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Alberto Aja
Nuevo curso, nuevos maestros: de las oposiciones a las clases

Nuevo curso, nuevos maestros: de las oposiciones a las clases

Cuatro perfiles diferentes unidos por la felicidad de haber alcanzado el sueño que buscaban desde hace años

Lunes, 9 de septiembre 2019, 07:11

Marta Portilla, Eva Gutiérrez, Víctor Terceño y Felipe Manteca son cuatro de los 564 docentes que han logrado plaza fija en el sistema educativo cántabro en las oposiciones del cuerpo de maestros celebradas este verano, que pusieron en juego la oferta de empleo público más numerosa de la historia de la región en el campo de la enseñanza. Cuatro perfiles diferentes unidos por la felicidad de haber alcanzado el sueño que buscaban desde hace años, el de ayudar desde la escuela al desarrollo y aprendizaje de los más pequeños. Por el camino han quedado incontables horas de estudio, oposiciones fallidas, años de interinidades de un lado para otro, incertidumbres, esperanzas y sinsabores. Pero eso ya es historia. Recuerdos que hacen más preciada la recompensa. En el curso que hoy da comienzo trabajarán como funcionarios en prácticas en distintos colegios de Infantil y Primaria de la región, y el próximo ya conocerán su destino definitivo. Una estabilidad laboral que les aporta una incalculable tranquilidad para poder planificar su vida. Desde los centros donde hoy conocerán a sus alumnos, comparten las ilusiones de un curso muy especial.

Víctor Terceño | Colegio El Haya (Villabáñez)

«La plaza da una gran estabilidad para poder planificar tu vida»

Víctor Terceño. Alberto Aja

Tiene que tirar de memoria para acordarse de todas las veces que se ha presentado a oposiciones docentes. «Las primeras fueron en 2009, cuando concurrí a las de Educación Física», rememora. Y después también lo hizo a las de Educación Infantil y Primaria –posee ambas especialidades–, a las de Secundaria... En Cantabria y en otras comunidades. Y entre unas pruebas y otras, iba acumulando cursos como profesor interino. Hasta cinco. Un año aquí, otro allá... Trabajar y estudiar, estudiar y trabajar. Un largo y duro camino –en ocasiones desasosegante– al que Víctor Terceño Rodríguez ha logrado poner fin este verano. A sus 34 años ha logrado la tan buscada plaza fija que perseguía en el sistema educativo cántabro. «La verdad es que llevaba tiempo intentándolo...», comenta irónico. Y la ha logrado en Educación Física, allí donde dio los primeros pasos de este tránsito, profesional y vital.

«Supone una tranquilidad tremenda, y más después de tantos intentos. La estabilidad que te aporta te permite tener un enfoque de la vida mucho más claro y te puedes plantear otros objetivos», explica. «En definitiva, puedes planificar tu vida, no creo que haya nada más importante», comenta Terceño desde el CEIP El Haya de Villabáñez (Castañeda), donde este curso 'pondrá en forma' a todos los alumnos de la etapa de Primaria –excepto a los de 3º–. Ocho grupos y más de un centenar de niños y niñas de distintas edades, lo que obliga a preparar las clases de muy distintas formas. «Desde los juegos para desarrollar la motricidad gruesa, las habilidades básicas y la lateralidad» con los más pequeños, «hasta la iniciación predeportiva para el desarrollo de habilidades específicas» con los cursos superiores. «Es apasionante», destaca.

Afronta el inicio del curso «con más ilusión que nunca» por el cambio de estatus, con «muchas ganas» y «feliz de tener la oportunidad de disfrutar de la que es mi pasión». Pero «en lo demás, todo es igual que cuando eres interino: la relación con los compañeros es la misma, las clases...». «Bueno –intercede–, lo que sí cambia es que ya no tengo que estudiar», sonríe. Ya no hay oposiciones al fondo del camino, ese listón está ya superado.

Sobre el calendario escolar de Cantabria, sometido a discusión desde su implantación, considera que es «beneficioso» para los alumnos. «Los descansos cada dos meses ayudan en el día a día del desarrollo de las clases y a los escolares les viene bien», analiza Terceño, que decidió ser docente «desde que tengo uso de razón. Toda la vida he querido trabajar dando clase, siempre lo he tenido muy claro», incide.

Su experiencia en las oposiciones le permite tener una visión clara sobre el proceso de acceso al empleo público docente. ¿Hay que cambiarlo? «Es difícil, porque es un entramado muy complejo que afecta a muchos distintos cuerpos y especialidades docentes y requiere de una reflexión profunda. Puede que no sea el mejor sistema, eso es cierto, pero es el mismo para todos. Cuando sabemos las reglas del juego, lo que tenemos que hacer es adaptarnos a ellas», apunta.

