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Foto: Daniel Pedriza / Vídeo: Héctor Díaz

Los niños toman la calle

Volver a pasear. Con patines o bicicletas, con extrañeza en algún caso, los menores de 14 años vuelven al espacio público condicionados por las medidas de prevención, que no siempre se cumplieron

Lunes, 27 de abril 2020, 07:15

Hace meses sería impensable, pero hoy es noticia que las voces de los niños y las niñas, que el sonido de los ruedines deslizándose sobre la acera, hayan vuelto a las calles. Las ciudades y los pueblos españoles son mucho más silenciosos desde que la pandemia enmudeciera al país, al mundo, pero, desde ayer, ese silencio se ha quebrado un poco: los menores de 14 años pueden volver a transitar por el espacio público, pueden pasear o jugar durante una hora al día, al aire libre, aunque condicionados por las medidas de protección y seguridad fijadas para evitar contagios.

En Cantabria, los niños tomaron las plazas, sendas, calles y paseos. En Santander, muchos salieron sobre ruedas: con patines, bicicletas o patinetes, revelando su alegría contenida; algunos con el pelo cortísimo, otros desmelenados, y muchos con holgadas mascarillas de protección. A primera hora, en las playas de El Sardinero, un puñado de familias disfrutaba del aire libre. En el centro urbano, en zonas como el paseo marítimo o las alamedas, hubo más concentración, y, por tanto, más dificultad para que los menores no interaccionaran o salieran disparados.

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Aunque había ganas de pisar la calle, también hubo niños que vivieron la salida con cierta extrañeza, como si tuvieran que adaptarse a una realidad que ya no es tan reconocible tras 42 días en casa: las mascarillas, los guantes, la distancia entre las personas han alterado el paisaje humano.

La medida se ha implementado en el país no sin varias rectificaciones. El presidente Pedro Sánchez anticipaba el 19 de abril que las salidas puntuales de los menores eran ya una prioridad para el Gobierno, que se trabajaba en la manera de aliviar el confinamiento de los niños de hasta 12 años. El martes, el Gobierno anunciaba que los menores podrían acompañar a sus padres o tutores en las tareas autorizadas bajo el estado de alarma –por ejemplo, ir al supermercado o al banco–. Llegaron las críticas, así que poco después llegaba la rectificación: los menores podrían dar paseos cumpliendo normas de distancia y protección. Así se recogió en una orden publicada en un BOE extraordinario que enmendaba un boletín anterior. Ahora, las normas ya están claras: las salidas no pueden exceder los 60 minutos ni el kilómetro de distancia respecto del domicilio.

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En Cantabria, muchas familias han respetado las reglas, aunque no ha sido algo homogéneo: se han producido algunas aglomeraciones y corrillos en centros urbanos o zonas residenciales, y en otros casos, han sido los dos progenitores quienes han acompañados a sus hijos.

En Laredo, la playa Salvé, por su amplitud, y la zona marítima han sido entornos muy visitados por los vecinos del municipio. Las salidas han transcurrido con normalidad, aunque con las excepciones de algunas 'familias completas' o la formación de corrillos. La Guardia Civil de Laredo recuerda que la norma solo permite el acompañamiento de un adulto.

En San Vicente de la Barquera, la vuelta a la calle ha sido, además, colorida: muchos niños lo han hecho vestidos de picayos para celebrar La Folía. Ha sido una edición extraña, diferente: la fiesta se trasladó a los balcones, donde reverberaron las panderetas y la canción marinera. En Liébana, se ha salido de forma escalonada y las familias han optado por diferentes itinerarios.

:: Con información de: Abel Verano, Samira Hidalgo, Pedro Álvarez, Ernesto Sardina, David Carrera y Vicente Cortabitarte.

