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La suerte de un chucho vagabundo en la región puede ser completamente distinta dependiendo del municipio. Así, por ejemplo, si es recogido en Castro Urdiales, Laredo o Santoña, donde rige el 'sacrificio cero', acabará en una protectora, o quizás en un nuevo hogar de ... acogida. Si eso ocurre en otros es posible que no haya final feliz: tras un tiempo de estancia en la perrera municipal, y si nadie se hace cargo de él, puede ser sacrificado sin contemplaciones, aunque se trate de un animal perfectamente sano, algo que los ayuntamientos donde se practica se niegan a reconocer. Con la nueva ley de protección y derechos de los animales, cuyo anteproyecto ya ha hecho público el Ministerio de Derechos Sociales, quedará prohibido matar mascotas sin justificación, un acto que acarreará multas de 100.000 a 600.000 euros.
Esta nueva normativa, que, después de seguir su tramitación, podría estar aprobada en 2023, pretende no solo asegurar el bienestar de los animales, especialmente los de compañía, sino también evitar el grave problema de su abandono: según el Ministerio, en España hay 13 millones de mascotas registradas, y se calcula que hay otras tantas fuera del control oficial. Se estima que cada año son abandonadas unas 300.000.
La necesidad de proteger a estos animales, que en el nuevo texto ascienden de la categoría de cosas a la de «seres sensibles», y de evitar su maltrato, hasta la fecha castigado con penas irrisorias, es algo comúnmente aceptado, pero hay otros aspectos de la futura ley que no terminan de convencer a todo el mundo.
Por dar algunas pinceladas, el nuevo texto prohíbe la crianza, que será tarea exclusiva de profesionales, y los dueños de ejemplares de la misma especie y distinto sexo que convivan habitualmente estarán obligados a esterilizarlos; además, se exigirá un cursillo para poder tener perro. La regulación veta también la cría y comercialización de especies salvajes extranjeras y prohíbe a zoológicos y delfinarios la adquisición de nuevos animales no autóctonos. Aquellos tiempos en los que Ángel Cristo controlaba con el látigo a los leones del circo también son historia, y es posible que los Reyes Magos deban cambiar de montura en las cabalgatas. Estos son solo algunos de los aspectos que más polémica e inquietud han suscitado.
Bernardo Colsa, director de Cantur, la empresa pública responsable del Parque de la Naturaleza de Cabárceno, opina que en el Ministerio «han optado por apoyarse en los colectivos animalistas para la elaboración de la norma y no han contado con otras partes a las que también afecta la normativa». Aunque considera que el parque cántabro no se ajusta a la definición de zoo convencional, el servicio jurídico de Cantur «ya está estudiando el texto y, en función de sus conclusiones, se presentarán observaciones en la fase abierta de información pública».
Bernardo Colsa | Director de Cantur
Así como la regulación relativa a la tenencia de animales silvestres no parece que vaya a suponer un problema para el parque, «sí nos produce alguna duda lo relativo a los traslados y el respeto a los vínculos emocionales del animal; a veces, el comportamiento animal sorprende y no queda otro remedio que realizar traslados que rompan esos vínculos emocionales; de seguir así el articulado, el desarrollo reglamentario de la norma será fundamental para tratar un asunto clave en recintos como Cabárceno, que ejerce un papel muy importante, referente, en la conservación de especies y el mantenimiento de los cánones genéticos, lo que exige numerosos traslados. Son traslados con los que se evita la consanguinidad, por ejemplo».
«El espíritu general de reconvertir los zoos en centros para la introducción de especies autóctonas está bien, pero una instalación de ese tipo es mucho más y debe verse como algo más», defiende Colsa, para quien «el borrador anuncia, pero no concreta mucho».
Mucho más duro se muestra el director del Zoo de Santillana del Mar, José Ignacio Pardo de Santayana, para quien la nueva ley solo puede haber sido diseñada «por extraterrestres». «No entiendo que una persona que sepa lo que pasa por el mundo la pueda hacer».