Marta Portilla | Colegio Cuevas del Castillo (Vargas)

«Cumplo el sueño que tenía desde pequeña»

Marta Portilla. Alberto Aja

Marta Portilla Tejería está viviendo una etapa llena de novedades. A sus 28 años, era la primera vez que se presentaba a las oposiciones y logró alcanzar una de las 266 apreciadas plazas de Educación Infantil que se ponían en juego y a las que aspiraban más de 1.600 docentes. Y a partir hoy, se pondrá por primera vez delante de sus alumnos, trece niños y niñas de apenas tres años. «Está muy bien, es un número reducido para empezar», confiesa. La ilusión supera claramente a los nervios, si es que ambas sensaciones se pudieran medir. «Estoy muy contenta, con muchas ganas de empezar y de cumplir mi sueño», reconoce desde el colegio donde se estrena como maestra: el coqueto CEIP Cuevas del Castillo, en Vargas (Puente Viesgo), donde este curso desempeñará su obligatorio periodo de prácticas.

«Un sueño», recalca. Porque ella siempre ha querido ser lo que ya tiene entre manos. Desde pequeña le gustaba la idea. Lo tenía claro. Y no hubo nada que la hiciera cambiar de opinión. «Desde que terminé el Bachillerato, todo lo que he estado estudiando era para ser maestra, para aportar a los niños y niñas las herramientas para que puedan desarrollarse», explica.

Calma. Esa es la sensación que siente Portilla tras haber sacado plaza fija en las recientes oposiciones. Un puesto para toda la vida. «Te permite mirar con tranquilidad el futuro y planificar con seguridad tu vida. E iniciar realmente el trabajo para el que has estado estudiando», relata.

Ella fue una de los 564 docentes que han sacado plaza en Cantabria, pero muchos otros se quedaron por el camino. El 78% de los docentes –teniendo en cuenta todas las especialidades– no superaron ni siquiera la primera fase de las pruebas, cifras que han vuelto a levantar las críticas de los docentes y de los sindicatos, que reclaman al Ministerio de Educación modificaciones en el sistema de evaluación y en los temarios. Portilla también comparte que el sistema es «mejorable». «Se necesita analizar el hecho de cómo se está evaluando, influye mucho el tribunal que te toque porque cada uno tiene un criterio y es muy subjetivo. Pero un mismo tribunal tampoco puede valorar a todos los candidatos, así que es complejo saber cuál sería la fórmula ideal. En cualquier caso, sí tendría que haber una mayor uniformidad», opina. Sin embargo, no considera que hacer un examen tipo test en la parte teórica sea «la solución».

Apuesta Marta Portilla por dar continuidad al actual modelo de calendario escolar implantado en Cantabria hace cuatro cursos, ya que entiende que es bueno para los alumnos, pedagógica y personalmente. «No lo he podido comprobar aún dentro de un centro, este año podré opinar con más argumentos, pero he estado viviendo en Inglaterra y he estado con niños que tienen un calendario similar, aunque más extenso porque tienen menos vacaciones de verano, y lo que puedo decir es que están mucho mejor con ese modelo, porque no llegan a mayo como llegaban los nuestros, tan cansados, no podían más», reflexiona.

Felipe Manteca | Colegio Manuel Lledías (Cartes)

«Es una recompensa al esfuerzo de tantos años»

Felipe Manteca. Alberto Aja

Recorre el patio del CEIP Manuel Lledías, en Cartes, rememorando la larga travesía que le ha llevado hasta allí. Hay que retrotraerse a 2009 para encontrar las primeras oposiciones docentes a las que Felipe Manteca Cayón se presentó, las de Educación Física. Han tenido que pasar diez años hasta que se han vuelto a ofertar plazas de esta especialidad en Cantabria, una oportunidad que ahora sí ha podido aprovechar. Una década por el medio en la que también opositó para ser maestro de Primaria, enlazó distintas sustituciones y trabajó seis años de interino, de centro a centro a lo largo y ancho de la región. Un camino con picos y valles, orográficos y emocionales, porque había momentos en los que cundía «el desánimo».

Por eso le sabe tan bien la plaza alcanzada este verano, una de las 35 que se ponían en juego en Educación Física y a las que concurrieron más de 300 aspirantes. «Sabe a recompensa al esfuerzo realizado durante tantos años, sabe a tranquilidad...», manifiesta. Porque como interino, «nunca sabes dónde vas a estar, cada curso era una incógnita. A partir del próximo año –una vez complete las prácticas– voy a tener un colegio de forma estable y definitiva para toda mi trayectoria. Ya no tienes que estar pendiente de estudiar a la vez que trabajas, de opositar, de las vacantes...», reflexiona. Razones personales a las que suma otra profesional. «Podré ver curso a curso la evolución de los niños y niñas, da rabia trabajar un año con ellos y perder el contacto al siguiente al tener que cambiar de centro», lamenta.