Familia Martín Fuente | Gonzalo (10 años)

«Estaba ya muy aburrido en casa»

Gonzalo, junto a su padre y su perro Riky, en la Plaza de Numancia, Santander. Daniel Pedriza

Superada la novedad de las primeras semanas, Gonzalo llevaba ya muchos días «aburrido en casa». Ayer fue un gran día al volver a la calle:«Me lo estoy pasando muy bien». Le acompañaban su padre y su perro Riky. «Hemos dado una vuelta por toda la zona que nos dejan», dijo al pasar por la Plaza de Numancia. Pero lo mejor fue poder pasar por el edificio donde viven unos amigos del colegio: «Me he acercado a su ventana y he hablado con ellos». Afirmó que algo de respeto sintió cuando salió de casa. «No me gustaría que mi padre o yo cogiéramos el coronavirus, por eso nos hemos puesto los dos las mascarillas y sé que no puedo tocar nada. En cuanto llegue a casa, me lavaré bien las manos», aseguró el niño.

Familia Martínez | Sheyla y Yhasmina (5 años)

«No sacamos juguetes a la calle»

Sheyla (izq.) y Yhasmina, con su madre, en la calle Burgos de Santander. Daniel Pedriza

Sheyla y Yhasmina son dos hermanas que, a pesar de llevarse muy bien y disfrutar estos días de estar en casa con sus padres, tenían «muchas ganas también de correr. No sé por qué, pero cuando salí de casa, solo pensaba en eso», contó Yhasmina a su paso por la calle Burgos, de Santander. Sus guantes son cinco tallas más grandes que sus manos, pero ni una palabra de protesta. «Si queremos no coger el coronavirus, tenemos que salir con máscara y guantes. Y cuando regresemos, nos ha dicho mamá que nos vamos a tener que quitar los zapatos».

También tenían claro que lo mejor «es no sacar ningún juguete a la calle, porque se puede infectar. Antes, se ha caído de la bici una niña sin guantes y es peligroso».

Familia Gago de Julián | Cloe (4 años)

«Quería ver el mar lo primero»

Cloe con su madre, Cristina, tras dejar la Plaza del Ayuntamiento de Santander. Daniel Pedriza

En la casa de Cloe Gago de Julián ayer fue un domingo madrugador y había algo de nerviosismo en el ambiente. «Se ha despertado muy pronto. ¡Tenía tantas ganas de salir a la calle!», cuenta su madre, Cristina.

Subida a su bici de color rosa, a juego con su casco, pasó la primera parte de su paseo en la Plaza del Ayuntamiento. «Lo que más me gusta es andar en bici cuando estoy en la calle», contó tras una mascarilla que le ocupaba media cara.

Pero antes de regresar a casa iba a cumplir su mayor deseo: «Lo que más deseaba era ver el mar y ¡por fin lo voy a conseguir!», contó feliz, dirigiendo sus ruedines hacia la costa.

Familia Dañobeitia Díaz | Jorge (9 años)

«Necesitaba echar unos tiros al balón»

Jorge chuta el balón en la Plaza Porticada de Santander. Daniel Pedriza

A sus 9 años, Jorge es un gran futbolista, y aunque en casa sus padres le han dejado que juegue con una pelota, «es la más pequeña y está medio deshinchada, para que no haga daño», contaba ayer.

Por ello, en cuanto salió a la calle tenía claro qué iba a hacer: «Necesitaba echar unos tiros al balón de verdad y jugar un poco al fútbol con mi padre». Y, por supuesto, ¡correr!: «Ya no podía más, tenía que salir a la calle a desahogarme después de dos meses de estar encerrado».

Sin embargo, siempre tiene presente «que hay que ser muy precavido y no tocar nada que no haya traído yo de casa, y después, lavarlo».

Familia Abad García | Sandra y Miriam (11 años)

«Teníamos ganas de ir a la playa»

Sandra y Miriam jugaron con su padre al vóley en la playa Salvé de Laredo. Abel Verano

Sandra y Miriam no quitaron la sonrisa durante la hora que pudieron disfrutar, en compañía de su padre, Álex, en la playa Salvé de Laredo. «Teníamos muchas ganas de poder tocar el balón en la playa», comentaban estas dos mellizas, al tiempo que aseguraban que lo que peor llevan en este confinamiento es «no poder ir a entrenar con nuestras amigas y compañeras del club vóley de Laredo». Precisamente este año se habían clasificado para el Campeonato de España, pero, de momento, no saben si lo celebrarán. «Sería una pena por el esfuerzo realizado, pero la salud es lo primero. Si no se puede, otro año será».

