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Hasta 27 de los 33 médicos de familia que hoy concluyen su formación MIR están valorando quedarse a trabajar en Cantabria. De entrada, son más del doble de los dispuestos en la remesa de mayo de 2023, cuando la mayoría optó por las ofertas recibidas ... de otras comunidades –entonces, aún con la sanidad cántabra bajo gestión socialista, en la región solo podían aspirar a un verano de contratos de refuerzo y una duración máxima de nueve meses–. Este año, según el sondeo realizado por este periódico entre los propios facultativos, son contados los que ya tienen decidido otro destino fuera de Cantabria, que la mayoría de las veces supone una vuelta a casa tras los cuatro años de formación especializada: dos de los nueve adscritos al área de Torrelavega, dos de los seis de Laredo y otros dos de los dieciocho de Santander ya han comunicado que se van. El resto está a la expectativa de conocer las condiciones laborales de la oferta definitiva del Servicio Cántabro de Salud (SCS). Pero dispuestos a quedarse, que ya es una buena noticia para el equipo de César Pascual.
Otra cosa es cuántos acaben aceptando la propuesta, teniendo en cuenta que la idea de las plazas de médico sin cupo asignado para Atención Primaria (serán 37), que es la gran novedad de este año, no acaba de convencer a los futuros aspirantes, que temen que sea «una continuidad disfrazada» –en referencia a los contratos eliminados tras la huelga médica de 2022, que puso fin a aquella figura que servía de comodín para suplir bajas y vacaciones en la plantilla– y que «acabemos dando tumbos entre distintos centros de salud y Servicios de Urgencias (SUAP)».
«Si es lo único que me ofrecen, yo me voy», dice tajante una de las médicos que se encuentra en ese compás de espera. «No soy de Cantabria, no tengo nada que me ate aquí. La falta de médicos de familia es brutal, hay zonas de la región en las que pueden ofrecer contratos estables con cupo, ¿por qué no lo hacen? Lo están enrevesando mucho», considera esta joven, que, como sus compañeros, quiere evitar el vaivén por el que pasan los pocos sustitutos que tiene el SCS. «En un año he trabajado en diecisiete puestos distintos», apunta uno de ellos, «sin poder coger vacaciones, sin poder organizar tu vida personal, siempre con incertidumbre».
Desde Sanidad defienden que las condiciones que se ponen encima de la mesa con las plazas sin cupo de pacientes asignado son «buenas», no solo porque son puestos de nueva creación –con posibilidad de trabajar el 70% en centro de salud y el 30% en SUAP–, sino porque implican un sueldo bruto de 61.000 euros anuales. Pero los candidatos a ocuparlas critican que, «a estas alturas» (hoy dejan de ser residentes), «aún no nos hayan concretado la oferta, cuando otras comunidades ya lo han hecho».
«A la gente que le gusta realmente la Atención Primaria, las plazas sin cupo no les resulta interesantes, porque pierden el seguimiento de los pacientes», dice uno de los facultativos que se inclina más por la Urgencia hospitalaria. «Cierto es que son plazas nuevas, mejor pagadas, sí, pero si de lo que se trata es de cubrir huecos en centros de salud y, a la vez, hacer guardias en SUAP, al final nos encontramos con que nos ofrecen tres años de trabajo maltratados. Si quieren que nos quedemos, tienen que cuidarnos», coinciden dos compañeras.
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