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«No he tenido ningún síntoma, absolutamente nada. El día que te pinchan la primera vez estás pendiente por si la vacuna produce hinchazón o rojez, pero yo nunca supe ni dónde me habían pinchado. Estoy perfectísimamente». Así cuenta uno de los cuarenta participantes en el ensayo de la vacuna del coronavirus ... de la farmacéutica Janssen que se está llevando a cabo en Valdecilla su experiencia. Esa normalidad y la total ausencia de efectos adversos son la tónica entre todos los voluntarios con los que ha contactado este periódico.
Cumplidas ya más de dos semanas desde que comenzó a administrarse la vacuna, siguen bajo seguimiento. Durante los siete días posteriores al pinchazo el control fue más estricto. «Nos entregaron una agenda para anotar una serie de ítems, por ejemplo si aparecían dolores musculares o de cabeza, y señalabas sí o no. Y también había que tomarse la temperatura todos los días». Pasado este tiempo, fueron citados nuevamente en Valdecilla para entregar ese diario y someterse a un examen médico rutinario. Se supone que es en esos primeros momentos cuando puede aparecer algún tipo de reacción alérgica. «No he tenido ninguna reacción, cero -explica otro participante-. Ni siquiera se me ha inflamado el pinchazo. Quizás ha habido alguna fluctuación de temperatura, un grado arriba o abajo, pero sin fiebre».
Los voluntarios han continuado llevando la cuenta de su estado. «Ahora tenemos otra especie de diario más amplio, pero ya no exige un seguimiento diario: solo hay que realizar anotaciones en el caso de que tenga algún síntoma de lo que sea, cualquier problema de salud, y también debo indicar si tomo alguna medicación».
Algunos de los participantes han sido objeto de un segundo chequeo, este más exhaustivo, que incluye la toma de muestras de sangre, probablemente para que los responsables del estudio comprueben si su organismo comienza a producir anticuerpos en respuesta a la vacuna.
No todos los voluntarios seguirán la misma pauta, pero el calendario general del ensayo contempla, a grandes rasgos, que vuelvan a ser citados para una segunda inyección uno o dos meses después de haber recibido la primera, y tres o cuatro después se les administrará la siguiente. Su seguimiento, y el ensayo, concluirán en, aproximadamente, año y medio.
Los motivos que les han llevado a participar en las pruebas son bastante similares. «Quizás sea por ayudar a buscar soluciones, por solidaridad, por compromiso social... porque alguien tiene que hacerlo», dice uno de ellos.
«Me apunté un poco por ayudar, y también porque no tengo una sensación de peligro ni nada, aunque sé que me estoy poniendo en riesgo, porque me lo han dicho y lo he firmado. Se trata de ser útil y colaborar un poquitín», indica un segundo voluntario.
Un tercer participante coincide en su reflexión: «Sigo pensando lo mismo que cuando me apunté: creo que es una forma de ayudar a mucha gente y tengo confianza en que ayude a solucionar este problema».
Desde la Unidad de Ensayos Clínicos de Valdecilla no ha vuelto a proporcionarse nueva información, salvo que siguen desarrollando el experimento «sin novedad». El hospital cántabro, junto a los madrileños de La Princesa y La Paz, es uno de los centros elegidos para efectuar los ensayos de la fase dos de esta vacuna en España, que simultáneamente se llevan a cabo también en Holanda y Alemania, sobre un total de medio millar de personas.
En una situación normal, la fase tres -a realizar sobre un número de individuos diez veces mayor-, daría comienzo una vez concluida la actual y tendría una duración aproximada de un año, con lo que, si no hubiese otros contratiempos, la vacuna de la farmacéutica Janssen podría estar lista para 2023.
Pero la situación de emergencia sanitaria mundial está obligando a acortar plazos y solapar fases para tener la vacuna disponible cuanto antes. Ese es el motivo de que Janssen haya iniciado ya esa tercera fase en Estados Unidos cuando la segunda prácticamente acaba de comenzar en Europa. Se calcula que harán falta 60.000 voluntarios para completar este nuevo nivel del estudio, que correrá a cargo de más de doscientos organismos de investigación clínica, tanto de EE UU como de otros países. Si en la segunda fase se pretende comprobar cuántas dosis de vacuna son necesarias y en qué concentración, la tercera determinará si es suficiente una sola inyección.
La necesidad de contar cuanto antes con una vacuna contra el covid 19 se ha traducido en una carrera mundial por conseguir el remedio, y esas prisas a menudo generan confusión. Hace solo unos días el presidente francés, Emmanuel Macron, advertía a sus conciudadanos de la necesidad de aprender a convivir con el coronavirus, un problema que va para largo: según dijo, quienes anuncian que habrá vacuna esta primavera «están mintiendo». Quizás pueda pedir ayuda a España, que dispondrá, no de una, sino de dos vacunas, en diciembre, según aseguró su homólogo, Pedro Sánchez.
Mientras, Pfizer anuncia en EE UU que su vacuna puede estar lista a finales de mes; y Moderna tiene casi a punto la suya. En Rusia, si se confía en los medios oficiales, la Sputnik V ha sido probada con éxito en 5.000 ciudadanos, aunque no se somete a los mismos controles que las demás. En cuanto a la vacuna de AstraZeneca, la más adelantada en Europa, se habla de un segundo caso de mielitis transversa entre los voluntarios.
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