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El radar de tramo que la Dirección General de Tráfico proyecta en la autovía A-8 que une a Santander y Bilbao –entre la localidad de Castro Urdiales y el viaducto de Ontón– y que iba a entrar en funcionamiento a lo largo de este verano ... (primero en julio, luego en agosto), no estará operativo al menos hasta el próximo mes de septiembre, que es cuando está previsto que el aparataje que se está instalando estos días al borde mismo del tramo de vía en cuestión supere todas las revisiones que tiene que pasar.
«Durante estos días se están montando los equipos. En septiembre pasarán las revisiones de metrología. En cuanto tengamos información más precisa, se la pasaremos a los medios», indicó a principios de semana –y en un sucinto mensaje de texto– el jefe provincial de Tráfico, José Miguel Tolosa, quien rehusó responder luego si con ello quiere dar a entender que el radar no estará operativo al menos hasta septiembre.
6 El dato
kilómetros de largo tendrá el tramo que vigilará el radar entre Castro Urdiales y Ontón.
Siendo esto lo más probable, considerando que esos controles a los que alude el jefe provincial son indispensables para que el detector sirva como prueba fehaciente a la hora de denunciar, el radar de tramo Saltacaballo no entrará en servicio este verano, tal y como se anunció en abril (cuando fue desvelada esta obra) y, casi seguro, no comenzará a sancionar hasta venido el otoño, pues, como ya recordó en su día el propio responsable de Tráfico, «lo lógico es que se conceda un margen de tiempo a los conductores para que terminen de conocer el radar», que, inicialmente, no emitirá sanciones sino únicamente advertencias.
Hasta que llegue ese momento, el tránsito por la zona van a seguir velándolo los radares fijos instalados en ambas direcciones, que el año pasado dejaron datos muy dispares.
Entre el tiempo que se pasó estropeado y lo frágil que parece, el aparato que controla la velocidad de los vehículos que circulan en sentido a Bilbao emitió once sanciones en todo 2023, una cifra ridícula en comparación con las que colocó a los vehículos que circulaban en sentido a Santander (19.128).
Todas ellas por exceder la velocidad máxima autorizada en un tramo de autovía muy conflictivo (de ida y de vuelta) en el que el año pasado se produjeron hasta 127 accidentes de circulación que se saldaron con un fallecido y donde los radares fijos no parecen estar jugando el papel que la Dirección General de Tráfico esperaba en realidad.
De ahí un cambio de modelo y la instalación de un radar de tramo en ambas direcciones que discurrirá a lo largo de seis kilómetros de trayecto que los vehículos podrán sortear a una velocidad media de 100 kilómetros/hora, que son veinte más que la velocidad máxima que se permite actualmente (80 km/h). Aunque puede resultar chocante, este incremento permitirá circular a los vehículos a una velocidad constante y evitar los frenazos y acelerones que se producen al paso por un radar y que, parece, son causa de no pocos accidentes por alcance.
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