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Una lluvia breve pero intensa en torno a las once de la noche aminoró aún más las pocas incidencias que se estaban desarrollando durante las últimas horas del viernes. Para evitar disturbios como los ocurridos la semana pasada, un amplio despliegue policial ocupó ... la plaza del Ayuntamiento de Santander y otras zonas céntricas de la capital ciudad y de Torrelavega. Pero para alivio de los agentes, apenas hubo que lamentar incidentes y la noche fue más similar a la de cualquier otro fin de semana que a la del viernes pasado, cuando decenas de jóvenes protestaron contra las restricciones de horarios enfrentándose a la Policía, quemando contenedores y rompiendo mobiliario urbano.
Aunque fue una velada bastante apacible, los agentes sí tuvieron que participar en algunos incidentes. En Torrelavega, la Policía Nacional identificó y propuso para sanción a un grupo de 16 jóvenes que estaban reunidos en un garaje. En Santander, identificaron a varios grupos por incumplir las restricciones de hora, «pero que no tenían intención de actuar contra mobiliario urbano», apuntan fuentes del cuerpo. Por su parte, los agentes municipales de la capital cántabra pusieron 19 denuncias por botellón y otras 19 por incidencias relacionadas con el covid, como no usar la mascarilla, no cumplir con el toque de queda o moverse más allá de las restricciones marcadas por la ley. El único incidente que se puede relacionar con disturbios fue la detención de dos personas que entraron a robar en un establecimiento comercial ubicado en la calle Vargas, en la que participaron conjuntamente nacionales y locales.
Desde las últimas horas de la tarde del viernes hasta las primeras horas de la madrugada del sábado, tres furgones de la Policía Nacional custodiaron la plaza del Ayuntamiento de Santander, escenario que una semana antes presenció los fuertes disturbios. Aunque estos tres vehículos estuvieron fijos en esta ubicación, otros tantos rondaban la zona y las calles aledañas. Pero apenas tuvieron que actuar. A medida que pasaban las horas, la afluencia de gente iba bajando. Personas sacando a sus mascotas, parejas de paseo y algunos grupos de jóvenes que volvían a casa. Si ya había poco movimiento a pesar de la buena temperatura, la breve lluvia que se produjo a las once vació aún más la zona y los agentes se quedaron prácticamente solos.
Donde sí había mucho movimiento era en las calles con más hostelería de Santander, como Cañadío, Peña Herbosa y Río de la Pila. Aprovechando la 'tarde-noche' y las horas previas a la lluvia, las terrazas estuvieron llenas hasta las once. Como viene siendo habitual desde que se adelantó el cierre de bares y restaurantes, los agentes se acercaron a algunas de las zonas más masificadas para dispersar a la gente y pedirles que abandonasen las calles lo más rápido posible. La plaza de Cañadío se llenó de todos aquellos que estaban en los establecimientos de alrededor y se desencadenó alguna pelea. Entre otros, se denunció a un hombre por dar patadas a un vehículo de Cabify que fue hasta la plaza para recoger a un grupo de chicas. Aunque durante los primeros minutos tras el cierre sí hubo movimiento, los agentes consiguieron despejar la zona rápidamente. También acudieron a algunos bares que no desalojaron a la hora marcada por la ley para urgir a los propietarios a que cumplieran la normativa.
La noche del viernes fue la última en la que los hosteleros pudieron atender a sus clientes dentro y fuera de bares y restaurantes. A las 0.00 horas del sábado, entró en vigor la nueva norma de reducción de aforos y limitación de la hostelería a las terrazas. Ahora, únicamente los negocios con mesas en el exterior podrán seguir atendiendo a su clientela. Al menos, hasta el 18 de noviembre y a la espera de que la situación sanitaria mejore.
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