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Dejó su cargo hace algunas semanas en la Comunidad de Madrid –viceconsejero de Salud Pública y responsable de la estrategia covid– para ocupar un sitio en la estructura de Génova. Un fichaje de Alberto Núñez Feijóo para el PP con permiso de Isabel Díaz ... Ayuso. «Antonio Zapatero, el hombre de Feijóo para resetear el sistema sanitario», tituló unos días después el ABC, que definía al médico como «el gurú madrileño de la lucha contra la pandemia». Dejaba su puesto en Madrid, indicaban en aquel texto, «para diseñar una nueva sanidad pública» para un hipotético gobierno de Feijóo. Pues bien, a Antonio Zapatero Gaviria (Madrid, 1958), por vínculos, se le puede definir como cántabro. En concreto, de Castro Urdiales.
Zapatero pertenece a una estirpe de médicos castreños que se remonta varias generaciones atrás. Desde su bisabuelo, pasando por su abuelo Julio –que murió luchando contra una epidemia de cólera–, y por su padre, que también ejerció allí. Es también sobrino de José Zapatero Domínguez, otro insigne médico, brillante especialista en pulmón y corazón, que hoy da nombre a uno de los institutos de secundaria de la localidad cántabra. Todo eso se apuntaba en un artículo de este periódico de marzo de 2020, justo cuando se puso al mando del hospital Ifema –lo que le sacó del anonimato–, creado a la carrera para luchar contra el covid. «El gen castreño lo llevo ahí», decía entonces a El Diario además de relatar que seguía muy vinculado a la región.
«Mi madre, Milagros, y mi hermana pequeña, Nati, viven en Puente Arce, pero también van a Castro en verano. Las raíces de mi familia están en Castro, donde pasé los primeros días de vida y no he faltado ningún verano», comentaba con algo más de calma y tomándose un respiro en el mes de julio de ese mismo año. «Mi padre –proseguía en esa entrevista– era muy castreño, llevaba fatal el calor de Madrid, y tenía un bote de 1890 que se llama 'Von' y todo el mundo en Castro lo conoce. Mi hermano y yo 'zingamos' con él, nuestro padre nos lo enseñó cuando éramos pequeños y también nos enseñó a remar. En cuanto a mi abuelo, los marineros de Castro le adoraban. Estaba muy implicado con ellos y se murió allí, se contagió en plena epidemia del cólera en el año 1947. Los marineros estuvieron tres días sin salir a pescar como homenaje a mi abuelo por el afecto que le tenían. Además, mi padre y mi tío trabajaron en el sanatorio antituberculoso de Madrid y por allí pasaron también muchos castreños; uno de ellos fue el famoso director de orquesta Ataúlfo Argenta, gran amigo de mi padre. Iba a ser mi padrino, pero falleció antes de que naciera».
De hecho, a este doctor apasionado por el tenis, que entró en Medicina y Cirugía de la Complutense y salió de allí con el premio extraordinario de Licenciatura, en Castro Urdiales le conocían de chaval como «el nieto de don Julio».
Zapatero, que además de su paso por Ifema y por los distintos cargos en la Comunidad de Madrid, tiene en su hoja de servicios puestos como el de jefe del Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario de Fuenlabrada, profesor titular en la Rey Juan Carlos o presidente de la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas, llega ahora al PP con la idea de «resetear el sistema». Su puesto es el de vicesecretario de Asistencia Sanitaria y Salud Pública del partido.
Salud mental, listas de espera o cuidados paliativos, señalaba el diario ABC en el texto, son las debilidades que están en su mente en el diagnóstico del modelo. Y, sobre todo, cuidar a la 'infantería': «Si hemos salido de esto es por el recurso humano sanitario. O lo cuidamos o no estaremos bien provistos para la próxima batalla».
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