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Nueva normalidad: situación en que la forma de vida normal o habitual se modifica debido a una crisis o a razones excepcionales; por ejemplo, en una pandemia». La definición de la RAE resulta tan cercana que a poco que nos esforcemos aún podemos escuchar los ... ecos de las sirenas y de los aplausos e, incluso, el extraño silencio que se impuso en el espacio público durante los meses iniciales de la crisis del covid. Luego llegó la desescalada, llegó la vacunación y esa progresiva familiarización con el virus. A aquella segunda fase se le llamó nueva normalidad y, aunque algunas de sus particularidades persisten, ahora todo comienza a parecerse a la realidad previa a la pandemia, a la vieja (y deseada) normalidad.
Así ocurre en el campus de Las Llamas, en Santander, donde se levantan casi todos los edificios y recintos de la Universidad de Cantabria. Esta mañana de noviembre, el alumnado circula en grupo por los pasillos de las facultades, se crean corrillos a las puertas de las aulas, las bibliotecas están casi llenas y en las zonas comunes los estudiantes se reúnen para debatir sus prácticas y trabajos. Apenas un puñado de personas lleva mascarilla. Como en el resto de ámbitos sociales, ya no hay restricciones covid obligatorias en la UC, si bien perduran en las paredes algunos carteles con información básica sobre el virus.
«En estos momentos, todas las restricciones y las limitaciones en las aulas y los laboratorios respecto al número de alumnos se han suprimido, aunque se mantienen las recomendaciones de higiene, se mantienen los geles hidroalcohólicos y algunas medidas preventivas», resume el vicerrector de Ordenación Académica y Profesorado, Ernesto Anabitarte. Que la vida académica se recupere su plenitud no hace sino reforzar la esencia de la UC: «Nuestra universidad es presencial, tiene una vocación de presencialidad; ese es un elemento característico de la UC y en absoluto queremos renunciar a él. Muchas de las cosas que hemos aprendido de la pandemia han venido para quedarse y también para complementar la formación que damos, pero desde luego manteniendo la presencialidad, que es fundamental», añade el vicerrector. La cercanía y el hecho de compartir los espacios aportan «unos valores a la formación de los estudiantes y a la actividad académica y universitaria» que, por ejemplo, no se ofrecen en igual medida en la formación a distancia. Y tampoco en una situación de pandemia o pospandemia.
Anabitarte evoca el primer año después del covid, cuando el alumnado pisaba el campus para lo justo y necesario. Entonces desapareció prácticamente toda esa actividad que orbita en torno al estudio puro y duro y que lo enriquece: las charlas a pie de pasillo, el café de media mañana, las competiciones deportivas... Sin embargo, este curso ha vuelto la interacción y «eso ya nos da el carácter previo a la pandemia», celebra el vicerrector.
La normalidad ya es un hecho. Tanto es así que poco se habló de covid a finales del pasado mes de septiembre, durante la presentación oficial del curso académico. Anabitarte y el rector, Ángel Pazos, se centraron entonces en las cifras de matriculación, en los porcentajes de ocupación académica, en los precios públicos y en los actos que la Universidad ha programado por su 50 aniversario (y que se extenderán durante los próximos meses).
¿Y qué números esbozan el presente cuantitativo de la UC? Para empezar, la Universidad de Cantabria ha incrementado su matrícula de nuevo ingreso en más de un 3%, lo que significa que hay 2.135 estudiantes de nuevo ingreso este curso académico. «Es una cifra estabilizada y nos mantenemos», constata Anabitarte. De estos alumnos de nueva matrícula, un 42,06% ha optado por titulaciones de Ciencias Sociales y Jurídicas, un 27,54% por Ingeniería y Arquitectura, un 21,64% por carreras de Ciencias de la Salud, un 5,25% por las de Ciencias y un 3,51% por las de Arte y Humanidades.
Y para seguir, la cifra total de estudiantes se acerca este año a los 12.000: 8.400 personas (53,74% son mujeres y 46,26%, hombres) estudian ya los grados que oferta la UC; 668 se han matriculado en los Másteres Oficiales; otras setecientas en los Programas de Doctorado; 1.200 más en las opciones de Títulos Propios, y, finalmente, 386 en el Programa Senior.
El curso ha empezado como era habitual, apenas con la salvedad del nuevo calendario académico que reordena desde hace dos años la actividad de la UC. La Universidad dio comienzo a sus clases el pasado 3 de septiembre, casi una semana antes de que reabrieran las aulas en los colegios e institutos de la comunidad autónoma. Este cambio «nos lleva a un calendario un poco modificado que hace, por ejemplo, que antes de las Navidades hayamos acabado el primer cuatrimestre, es decir, toda la parte lectiva», explica Anabitarte.