Manteca tendrá este curso a su cargo cuatro grupos de 3º de Primaria, tres de 4º y uno más de 5º, ante los que estrenará su nueva condición. «Está claro que en este inicio de curso sí tienes un poco más de ilusión porque has conseguido tu objetivo de estar estable, pero luego el trabajo es el mismo que cuando eras interino. Lo voy a hacer exactamente igual que hasta ahora, con la misma profesionalidad y pasión», comenta. Una pasión, la docencia, que no es vocacional, porque, según confiesa, «siempre quise ser veterinario». Pero no tenía nota suficiente para acceder y se decantó por la Biología. Pero no le enamoró. Así que era hora de cambiar. Y como siempre ha sido «muy deportista», buscó una disciplina donde se sintiera realizado. Y se centró en el Magisterio en Educación Física. Y no se equivocó. «Me gusta mucho el deporte y trabajar con niños, por lo que estoy muy feliz», sentencia.

A pesar de haber sacado la plaza, Manteca también defiende que hay cambiar el sistema de las oposiciones docentes. «No es normal que haya habido especialidades –en referencia a Audición y Lenguaje– donde hayan superado la primera fase menos opositores que las plazas que se convocaban, y queden al final vacantes. Me llama mucho la atención que no haya al menos 44 personas –los puestos ofertados– que sean aptas para trabajar cuando llevan mucho tiempo haciéndolo y tienen experiencia», se cuestiona. Por eso centra su principal crítica en los criterios de calificación, que «son muy generales y ambiguos, y no sabes muy bien qué están evaluando».

Eva Gutiérrez Colegio Valle de Reocín (La Veguilla)

«Es maravilloso, impagable, trabajar con niños y niñas»

Eva Gutiérrez. Alberto Aja

«Es maravilloso trabajar con niños y niñas», responde sin dudar Eva Gutiérrez Abascal. Ella lo hará este curso con 24 alumnos de 3º de Primaria del CEIP Valle de Reocín, ubicado en la localidad de La Veguilla. Allí cumplirá su año de prácticas tras haber aprobado las oposiciones. Detalla que lo que más la gusta es «su frescura, su inocencia... Tienen una facilidad maravillosa para alegrarte el día en un segundo, son impagables las ganas que tienen de mostrarte cariño continuamente, no son nada egoístas, te dan todo sin nada a cambio...». Da la sensación de que podría estar horas enumerando razones.

Esta joven maestra, de 29 años, afronta el inicio de curso con «la cabeza dividida», afirma expresiva. «Por un lado, con la tranquilidad y la seguridad que aporta haber conseguido la plaza, de saber que no voy a tener que estudiar más y de que ya tengo mi por qué, mi razón de ser, para toda la vida. Pero por otra parte, este año de prácticas no es un año al uso porque vas a estar mirada con detalle y, quieras o no, lo desconocido crea incertidumbre», reflexiona.

En su caso, «a la tercera fue la vencida». Aprobó las dos anteriores oposiciones a las que se presentó –también de Educación Primaria–, «pero había tan pocas plazas convocadas que era imposible lograrlas, porque no tenía puntos de experiencia». Así que inició el camino de la interinidad: seis años ha estado trabajando así. Un camino en el que, según reconoce, «tuve bastante suerte, porque casi todas las sustituciones que he realizado fueron de año completo, no como otros compañeros que han estado dando tumbos: un mes en un sitio, el siguiente en otro, después en otro...».

Su experiencia en las oposiciones la anima a valorar que el sistema «es ¡muy, muy, muy, muy mejorable!». «Y ponlo entre exclamaciones», exhorta Gutiérrez. ¿Las razones? Es un proceso totalmente subjetivo. Este año he visto caer a gente muy bien preparada que se lo merecía igual que yo e igual que el resto de gente que ha aprobado. El presentarse a una oposición requiere muchísimo esfuerzo y que se vea truncado así...». Como posibles cambios, apunta una serie de ideas: «deberían valorar hacer un examen tipo test en la parte inicial. Que hagan una primera criba, pero que sea objetiva, algo que es imposible con un temario tan abierto como el actual». Un sistema que, añade, «tampoco es bueno para los profesores que forman los tribunales y nos corrigen; en definitiva, no es bueno para ninguna de las dos partes».

Relata, emocionada, que su vocación docente se cimentó en torno a dos referentes: Inma, la maestra que tuvo de pequeña en la escuela unitaria de Barcenaciones –llamada Pato Donald–, que, por desgracia, falleció con su hijo en un accidente de tráfico; y su prima Aurora, que es también maestra. «He intentado seguir los pasos de ambas», indica.

Eva Gutiérrez se apoya en sus años de interina para concluir que el calendario escolar de Cantabria es «beneficioso» para los alumnos, que es lo que «más debería importar».

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