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La historia de la Grúa/draga Priestman es la de la expansión de los muelles de Santander. Así que, cuando uno camina por el de Calderón, paseando bajo el Centro Botín mirando hacia Puertochico, o cuando lo hace por Raos, está pisando el trabajo de aquellas máquinas de vapor que, en su momento, allá por finales del siglo XX y gran parte del XX, fueron tecnología punta y ayudaron como el que más a construir el Santander que hoy conocemos. El único ejemplar que queda, ubicado en la zona de Raos desde 1995, cuando fue restaurada y expuesta como vestigio de la historia de la capital cántabra, ha conocido tiempos mejores. Bastante mejor, de hecho. Tanto es así que la asociación Hispania Nostra, asociación sin ánimo de lucro que se dedica a defender, promocionar y poner en valor el patrimonio cultural y natural de España, la ha incluido en su lista roja. Un vistazo a la ficha de este bien histórico en la web de la entidad lo resume categóricamente: «El estado actual es catastrófico». Y lo es, como atestiguan las fotos que retratan el abandono que sufre la draga y los numerosos desperfectos que sufre en todos su estructura y elementos, desde la cubierta, hundida por completo, hasta el motor, que reposa en el fondo del casco debido a la falta de soportes. También la grúa, elemento central de la embarcación, ha cedido al peso y la falta de mantenimiento y se encuentra caída y apoyada en la borda.
Pese a que la asociación Red de Patrimonio Industrial de Cantabria trató hace años de mediar con la Autoridad Portuaria para alcanzar un acuerdo para restaurar la pieza a través de «un convenio de cesión temporal a la asociación para que gestionase la rehabilitación, con aporte del 50% del presupuesto por la propia Autoridad Portuaria, pero las condiciones leoninas, no negociables, que imponían a esta asociación sin ánimo de lucro y escasos recursos, hicieron imposible llegar a un acuerdo, al exigir el cumplimiento de unos compromisos y responsabilidades que la misma Autoridad Portuaria había hecho dejación durante más de 20 años». Ante estas circunstancias, desde la asociación resaltan que «es más que probable, así se expresaron en un primer momento, que sea achatarrada y nadie se entere, por estar en una ubicación a la que solo puede acceder personal portuario o autorizado».
La de la draga Priestman no es la única novedad de la lista roja de Hispania Nostra en Cantabria. El otro bien cultural e histórico que ha entrado a formar parte de este triste listado son las tumbas medievales de la ermita de Cintul, en Cos, un pequeño barrio de la localidad de Mazcuerras. Desde Hispania Nostra han recogido testimonios de algunos de los vecinos del lugar, quienes aseguran que, dado que las tumbas se ubican en el exterior del templo, «es frecuente que las pise el ganado», un hecho que también corroboran asociaciones en defensa del patrimonio cultural.
Más allá de los sepulcros, la propia ermita, que data del siglo XII, también afronta un serio peligro dado su avanzado estado de deterioro.Según denuncian desde la entidad, su tejado «se hundió en algún momento posterior a la década de los años 60 del pasado siglo, cuando se sabe que se usaba de establo». Asimismo, alertan de que «las paredes han comenzado a agrietarse, por lo que la bóveda de crucería podría ser la próxima en venirse abajo».
Los de la grúa Priestman y la ermita de Cintul no son, por desgracia, casos aislados en la 'lista roja' de Hispania Nostra, que incluye más de 1.200 bienes patrimoniales en toda España, de los cuales 48 se encuentran en Cantabria. Edificios como la Casa palacio de Bustamante Rueda en Alceda, la Torre de Rebollar en Arnuero, la ermita de San Vicente del Campo en Liérganes, el Sanatorio del Doctor Diego Madrazo en Vega de Pas, la Ferrería La Pendía en Las Rozas de Valdearroyo o las pinturas murales de la Ermita de Nuestra Señora de la Concepción y San Sebastián en Riva son algunos de los ejemplos que atestiguan el paulatino abandono que sufre una parte importante del patrimonio histórico de Cantabria.
Hispania Nostra publica, además de la 'lista roja', en la que se incluye «elementos del patrimonio cultural español que se encuentran sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores, con el objetivo de darlos a conocer y lograr su consolidación o restauración», una lista negra -aquellos bienes ya perdidos- y otra verde -centrada en los que han sido recuperados o restaurados. En el primer caso destacan dos casos, como son el ala oeste del Antiguo Hospital Militar de Santoña, y la Casa de Pico de Velasco o de los Godos en Caransa.
LISTA ROJA (edificios en grave riesgo)
Grúa/draga Priestman (Santander)
Ermita de Cintul (Mazcuerras)
Sanatorio del Doctor Diego Madrazo (Vega de Pas)
Palacio de los Bracho (Comillas)
Ferrería la Pendía ( Las Rozas de Valdearroyo)
Casa Torre de Diego Cacho (Laredo)
Pinturas Murales de Nuestra Señora de la Concepción (Riva)
Sanatorio de la Isla de Pedrosa (Marina de Cudeyo)
Casa Torre de los Cossio Barreda (Valdeolea)
Casa Panteón del Alvear (Voto)
Ermita de La Herrán
Palacio de Hoyas
LISTA NEGRA (edificio perdido e irrecuperable)
Ala oeste del antiguo Hospital Militar de Santoña
En cuanto a la 'lista verde', contempla, como la negra, dos casos de éxito en el cuidado y conservación del patrimonio histórico y cultural de Cantabria. El primero de ellos es el Palacio de los Acebedo en Hoznayo, mientras que el segundo tiene como protagonista a la Torre de Ruerrero en Valderredible.
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