales...», explica Bedia. Es decir, si no se cumplen las condiciones en un lado, les reclamarán en otro. «Hay gente esperando a que se te marche alguien y eso no permite que paguemos mal». A su juicio, cuando se habla ahora de la «dureza» de la hostelería es en «un único sentido». «Trabajamos cuando el resto de la gente se divierte, y eso es una faena», admite.
Y todo, insiste, sin hablar «de gente preparada y formada». «El sector ha sido un cajón de sastre. Gente que tenía una ocupación y ponía como segunda opción la hostelería sin tener experiencia ni formación. Ahí se ha dado una sensación de que vale cualquiera, y no es así».
En este sentido, Jesús Blanco saca a relucir la bolsa de empleo que han puesto en marcha junto a Ribatur -en Ribamontán al Mar-. Este lunes empiezan una formación básica para camareros de piso y barra con unas setenta personas.
Felipe Santillana, del Hotel Juan de la Cosa de Santoña, ve que el problema a la hora de buscar personal va más allá de las «condiciones económicas o de horas» que ofrecen los establecimientos del sector. Al menos eso es lo que percibe en las diferentes entrevistas que ha mantenido para intentar cubrir algunas de las vacantes que tiene en su negocio:«Lo que más les echa para atrás es que el turno es partido», explica. Es decir, que, por las exigencias del sector, toca trabajar por la mañana y por la tarde para atender los turnos de comidas y de cenas de los clientes. Y esas son las dudas que le trasladan quienes presentan su curriculum. Eso y que, la temporada alta para estos negocios es siempre en plenas vacaciones, por lo que son un sector que «trabaja cuando la gente descansa», añade. Actualmente, en su caso concreto, en cocina cuentan con seis empleados, pero «necesitaría otras dos personas» para cubrir las necesidades del servicio. Aunque así pueden organizarse, al menos de momento, y tampoco les queda otra opción. Eso en lo que se refiere a un ámbito, no obstante, el problema no se reduce a camareros y cocineros, también a otros perfiles. Otro ejemplo. En el hotel llevan «más de un año buscando a una persona de mantenimiento que trabaje de lunes a viernes, 40 horas y según convenio», comenta Santillana. Pero no hay manera de localizar a alguien que acepte. Y en ese camino de búsqueda se han topado con varias situaciones. Por un lado, personas que envían su currículum –con lo que parece que están interesadas–, pero que luego no se presentan a la entrevista. Por otro, candidatos que buscan trabajo mientras están cobrando una ayuda y piden al encargado trabajar sin estar dado de alta. Eso se traduce en que están «constantemente con el agua al cuello», resume. ¿Y cómo se organizan con la falta de personal?«Es complicado», responde. Al final cubren los huecos con «gente de la casa». Es decir, familiares que terminan haciendo las veces de «parche» porque sin esa ayuda sería «imposible» atender la demanda.
Antes enfocaban la contratación de personal por temporadas. Es decir, en marzo o abril tocaba completar la plantilla de trabajadores de cara a Semana Santa y después, llegaba el momento de pensar en el verano. Una forma de organizarse que ya no es posible porque «está siendo difícil encontrar personal de unos años para aquí», reconoce Eneko Valle, responsable del Camping Somoparque. «Si hubiera personal suficiente, sí puedes ir ajustándote», pero cada vez resulta más complicado cubrir las vacantes y empiezan antes para no pillarse los dedos, porque esperar demasiado para colgar las ofertas puede suponer terminar la temporada estival sin haber conseguido contratar a nadie:«El año pasado estuvimos hasta mediados de agosto buscando gente», añade. Un problema que se extiende a todos los puestos profesionales, desde camareros y ayudantes de cocina hasta el servicio de limpieza o de mantenimiento.
