La nueva propuesta de Sanidad sobre mascarillas también implicaría cambios en Cantabria

Lo que el Ministerio tenía previsto trasladar ayer en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS) era no obligar a la población a usar mascarilla en playas, piscinas, lagos o embalses durante el baño, la práctica de deporte o en los periodos de descanso en un lugar fijo, pero sí cuando se vaya a dar un paseo.

La cosa ha cambiado en pocos días. Una semana después de que la controvertida normativa fuera publicada en el BOE sin el acuerdo de las autonomías, el departamento que dirige Carolina Darias ha preferido tratar de no forzar la voluntad de las comunidades. Y, así, la mascarilla pasa de ser obligatoria en todo momento a no serlo en los «momentos de descanso» (no se usa la expresión «tomar el sol», pero está implícita, según los técnicos) y siempre que se pueda guardar la distancia de seguridad de metro y medio con otros grupos de personas «no convivientes».

Lo que pretende el Gobierno es modificar el artículo 6.2 de la ley Ley de Prevención contra el Coronavirus, el que se redactó y aprobó en los primeros días de la pandemia y el confinamiento y que establecía el uso de la mascarilla en todos los casos en espacios públicos. Ha pasado el tiempo y hay que actualizarlo. «Modular esa ley», decía ayer el consejero de Sanidad de Cantabria, Miguel Rodríguez cuando le preguntaron por la postura que tomará la región en este asunto. Se mostró cauto por ver finalmente qué les presentan y si se aprueba o no en los términos actuales, pero dejó también clara su postura. «Yo, permítanme la expresión, soy muy 'segurata'. A mí me gusta todo lo que intente evitar la transmisión de la infección y está claro que llevar mascarilla ha sido un elemento fundamental en la contención. Sólo tienen ustedes que ver que este invierno no hemos tenido gripe y eso es en gran parte por el uso de la mascarilla. No hay ninguna duda de que es preventiva. Lo que tenemos que ver es que si, en algún ámbito, no es imprescindible, se puede también facilitar la vida de los ciudadanos, pero siempre pensando en evitar la transmisión».

El caso es que la propuesta sí que afecta a la norma que ya estaba clara en la cabeza de los cántabros y que se aplicó el pasado verano en las playas. Que había que llevarla al entrar y al salir de la playa, pero no tomando el sol y tampoco al pasear por la orilla si se mantenía en ambos casos la distancia de seguridad con los no convivientes. Y ahora, para darse el paseo, sí que tendrían que ponérsela en cualquier caso. De acordarse esta norma en el Consejo e incluirse en el texto de la Ley, su cumplimiento sería obligatorio para todos.

La propuesta dice que los ciudadanos tampoco podrán descubrirse la boca en los vestuarios de las piscinas u otros espacios de ocio similares, sean públicas o comunitarias. Únicamente en el habitáculo de la ducha. Además, en los establecimientos de restauración de las zonas de ocio veraniego, como en el resto de la hostelería, seguirá en vigor la obligación taxativa de llevarla mascarilla excepto en el momento concreto de la consumición. Eso aquí no supone ningún cambio.