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La goleta, atracada este lunes en el puerto de Laredo.

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La goleta, atracada este lunes en el puerto de Laredo. María Gil Lastra

La nueva vida de ‘Atyla’

La goleta 'Cantabria Infinita' atraca en el puerto de Laredo convertida en un barco-escuela | El velero que contrató el Gobierno de Revilla y desechó el de Diego se somete a revisión antes de comenzar una nueva singladura

NACHO GONZÁLEZ UCELAY

Santander

Martes, 3 de abril 2018, 07:07

La goleta ‘Atyla’, así rebautizada tras su fallida singladura como ‘Cantabria Infinita’, atracó este lunes en el puerto de Laredo para dejarse ver unas horas antes de poner rumbo a la vecina Santoña, donde la embarcación va a efectuar una parada técnica de una semana. Luego reemprenderá su actividad, a caballo entre la aventura náutica y la formación, tiñendo los mares de rojo escarlata.

Debe ser, su característico color, lo único que queda de aquel velero que el Gobierno de Revilla contrató en el año 2005 para vender la riqueza del mar desde el propio mar y del que el Gobierno de Diego se desprendió luego, en el año 2012, por considerar inviable económicamente el proyecto.

Rea de su historia, de una historia que no discurrió para nada bien –mantener el contrato en vigor costó 300.000 euros anuales a los cántabros y romperlo antes de tiempo otros 246.000 por orden del juez– y que le será recordada siempre que asome su proa por estos mares, la goleta ‘Cantabria Infinita’ explora ahora otros caminos ocultándose bajo otra vida, bajo otro pabellón y bajo otro nombre.

Se llama ‘Atyla’ porque ése era el nombre del perro de su armador, Esteban Jiménez, que al año de naufragar el ‘Cantabria Infinita’, en 2013, y con ayuda de uno de sus sobrinos, Rodrigo de la Serna, se llevó su barco al Mar Mediterráneo.

A finales de aquel mismo verano, el velero participó en la «Mediterranean Tall Ships Regatta 2013», regata que inició como lo que era, una hermosa goleta de madera construida siguiendo los estándares artesanos de los carpinteros de ribera condenada a un incierto futuro, y que concluyó como lo que ha terminado siendo, un hermoso barco escuela readaptado para la formación de futuros líderes.

El velero

  • Nombre: 'Atyla’.

  • Año de construcción: 1980/84.

  • Lugar de construcción: Lekeito (Vizcaya).

  • Bandera: Vanuatu.

  • Tripulación: Internacional.

  • Aparejo: Goleta de velacho.

  • Dimensiones: Eslora, 31,28 metros; manga, 7 metros; calado, 3,2 metros; altura, 25 metros.

  • Capacidad en viajes oceánicos: 24 personas: 4 tripulantes profesionales, 1 coach, 3 facilitadores y 16 aprendices.

  • Capacidad en viajes cortos: 80 personas.

Por 600 euros

Al refugio de su propia fundación, la Fundación Barco Escuela ‘Atyla’, la goleta navega hoy en día como una organización sin ánimo de lucro dedicada precisamente a eso, a formar en la cultura marina a personas de diferentes edades, nacionales y clases sociales.

«Cualquiera se puede embarcar. De hecho, esa es una parte del encanto de este tipo de viajes», asegura el jefe de operaciones del barco, Alfonso Garzón.

Cualquiera que pueda pagar entre 500 y 700 euros, que es lo que cuesta hacer un viaje en el ‘Atyla’ (los precios oscilan según la ruta), «y cualquiera que en verdad no se lo pueda permitir», afirma Garzón, «porque nuestra fundación cuenta con un programa de becas de las que estas personas sin recursos se pueden beneficiar».

Por ese dinero, o incluso gratis, ‘Atyla’ ofrece a quien suba a bordo «una experiencia única como lo es navegar en este pedazo de barco», y, por otro lado, el más importante, «una oportunidad de trabajar habilidades tan necesarias para la vida como son la inteligencia emocional, la comunicación, la responsabilidad o el liderazgo».

En esa evidente combinación del turismo de aventura con el aprendizaje y con la formación personal, la fundación ha previsto una cadena de viajes que llevarán al ‘Atyla’ a Francia, a Bélgica, a Reino Unido, a Irlanda, a Noruega y a Holanda, países en los que la embarcación realizará varias escalas durante una temporada que arrancará el próximo 28 de abril.

Y por eso, porque quiere garantizar una travesía sin más contratiempos que los que le salpique el mar, aquella hermosa goleta que se sumergió en la infinidad de Cantabria, descansará estos días en el dique seco de Santoña.

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