Es más, se trata de un problema que les obligó a retrasar la apertura de sus instalaciones este mismo año, que ya están disponibles. Eso sí, arrancan con varios huecos libres:«Nos faltan un ayudante de cocina y dos camareros», resume Valle. Pero por ahora se apañan con los empleados que tienen. Al menos para atender la demanda de Semana Santa. «Estamos bien, pero trabajando nosotros», explica. Es decir, seguramente a él mismo le toque llenar algún hueco además de ocupar el papel de encargado.
El problema no es nuevo y tampoco las reacciones. Porque cuando la hostelería habla de la dificultad para encontrar trabajadores, también comienza el debate que pone en duda las condiciones que ofrecen.En este caso (como en todos los consultados por este periódico) la respuesta es sencilla y directa: son las que establece el convenio de Hostelería. En concreto,«el salario que está marcado por 40 horas semanales y librar dos días». Y, por supuesto, todas «las horas que se trabajan de más, se pagan», subraya el responsable del Camping Somoparque, que también es el presidente de la Asociación de Empresarios de Campings de Cantabria.
Entre los restaurantes con los que cuenta el Grupo Irons repartidos por Cantabria, hay algunos cerrados que «me gustaría tener ya abiertos», reconoce David Vidal de la Peña, pero resulta imposible porque «no aparece nadie que quiera trabajar». Y sin plantilla no puede echar a andar. Así que algunos locales tienen la persiana bajada cuando, en otras circunstancias, estarían ultimando sus preparativos de cara al mes de abril. En otros casos ocurre que se ven obligados a quedarse cerrados cuando llegan las jornadas de descanso de los empleados«porque no encuentro gente para cubrir esos turnos», añade. Les ocurre lo mismo algunas tardes. Y es que tienen el personal justo y, al menos por ahora, no parece que vayan a poder ampliar el número de trabajadores. Su análisis de la situación coincide en varios aspectos con lo que han explicado otros profesionales del sector. Primero, cuando se publica la oferta de trabajo, las respuestas son escasas. Después, se topan con gente que ni siquiera se presenta a la entrevista y, por último, entre quienes acuden a la cita, hay gente «que te pide que no le des de alta», explica Vidal de la Peña. A ese factor se suma las complicaciones para encontrar empleados que acepten trabajar a jornada partida. «Te dicen que sólo pueden por la mañana por diferentes motivos».
Así que la sensación generalizada es que la gente «no está dispuesta a trabajar ni así ni los fines de semana». Por lo que la lista de opciones se reduce a la mínima expresión. A este punto se añade otro: las bajas acumuladas y las vacaciones. En el Grupo Irons, sobre todo, están encontrando problemas a la hora de buscar cocineros y camareros. En el caso de los primeros «puede ser algo más sencillo», admite Vidal de la Peña, pero el personal del segundo grupo «es imposible».
Entre una cosa y otra, el panorama es cada vez más desolador. La situación no parece encontrar solución y «estoy bastante desanimado», reconoce el profesional.Por eso ya se ha planteado la opción de «cerrar restaurantes de forma permanente». En este caso, «sacrificar» los establecimientos que sean más pequeños y centrar el personal y los esfuerzos en los que tienen más volumen para intentar capear el temporal. No obstante, si el problema se prolonga y no consigue el objetivo, también llegaría a plantearse dejar el sector. Pero por ahora toca trabajar y confiar en las cifras que deje la Semana Santa.
Ante las dificultades para cubrir los puestos, los establecimientos han empezado a reducir los requisitos y, a estas alturas, «ya no pido ni que sepan» o tengan experiencia, «les enseño yo», explica Felipe Santillana del Hotel Juan de la Cosa, en Santoña. Intentan adaptarse al perfil de quienes responden a la oferta y son los propios locales los que se encargan de formar a los candidatos. El requisito más importante es «que tengan ganas». Querer trabajar pesa más que el recorrido profesional en el sector. Aún así es «complicado», insiste Eneko Valle, responsable del Camping Somoparque. El encargado explica lo mismo, son ellos los que dan la formación, ya ni la piden. Les vale con haya interés y se esfuercen por aprender.
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