Sandra y Miriam dicen que han superado «bien» el confinamiento, aunque a veces se les ha hecho «un poco aburrido». Por la mañana hacen los tareas del colegio y las tardes las dedican a jugar, hacer manualidades, un poco de ejercicio, hablar con sus amigos y familiares por videollamada y ayudar a sus padres con alguna tarea de la casa. «El momento más esperado es a las ocho de la tarde, cuando salimos a la ventana a aplaudir y dar ánimos a sanitarios, policías y bomberos».

Álex y Lupe, sus padres, vivieron ayer con incertidumbre la salida de sus hijas por cómo sería el reencuentro con amigos y conocidos. «Todo ha salido bien. Tener esta playa nos facilita mucho la seguridad de las niñas. Es un verdadero privilegio vivir en Laredo», dijo el padre.

Familia Díaz González | Ángela (4 años) y Diana (5 meses)

«Está encantada con el patinete»

Ángela, junto a su madre, María –con Diana en brazos–, en Torrelavega. Luis Palomeque

No cabe duda de que el paseo de ayer fue «histórico» para Ángela y Diana, que acompañadas de su madre, María, salieron a mediodía desde la calle Mártires, en el centro de Torrelavega, hasta el parque por el Bulevar Demetrio Herrera. «Lo hemos disfrutado muchísimo, Ángela es el primer día que sale desde el confinamiento. Diana había salido dos días conmigo al centro de salud para las vacunas de los 4 y 5 meses». «En casa no paramos, todas las mañanas haciendo fichas del colegio y manualidades y luego jugando y bailando con Diana. Hemos visto películas de Disney y siempre hay tiempo hasta las ocho para jugar a las estatuas, o al escondite inglés. Hemos grabado vídeos bailando los cuatro y también hemos hecho guerras de cojines. Ángela se ha aficionado a los puzles y está emocionada con unos nuevos que hemos comprado por internet. También ha dibujado el coronavirus de todos los colores y maneras, y a los médicos buenos que 'vienen a salvarnos'. Le explicamos que había un virus muy malo que impedía que pudiese ir al colegio o salir a la calle, y, desde el primer momento, lo entendió y lo asimiló bastante bien, casi mejor que nosotros», relata la madre. Y todos los días, «a las ocho, a aplaudir». «A Ángela también le gusta disfrazarse y ha vuelto emocionada y encantada del paseo por haber podido montar en patinete». María cree que repetirán salida.

Familia López San Millán | Mario (7 años) y Raúl (3 años)

«Hemos acabado muy cansados»

Mario y Raúl disfrutan de las vistas de Castro Urdiales desde las alturas. DM

En Castro Urdiales, la familia López San Millán decidió que la mejor opción para disfrutar con sus dos hijos de la primera hora al aire libre desde que comenzó el confinamiento era ir al monte. Por eso, Mario, de 7 años, y Raúl, de 3, caminaron y corretearon por un eucaliptal que hay próximo a su domicilio, en el barrio de Cotolino. Tras más de 40 días sin moverse de su piso, Mario se mostraba «contento por haber podido salir», aunque volvieran a casa «muy cansados» después de la pequeña excursión. En este tiempo se ha acordado mucho de los amigos. Su padre aseguró que, al poner los pies en la calle, los niños echaron a correr porque tenían «euforia contenida».

Familia Ramos Vélez | Leo (8 años) y Martina (3 años)

«Tengo ganas de ver a mis abuelos»

José Manuel, Martina y Leo pasean por el puerto de San Vicente. Javier Rosendo

José Manuel Ramos aprovechó su primera salida con sus hijos, Leo y Martina, para pasear con el patinete y la bici por el puerto de San Vicente y así ver los barcos engalanados en el día de La Folía, aunque a ellos, y muy especialmente a Leo, les hubiese gustado poder ir a la playa para hacer surf, actividad de la que su padre es monitor. «Yo ya estaba nervioso en casa, estaba deseando salir y, aunque solo sea una hora, me conformo. Lo que me gustaría sería poder ver a mis abuelos, pero están en Herrera de Ibio y ahora no podemos ir», señalaba el pequeño, quien la mayor parte del tiempo lo ha dedicado a hacer manualidades y a contactar con sus amigos con videollamadas.

