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«Un niño que solo es feliz confinado, es que solo se siente protegido en casa»

«Un niño que solo es feliz confinado, es que solo se siente protegido en casa»

Cantabria ·

El Día Internacional contra el Acoso Escolar pone énfasis en dar mayor visibilidad a un fenómeno que no para, aún en el estado de alarma

Sheila Izquierdo

Santander

Lunes, 4 de mayo 2020, 07:09

Que las aulas estén cerradas no impide que el bullying siga disparando sus aguijones contra las víctimas. Las redes sociales sobredimensionan la violencia verbal contra quienes acaban siendo presas también de su propio miedo. Y todo empieza por un insulto. Un asunto serio, complejo y delicado que el pasado sábado, coincidiendo con el Día Internacional contra el Acoso Escolar, puso el énfasis en dar mayor visibilidad a este fenómeno que tampoco descansa durante el estado de alarma. Mientras asociaciones advierten de la detección de nuevos posibles casos, los psicólogos reivindican que se resuelva la asignatura pendiente: actuar frente a las primeras señales, «antes de que la situación se vuelva extrema».

«Que un niño solamente se sienta feliz confinado en casa, significa que solamente se siente seguro y protegido en el entorno familiar». La presidenta de la Asociación Tolerancia Cero al Bullying, Lourdes Verdeja, tiene claro que la combinación entre confinamiento y acoso escolar está sacando a relucir señales que pueden servir de advertencia ante un posible nuevo caso de acoso escolar. De hecho, asegura que durante el estado de alarma, ha recibido la petición de ayuda de cuatro familias que finalmente han optado por no denunciar.

«Mi hija ahora está de maravilla», comenta la madre de una niña de 13 años que prefiere mantenerse en el anonimato y que tampoco tuvo que llegar al extremo de poner el asunto en manos de la autoridad judicial. En su caso, los insultos a la menor empezaron hace años, primero por los pasillos y, luego, a través de redes sociales. «A mi hija la cambió el carácter de manera radical. Ahí noté que algo pasaba y decidí pasarme por los recreos a observar. Hablé con el centro y respondió muy bien. Desde entonces, ya no la molestan. Pero mi hija no quiere volver al centro. Tiene miedo».

«A mi hija le cambió el carácter de manera radical. Ahí noté que algo estaba pasando»

Dar una mayor visibilidad es una de las claves que defiende el decano del Colegio Oficial de Psicología de Cantabria, Javier Lastra, para hacer frente al acoso escolar. Fiel defensor del programa TEI (Tutoría Entre Iguales) que está implantado en 60 centros de la región como herramienta de prevención, Lastra asegura que el foco ha de estar en la situación previa y no en el desenlace. «Hay que evitar cualquier tipo de conducta violenta desde el inicio». A su juicio, a partir de un insulto que se repite no se puede mirar para otro lado. «Vivimos en una sociedad violenta y lo vamos a ver también ahora», asegura el decano para quien la solución no pasa por cambiar a la víctima de centro. «Es estigmatizarla».

Durante el confinamiento, aplicar los protocolos de actuación habituales resulta más complicado. Para la Asociación Tolerancia Cero al Bullying, su labor ahora es recomendar que los menores objeto de insultos hagan capturas de pantalla, no respondan a las provocaciones y, si se repiten de manera continuada en un grupo de Whatsapp, abandonen éste. «Pero por este orden». Si de nada sirve, entonces se aconseja ir más allá y poner los hechos en conocimiento de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Pero muy pocas terminan optando por esta vía ante el temor a posibles represalias.

De hecho, según los datos que arroja el colectivo, este año, de los 48 casos que tiene activos, cuatro de ellos terminaron en denuncia y ahora es la Fiscalía la que investiga los hechos, las supuestas agresiones físicas.

«Hay que evitar cualquier tipo de conducta violenta desde el principio y centrarse en el proceso»

Unos datos que en nada concuerdan con los que arroja el Observatorio para la Convivencia Escolar en Cantabria. El último balance, correspondiente al curso 2017/2018, confirma cinco casos de acoso escolar en la región, en donde se demostró la coexistencia de agresión física y violencia en redes sociales.

Los expertos aseguran que el vaivén de cifras no ayuda a arrojar luz sobre el volumen real del bullying en Cantabria y que el acoso escolar, como sucede, no debe analizarse en su fase extrema, la última. El decano de los Psicólogos cántabros lo compara con el tratamiento de los datos del Covid-19. «Es como si para medir el volumen de contagios tomáramos solo a las personas que están en UCI. Hablar de cinco casos confirmados en la región es hablar de situaciones extremas y de una mínima parte del problema. En todos los centros se da la violencia escolar y tenemos herramientas muy válidas para dejar de mirar a otro lado».

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