José Ignacio Pardo de Santayana | Director del Zoo de Santillana
«La conservación de las especies es cada día más necesaria, porque hay muchas que están desapareciendo, y eso es una labor que no puede hacer un zoo a nivel regional: la colaboración es fundamental y en los próximos años hará falta más. ¿Un zoo tiene que tener solo animales de su país? ¿El Zoo de Barcelona ha de dedicarse solo a criar el sapillo del Montseny y el sapillo balear? Pues no, hay especies que hay que sacar adelante entre todos, y para mantener unas poblaciones sanas genéticamente hay que traer y llevar animales. Nosotros no compramos animales, somos depositarios. Un animal puede haber nacido en Berlín, Viena o San Petersburgo, y si aquí hay una hembra que es idónea, un coordinador internacional se encarga de mandar a su pareja».
«Los zoos han salvado un montón de especies: el bisonte europeo, el caballo de Przewalski... y en el futuro tendrán que salvar muchas más porque desaparecen en libertad y solo en cautividad es posible que sobrevivan. Y eso no lo puede hacer el Estado: ahora está intentando salvar al urogallo y no lo va a conseguir, porque no saben hacerlo, no están coordinados con otros centros. Hay cosas que se han hecho bien, como la cría del lince en cautividad, que ahora está presente en varias regiones. Pues imagínese que cada región solo pudiera tener a los suyos. Pues no habría linces en La Mancha, ni en Portugal... es algo elemental».
Tampoco aprueba el director del Zoo de Santillana la prohibición de la cría doméstica de animales de compañía. «En una familia, a un animal de compañía se le quiere como a un hijo, y es lógico que quieran tener su descendencia. Que esté prohibido cortar las orejas y el rabo de un perro al nacer, pero después obliguen a esterilizarlo, me parece demencial».
Las tiendas de mascotas se verán afectadas directamente por la nueva ley. Lo dice Jessica Trueba, gerente de Crazy Zoo, un establecimiento especializado donde pueden adquirirse, entre otros animales, pájaros, roedores como hámsters y conejos, y reptiles -tortugas, ranas, gecos...-: «A nosotros, solo nos dejarían los peces».
«Esto es el fin de las mascotas en general. Si no hay lugares especializados, la gente se pondrá a criar por su cuenta, con cesiones entre particulares, sin supervisión veterinaria ni control de especies, y sin poder dar una garantía sanitaria. En las tiendas, en cambio, sí existe ese control, se lleva un registro».
Según Eva Ceballos, responsable de la asociación Galgos de Casa y vicepresidenta de la Federación para la Defensa Animal (DEAN), la nueva ley de protección animal «es oro molido».
«Se trata de un gran salto cuantitativo y cualitativo, porque la legislación actual es muy deficiente: las penas y condenas por maltrato son insuficientes y generalmente no se cumplen. A todos los niveles es un avance en la protección animal. Lo más importante es que contempla el 'sacrificio cero', y que considera a los animales como seres sintientes: antes eran cosas y no hay que olvidar las consecuencias».
Asegura que la cría incontrolada es «la causa número uno del abandono y el maltrato animal, y para atajar el problema hay que empezar por el origen: cuando los perros se crían en casa, el propietario quiere tener el suyo. Pero en una camada no nace solo uno: son seis, ocho, diez... ¿Qué ocurre con el resto? A menudo se reparten entre amigos, sin control ni criterio. Igual uno o dos tienen suerte, pero el resto acabará abandonado y en la perrera».
«Todo el mundo tendrá sus opiniones, pero para las protectoras se trata de un paso en firme, que obliga a los ayuntamientos a controlar y gestionar los animales abandonados –solo 36 municipios de la región tienen contemplada su recogida–, y sienta un precedente para todas las leyes autonómicas que deban salir. En Cantabria hay una ley que lleva cuatro años guardada en un cajón, y que ahora deberá adaptarse a las nuevas circunstancias».
«Nos sentimos indignados con esta ley: con lo que cuesta que te den los permisos, pagarlos, cumplir con las exigencias en las instalaciones, con los controles de plagas, los veterinarios... y ahora te dicen que ya no vas a poder hacer nada. Para poder tener esta tienda nosotros debemos crear un núcleo zoológico, que requiere una inversión y tramitar unos permisos que deben ser aceptados en Ganadería, y se tardan meses».
«A mí me parece bien que haya más control de los animales que se venden, que se sepa dónde va cada animal. Nosotros llevamos un libro de registro, pero cuando viene una inspección lo único que hacen es preguntar si lo tienes. Es razonable que se regule qué especies se pueden vender y cuáles no, pero no eliminar todas de su canal especializado de comercialización».
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