Esta transformación, ya asimilada por la comunidad universitaria, también permite que el alumnado disponga de dos meses completos de verano para desarrollar sus propios proyectos. ¿Por qué? Porque al suprimirse la convocatoria extraordinaria de exámenes de septiembre -trasladada a los meses de junio y julio- «también ha cambiado el paso» de la actividad de los estudiantes, que tienen el verano despejado. Por otro lado, es una medida que enlaza bien con la organización que ya impera en la educación obligatoria, donde también se ha apostado por la continuidad de las convocatorias.
El cambio de calendario es «más racional y razonable», estima Anabitarte. Casi todas las universidades españolas lo han aplicado ya y los estudiantes, superadas las dudas iniciales, «lo han asumido bien», apunta.
12.000alumnos cursan estudios este año académico en la UC y cerca de 8.400 lo hacen en alguno de sus 35 grados y dobles grados.
91%de las plazas ofertadas por la Universidad de Cantabria para iniciar estudios de grado se ha cubierto. El porcentaje se ha incrementado en los últimos cinco años.
Hay, además, otra «novedad relevante» este curso académico en la UC que, según explica el vicerrector, les va a facilitar las cosas a los estudiantes de máster.
Hasta este año, para matricularse en este tipo de estudios, el alumno tenía que haber completado al cien por cien el grado cursado previamente. Un real decreto, fechado en noviembre de 2021, ha introducido cambios en este sentido y, a partir de ahora, los estudiantes a quienes les quede una materia o la lectura del Trabajo de Fin de Grado (TFG) pendientes, se pueden inscribir en el máster que hayan elegido para continuar sus estudios superiores.
Este cambio de naturaleza técnica es «algo muy importante», incide Anabitarte, ya que el alumnado puede evitar la pérdida de hasta un año académico, es decir, puede dar continuidad a su trayectoria. Porque la Universidad de Cantabria aplica este curso 2022-23 los cambios incluidos en el real decreto, así que ya está vigente una novedad «que facilita que se pueda seguir de grado a máster con una mejor continuidad».
La pandemia se ha ido transformado en un eco cada vez más lejano, pero hay «aprendizajes» que perduran. ¿De qué forma? Con la irrupción del covid, la Universidad de Cantabria tuvo que implantar a marchas forzadas un sistema de docencia y comunicación estrictamente online. Y más allá de la inmediatez y la celeridad que impuso la crisis sanitaria, Ernesto Anabitarte reconoce que ese fue un aprendizaje valioso de la pandemia. «Hemos avanzado en muy poco tiempo en la digitalización y en el conocimiento de las tecnologías», señala.
La UC es la cuarta universidad más barata de España para empezar a estudiar un grado. El precio medio del crédito en la primera matrícula asciende a 12,6 euros. Solo la Comunidad Valenciana (11,8 euros), Galicia (11,9) y Asturias (12,3) exhiben precios más algo más económicos que Cantabria.
Habitualmente, la UC se sitúa entre las instituciones españolas menos costosas para empezar a estudiar, con precios medios por debajo de la cifra nacional. Este año se han decretado nuevas rebajas y la UC mantiene el puesto. El coste de la primera matrícula de grado se ha reducido en algo más del 1% y se queda al mismo nivel que hace una casi una década.
En el caso de los precios públicos para iniciar estudios de un máster habilitante, estos se han igualado a los de grado y experimentan así un descenso significativo. Y en el caso de los másteres no habilitantes, los precios se han quedado igual que el pasado curso.
Los precios medios del crédito por área de conocimiento apuntan a que los grados de Ciencias –Físicas o Matemáticas, por ejemplo– son los más económicos. Cuestan 12,2 euros, una cifra muy similar a la del pasado curso. En general, siempre con ligeros descensos, los costes por áreas son parecidos de un año académico a otro.
A modo de ejemplo, explica que, ahora mismo, una gran parte de las actas o fichas de los planes docentes se validan con una firma electrónica, un recurso al que el profesorado recurre «asiduamente» para todo tipo de procesos administrativos.
Hay, además, muchos procesos que se han digitalizado, y las herramientas y medios que antes se usaban de forma esporádica, desde la pandemia han entrado a formar parte de las rutinas y hábitos de la comunidad universitaria. «Como ha ocurrido en toda la sociedad, la pandemia ha supuesto un curso intensivo de digitalización. La Universidad de Cantabria ya tenía las herramientas y ha podido responder muy bien y en muy poco tiempo, y ahora hay muchas actividades que podemos hacer de manera híbrida», señala Anabitarte. Es decir, la docencia se sirve un poco más de la digitalización para ponerla al servicio del alumnado.
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