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Nueve meses después de que Félix Álvarez (Santander, 1966) dimitiera como líder de Cs por la bronca interna que generó la contratación del exdiputado Rubén Gómez como asesor parlamentario, el Comité Nacional de la formación le ha devuelto al cargo. En ese tiempo, ha ... cambiado casi todo. Incluso el partido, ahora con una línea política distinta a la que existía antes de la debacle electoral de noviembre y con Inés Arrimadas al frente. Suya fue la última palabra en este nombramiento.
-El partido ha estado en una situación de interinidad durante la pandemia para acabar como estaba. ¿Se arrepiente de haber dimitido?
-No me arrepiento de la dimisión. Fue un momento complicado, más personal que políticamente. Había arrastrado una campaña electoral tremendamente dura y al final he de reconocer que me sobrepasó todo lo que ocurrió. Me ha venido bien alejarme un poco, ver las cosas con perspectiva.
-El líder regional ha sido puesto a dedo por Arrimadas. ¿Ese sistema es consecuente con el discurso de regeneración?
-Los cargos orgánicos se eligen desde Madrid. Los de aquí y los de todas las autonomías. La legitimidad es absoluta, porque son los estatutos aprobados por el 98% de la militancia, que dicen que este es el modelo que tenemos. Otra cosa son los candidatos a las elecciones, que tendrán que pasar por primarias.
-¿Eso no le resta independencia de Madrid?
-Cs huye de las baronías, tenemos un proyecto nacional. Que me nombren allí no quiere decir que no pueda discrepar y defienda mi posición. No debo nada a Madrid, ni Madrid me debe nada a mí. No me resta independencia ni me veo preso de Madrid ni atado a sus decisiones. Cs ha demostrado que tiene crítica interna. Cuando tenemos que discutir se hace y cuando se toman decisiones se toman, de forma colegiada. Además, Madrid no impone. Con los nuevos estatutos se incrementa la capacidad de las comunidades autónomas y de los propios afiliados.
-¿Por qué Félix Álvarez y no otro? ¿Qué motivos le dieron?
-Que siguen confiando en mí, que mi trayectoria en el partido es buena. Madrid es la primera que quiere acertar y ha considerado que soy la persona idónea para liderar el proyecto en Cantabria.
-El Cs de Arrimadas, el que nació después de las últimas elecciones, parece distinto al de Albert Rivera. ¿Habrá un cambio en el partido en Cantabria?
-Con un nuevo liderazgo las cosas cambias. Y el escenario es distinto por el covid. No es el momento ahora de buscar culpables, ya habrá tiempo de pedir responsabilidades. La estrategia de Cs ahora es pensar en España. No pensamos en el partido, ni siquiera en Sánchez. Pensamos en lo que nos piden los españoles y cántabros. Sumemos, tendamos la mano y procuremos sacar iniciativas para sacar adelante esta situación tan complicada. Sólo hay un objetivo: salvar vidas, empleos y la economía.
-¿Ese cambio que se aprecia en Cs se debe a la pandemia o a los resultados electorales?
-A la situación que estamos atravesando. Ahora no queda otra opción. No existe ningún otro objetivo en mi cabeza, tampoco en la de Inés Arrimadas, que no sea ayudar a que salgamos de esta situación. Estar en el centro político te da la posibilidad de pactar a un lado y a otro. En lo que otros ven un defecto, yo veo una virtud.
-En Cantabria, Cs tiene pactos municipales a izquierda y derecha, pero a nivel nacional rechazó negociar con el PSOE.
-Eso ocurrió en las elecciones de mayo. Si lo perdimos en algún momento, tenemos que recuperarlo, porque está en nuestro ADN. Somos un partido de centro, progresista y liberal que cree en la moderación.
-Algunas agrupaciones le pidieron que dejara su escaño tras las polémicas internas. ¿Cómo piensa recuperar a los que no creen en su proyecto?
-De más de 30 agrupaciones fue una la que lo pidió. El partido está vivo, más que nunca. Necesitamos la participación de todos. Yo quiero todas la manos, cabezas y corazones dispuestos y disponibles para lo que viene. Posiblemente estamos en uno de los momentos más complicados e importantes de la historia de España y de Cantabria. Todos son fundamentales para sacar el proyecto adelante. En este partido no sobra nada, sino que falta gente.
-La dirección regional la nombra Madrid, pero ¿ahí sí habrá tenido libertad para hacer su equipo?
-Hemos puesto sobre la mesa todas las personas y cargos que tenemos en el partido. Concejales, diputados, alcaldes... Es fruto de conversaciones y acuerdos. No es una imposición.
-Todos son perfiles afines al líder. El anterior secretario de organización, por ejemplo, ha desaparecido de la dirección.
-Ya no está y evidentemente el partido valora su trayectoria, pero ha decidido cambiarlo. Cuando alguien llega a coordinar y liderar un proyecto se procura rodear de gente que, primero, sea válida y que tengan capacidad, y luego en la que pueda confiar.
-¿Cómo ha visto al bipartito regional en este primer año?
-El bipartito ha hecho surf en las olas que iban viniendo y se ha visto muy poca iniciativa por parte del Gobierno. No creo que en la historia de la democracia de España ni Cantabria ningún gobierno autonómico haya contado con el apoyo incondicional por parte de la oposición como este. Veo a un bipartido bipolar. Veo al señor Revilla por un lado y al señor Zuloaga haciéndose fotografías y pensando en su autobombo por el otro... Y no hay un horizonte, ni un proyecto. Se va actuando a golpe de improvisación.
-Dice Revilla que llamará a la oposición para negociar las Cuentas.
-Eso es una iniciativa que puso Cs encima de la mesa en el debate del estado de la región, consensuar los Presupuestos porque van a ser los más importantes de la historia. A pesar de que PRC y PSOE tienen mayoría absoluta, sería bueno que procurásemos entre todos unos Presupuestos realistas, pragmáticos y que sirviesen para salir de esta situación. Quiero creer que esa oferta es honesta y honrada. Sí me gustaría recordar que en los anteriores Presupuestos no se aceptaron iniciativas de los grupos.
-¿Qué pedirá ahí Cs?
-De entrada, no se tienen que tocar los impuestos, mucho menos al alza. Tenemos que arreglar el problema sanitario en primer lugar, luego proteger a todas aquellas personas que se han quedado sin trabajo y están en un estado de vulnerabilidad. Y ser capaces de presentar aquellos proyectos que sirvan para que podamos recibir dinero de los fondos europeos. Esta crisis tiene que ser una ventana de oportunidades para hacer reformas estructurales, no como en 2008. La predisposición de toda la oposición es total. A ver si el Gobierno es capaz de sacar esos proyectos adelante.
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