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Otra noche de quejas, llamadas, idas y venidas en el aeropuerto Seve Ballesteros de Santander. Y gracias, de nuevo, a Ryanair. Alrededor de 180 personas se quedaron varadas en la instalación porque su vuelo a Roma -cuya salida estaba programada para las 19.45- no ... despegó cuando estaba previsto. Lo hizo (finalmente) con cuatro horas de retraso. Y uno de los afectados no pudo ocultar su cabreo. Porque según José Luis Matia, en su caso, «la cara» de la aerolínea ha sido «increíble: Cuando hemos llegado al aeropuerto a las 18.30, en la pantalla el vuelo de Roma figuraba en hora. Y otro a París aparecía con un retraso estimado de más de tres horas. De repente, y por arte de birlibirloque, resulta que el vuelo que salió en hora de Santander fue el de París».
Los pasajeros que se quedaron en tierra fueron los que tenían tarjetas de embarque para la Ciudad Eterna. A todos estos, Ryanair les dio un ticket de cuatro euros para cenar («otro cachondeo, ¿se creen que cenas en un aeropuerto con cuatro eurazos? ¿se puede ser más rumboso?»). Entre los viajeros de la espera «hay niños, bebés, gente mayor... Esto es un vergüenza», lamentó Matia, que atribuye el retraso al hecho de que «en París les cerrarían el aeropuerto si el vuelo se demoraba tanto y en Fuimicino no tienen ese problema».
Aunque no todo se perdió. A las 21.30 horas, personal de la aerolínea informó de que estaba llegando al Seve un avión que trasladaría a las decenas de personas «tiradas» esta misma noche. En cualquier caso, señala Matia, él ya ha perdido el taxi que tenía reservado y no será posible llegar al hotel antes de las 1.30 horas -si todo va como les dijeron-, con al menos cuatro de retraso sobre el horario que marcaban inicialmente sus billetes.
Es el segundo incidente de este tipo que se produce en menos de una semana que deja la imagen de la compañía irlandesa bajo mínimos. El miércoles de la semana pasada, todo un avión lleno con destino a Mallorca también acumuló una demora, en este caso, de 16 horas, que provocó la indignación de los afectados. En aquella ocasión, el motivo fue una avería.
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