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«Los niños están siendo unos verdaderos campeones» en este confinamiento obligado por el Covid-19, que ya va camino del mes y medio. «Han demostrado una fortaleza y una extraordinaria capacidad de adaptación que, en muchos casos, han superado a las de los adultos». En ello coinciden María Jesús Cabero, jefa de servicio de Pediatría de Valdecilla, y Alberto Bercedo, presidente de la Sociedad de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria. Ahora que ya hay fecha para empezar a levantar las restricciones de movimiento de los más pequeños (27 de abril), ambos profesionales apelan a la «prudencia» y advierten de que ese desconfinamiento sea «progresivo», «adaptándose siempre a las recomendaciones de las autoridades sanitarias: mantener la distancia de seguridad, el lavado de manos y uso del pliegue del codo en caso de tos y estornudos, utilizar guantes y mascarillas en la medida de lo posible; salidas cortas, limitadas en horarios y paseos en el entorno de los domicilios evitando grupos y reuniones; y la necesaria actividad física debe hacerse al principio de forma no grupal».
Echando la vista atrás, los pediatras intuyen que algunas de las gripes que vieron en sus consultas en febrero ya podían ser Covid-19. Pero las PCR (las pruebas diagnósticas de microbiología) «no son igual de efectivas en los niños», explica Cabero. Desde el inicio de la epidemia, se han detectado en el hospital diez positivos en menores, de los cuales dos ingresaron en la UCI (un niño de casi dos años y un neonato). Además, se ha atendido a cinco recién nacidos de madres positivas en coronavirus, que no resultaron afectados. En esos casos, los bebés son separados de sus madres, hasta que concluye el periodo de aislamiento que exige la enfermedad. «Pero ya se trabaja en una estrategia para facilitar el ingreso conjunto, siempre que no haya neumonía en la paciente ni una carga viral alta, de tal forma que puedan compartir habitación, manteniendo la cuna a dos metros de distancia y todas las precauciones», añade. La jefa de Pediatría agradece «la enorme colaboración de las familias en esta crisis, han sido responsables y no han acudido a urgencias por cosas banales».
Desde la Sociedad de Pediatría Extrahospitalaria consideran que «no es previsible que existan secuelas a largo plazo» en los niños por el periodo de confinamiento. Un tiempo en el que, apunta Cabero, «muchos padres casi han empezado a convivir con sus hijos» y en el que se ha dejado de escuchar la palabra más repetida antes del Covid-19 en la mayoría de los hogares: el famoso ¡Venga! Es por eso que Bercedo opina que «lo que sí van a recordar para siempre los niños son los efectos beneficiosos del mayor tiempo familiar disponible con el apoyo y la presencia continuada de sus padres y hermanos, que puestos en la balanza superan los aspectos negativos» del encierro casero, como «el sedentarismo, el mayor uso de las pantallas y falta de rutina, ocio y contacto con sus amigos y profesores». Admite que «los más perjudicados» han sido los niños y adolescentes que tienen problemas de conducta, hiperactividad, trastornos del desarrollo, autismo, discapacidades, enfermedades crónicas o familias desfavorecidas con viviendas pequeñas y con muchos miembros, para quienes «las medidas del confinamiento han podido ser más extremas, pero aún en estos casos, los niños, las familias y la sociedad en general han tenido un comportamiento ejemplar y de resistencia», subraya el pediatra.
María Jesús Cabero - Jefa de Pediatría de Valdecilla
Alberto Bercedo - Presidente de SPEAP-Cantabria
Ambos coinciden en que esos factores deberían tenerse en cuenta a la hora establecer el orden de prioridades para salir del encierro. Sin olvidar, añade la jefa de Pediatría de Valdecilla, que «los niños han tenido duelos difíciles que psicológicamente les va a influir. Se han familiarizado con la muerte. A nosotros nos han consultado padres sobre qué hacer. Las explicaciones hay que adaptarlas a la edad de los niños, no es bueno alejarles totalmente de lo que pasa. Hay que minimizar el sufrimiento, pero no se les puede pintar el mundo de fantasía».
A pesar de haber comprobado desde la Pediatría de Atención Primaria que «la severidad del Covid-19 ha sido mucho más leve en los niños, no podemos bajar la guardia, ya que los niños pueden ser transmisores del virus y facilitar un repunte de la pandemia del que todos nos sentiremos culpables». Un aviso fundamental de cara al reencuentro futuro con los abuelos. El «miedo» de los pediatras es que el coronavirus permanezca y el próximo invierno se junte con el Virus Respiratorio Sincitial (causante de la epidemia de bronquiolitis) y la gripe. «Esto nos lleva a hacer cambios en el hospital, a potenciar las consultas telefónicas, a agrupar citas para que no vengan distintos días, a tener circuitos diferenciados en urgencias para que no haya transmisión y a realizar un buen triaje de los síntomas, a la vez que será necesaria una coordinación entre Sanidad y de Educación para minimizar la transmisión del virus en el ámbito escolar: clases más ventiladas, menos juguetes en el aula, menos alumnos por clase...», apunta Cabero. «Esta pandemia va a marcar un antes y un después. Tenemos que aprender que es necesario mantener el distanciamiento social y las medidas de higiene y protección».
María Jesús Cabero, coordinadora desde hace trece años de Urgencias y consultas externas de Pediatría de Valdecilla, y experta en Neumología infantil, acaba de relevar a Lino Álvarez en la Jefatura del Servicio de Pediatría. Un cambio que ha coincidido en plena emergencia sanitaria, aunque ya estaba programado antes. «No hemos sufrido la avalancha de casos como en adultos, pero los pediatras hemos estado al pie del cañón», subraya Cabero, que alaba «la rápida capacidad de adaptación del hospital ante una situación totalmente nueva» y destaca el esfuerzo de los profesionales, a quienes «esta epidemia dejará una cicatriz emocional».
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Ana del Castillo
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