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Quienes le conocen le describen como un hombre enérgico, educado, inteligente y muy buen trabajador. No se explican por qué Miguel O. vecino de Meruelo, decidió, a sus 44 años, alistarse en la Legión Internacional para combatir a los rusos en Ucrania.
En el pueblo ... conocían su pasado militar, aunque quizás no con tanto detalle como para saber que sirvió 18 años en el 64º Regimiento de Cazadores de Montaña del Ejército español, y se decía que era especialista en tiro. A todos les sorprendió que se marchara a la guerra, despidiéndose de su empleo y dejando en casa a su mujer y a sus dos hijos.
Dudan que sea por una cuestión de dinero, porque la diferencia entre lo que podía ganar y lo que le ofrecían por estar en primera línea no era tanta como para jugarse la vida. Ucrania abona distintos sueldos a quienes se alistan en ese cuerpo, en función del cometido que vaya a desempeñar: las cifras aproximadas son 560 euros al mes tras la línea del frente, 1.200 por servir en zonas de peligro y unos 3.000 al estar desplegado en combate. Es el equivalente a la paga de un soldado ucraniano, porque a estos combatientes llegados de otros países así se les considera, no como mercenarios.
Miguel O. explicó a sus conocidos que quería probar esa experiencia. «Decía que era una espina que tenía clavada, que había estado en la guerra de Afganistán y que aquello era una guerra con campesinos: lo comparaba con un partido entre el Real Madrid y el Racing. Que era lo suyo y que le gustaba: una guerra de verdad».
En principio, cuentan, su idea era firmar por tres meses, y reengancharse después otros tres. «Debió de animarle otro compañero del Ejército, y se fueron los dos. Antes, hicieron un cursillo en Lérida, porque, según tengo entendido, allí obtenían un título en el que figuraban como instructores. En octubre marchó para allá».
Desde finales de noviembre, nadie ha vuelto a tener noticias de Miguel O. Según publicó el diario 'El País', varios camaradas en el frente confirmaron su muerte mientras realizaba una misión en Andriivka, en la región de Dombás, aunque las versiones de lo sucedido varían. Según estas fuentes, que se refieren a él como 'Abuelo', Miguel O. cayó por el impacto de un dron bomba ruso y, antes de morir, entregó su fusil a un compañero colombiano. Otro relato más detallado indica que primero fue herido por la artillería rusa, tras lo que buscó refugio entre los restos de un blindado destruido; al salir de allí e intentar huir, fue rematado por un dron.
La fecha más probable de su muerte es el 22 o el 23 de noviembre, ya que el 21 mantuvo contacto con algunos amigos y les dijo que iba a salir para una misión de dos días de la que no regresó.
Los requisitos para alistarse a la Legión Internacional para la Defensa de Ucrania no parecen muy exigentes a primera vista: tener una edad entre 18 y 60 años, carecer de antecedentes penales, no padecer enfermedades crónicas y mantenerse en buena forma física. El voluntario, además, debe poder entrar legalmente en Ucrania, ya que debe llegar a él por sus propios medios. Aunque no se exige al candidato experiencia militar, sí que supone ventaja respecto a otros que también quieran ser aceptados. Se valoran igualmente otro tipo de experiencia, como haber servido como policía, en organizaciones paramilitares, haber trabajado de bombero, etc. Mucho más valioso resulta, lógicamente, contar con experiencia en el combate. «Aumentará sus posibilidades de ser aceptado en caso que la tenga. Se podría considerar experiencia militar la paramilitar o milicias», se indica en la página web de la Legión Internacional de Ucrania.
En todo caso, si, como todo parece indicar, Miguel O. murió en el campo de batalla, el cuerpo no ha sido recuperado, o al menos no está localizado. Según el protocolo del ejército ucraniano, un soldado no está oficialmente muerto hasta que no hay cadáver. En tal caso, se contempla la posibilidad de que el combatiente hubiese resultado herido y que, posteriormente, hubiera sido apresado por el enemigo. El Gobierno de Ucrania tiene una lista con decenas de miles de soldados en esa situación, en paradero desconocido.
Compañeros de armas de Miguel O. han asegurado que su cadáver sí fue recuperado a finales de diciembre pasado, y que desde entonces se encuentra en un depósito en la ciudad de Dnipró, a la espera de que los familiares o miembros del cuerpo diplomático español identifiquen el cuerpo, pero no es lo que se señala desde el Ministerio de Asuntos Exteriores, para el que el soldado se halla «desaparecido».
Tampoco su familia tiene datos ciertos, y se aferra a la esperanza de que Miguel O. se mantenga con vida. Por otro lado, la falta de confirmación de su muerte impide que su esposa pueda solicitar la pensión de viudedad, ni cobrar tampoco la indemnización prevista en caso de muerte. Las familias de soldados caídos en combate reciben 15 millones de UAH –la moneda ucraniana se denomina grivna–, lo que equivale a unos 370.000 euros. Para cobrarlos, los familiares directos han de abrir una cuenta bancaria en ese país y enviar todos los documentos que se les requieran. Manuel Ruiz, hermano de la mujer de Miguel O., reconoció al periódico madrileño que mantienen contacto regular con la embajada española en Kiev y que la Policía ha tomado muestras de ADN al padre y a las hermanas de su cuñado.
Miguel O. es, o era, uno entre el centenar de españoles que han tomado parte en el conflicto. Oficialmente, tres compatriotas han fallecido durante la invasión rusa de Ucrania. Quizás haya que lamentar que este vecino de Meruelo se convierta en la cuarta.
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