«Sí que se nota que hay menos gente que otros años»

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Álvaro Machín

Y esa era la impresión general en los corrillos de los que suelen darse el paseo todos los años. Que no había colas para entrar al templo, que se podía acceder a los baños y que, subiendo, llegaron «desahogados». Unos y otros lo achacaban, básicamente, «a que daban mal tiempo y ha habido gente que igual se ha desanimado a venir» (aguantó sin llover y con una temperatura más que agradable hasta justo después de la eucaristía de las doce). A eso y a que, en el verano que dejó atrás la pandemia, ha sido tal la cantidad de viajes, salidas, turistas, eventos y festejos, más de uno tiene ya completa la cartilla de celebraciones por este año. Algo de «saturación» tras los meses de euforia.

Que nadie piense, no obstante, que la explanada y los aledaños no registraron buen ambiente. O que estuvo desangelado. Todo lo contrario. Para la principal Misa del día hubo lleno y en la anterior, la de las diez, el templo estaba igualmente completo. «Pero entre una y otra sí que se nota que hay algo menos de aglomeración que otras veces», comentaban entre puestos en el mercadillo.