Familia Sánchez Cuesta | Andrea (11 años), Alonso (9) y Alejandra (5)

«Queremos volver a la escuela»

Andrea, Alonso y la pequeña Alejandra jugando en el Deva (Ojedo). Pedro Álvarez

Andrea (11 años), Alonso (9) y Alejandra (5) son tres hermanos lebaniegos de la localidad de Ojedo que, ayer, en una mañana con buena temperatura, acompañados de su padre, David Sánchez (43 años), tratante de ganado, cogieron las bicicletas y el patinete para disfrutar de un paseo por Campañana, entre prados y el río Deva.

Andrea, feliz, comentaba que se había levantado «con mucha ilusión». Alonso se mostraba impaciente ya por «volver a entrenar al fútbol» y la pequeña, Alejandra, al igual que sus hermanos, agregaba que echaba mucho en falta el colegio y jugar con los amigos. «Me gustaría volver a la escuela», decía.

Familia Cagigas García | Manuel (5 años) y Ulises (3 años)

«Por lo menos toman el aire»

Manuel, Ulises y José Manuel Cagigas, ayer, en Reinosa. Ernesto Sardina

Los hermanos Manuel Cagigas, de 5 años, y Ulises, de 3, pisaron ayer por primera la calle, después de un confinamiento que les ha tenido en casa mes y medio, acompañados de su padre, José Manuel Cagigas, que estuvo pendiente de ellos en todo momento. La zona de esparcimiento fue la más próxima a su vivienda, en Reinosa. Allí, a la vera del Ebro y con la escultura de Okuda como telón de fondo, los niños pudieron disfrutar con sus juguetes. «Ya tenían muchas ganas de salir y aunque no van a poder relacionarse con otros niños, algo que es fundamental, por lo menos van a poder tomar el aire», dijo el padre.

Familia Verine | Eduardo (4 años), Rodrigo (3 años) e Isabel (un mes)

«Es la primera salida de Isabel»

Isabel, con Rodrigo y su bebé de un mes, en el paseo marítimo de Santander. Daniel Pedriza

Isabel llegó al mundo hace un mes, en pleno confinamiento. Por eso, el día de ayer fue más especial aún para toda su familia. «Es su primera salida», decía su madre, también Isabel de nombre. La bebé tiene dos hermanos «que son un poco terremotos, aunque durante todas estas semanas se han portado muy bien».

Los niños tienen «muy interiorizadas las normas de higiene y comportamiento social en la calle. Saben que hay que guardar distancia de seguridad y no tocar nada», comentó su madre. Sin embargo, ayer se dio cuenta de lo duro que iba a ser cada día, durante las salidas. «Son obedientes, pero también pequeños. Su instinto les dice que si ven a un amiguito, del que además llevan semanas sin saber de él, hay que ir a su encuentro». Y así se pasó la mañana de ayer, persiguiendo a Eduardo y a Rodrigo en sus patinetes, para que no se lanzaran a los brazos de los amigos que se encontraban en su camino, en el paseo marítimo de Santander.

Familia González Gutiérrez | Teresa (2 años)

«Quiero ir a los columpios»

Teresa, con su padre, en el parque de Las Llamas, en Santander. Daniel Pedriza

Teresa tiene dos años y, por mucho que sus padres se esmeren, «al rato de pintar, leer un cuento, ver una peli o hacer un bizcocho, se aburre», contó Francisco, su padre, con quien salió ayer de paseo. Teresa es una niña «muy buena, pero tiene un hermanito de ocho meses, Pedro, y entre una cosa y otra, hay días que el confinamiento se nos hace muy duro».

Por ello, el saber que a partir de ahora «vamos a tener una hora cada día para salir, ¡es una gran motivación!», afirmó aliviado. Teresa tenía bien claro el sábado por la noche a dónde quería ir en cuanto saliera: «A los columpios, papi», dijo, ante la cara atónita de Francisco y su mujer, «justo el único sitio a dónde no podemos ir».

Así que por la mañana, mientras la vestían, con voz de emoción, le contaron que «¡vamos a la calle con la bici!», a lo que ella contestó, «no papi, a los columpios». Todo se solucionó en cuanto llegó al parque de Las Llamas y encontró un pato con el que jugar. «Es un gran día», declaró el padre.

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