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Tras hacer balance de los datos del actual Año Jubilar Lebaniego, el nuevo obispo de Santander, Arturo Ros, y el vicario de Pastoral, Ricardo Alvarado, han pedido reflexionar y cuestionar si el Año Santo «ha llegado a todos los sitios» o «qué se puede hacer ... para mejorar».
Aun así, la valoración desde el Obispado ha sido «positiva, aunque el número no hable de esto» y han apostado por «unir fuerzas» de cara al Año Jubilar que se celebrará en 2028 y que supondrá la 75 conmemoración de esta cita. Es más, «ya se está hablando con el Gobierno regional», ha dicho Ros.
El balance del actual Año Santo, que se cierra el próximo 14 de abril, ha generado un baile de cifras dificilísimo de interpretar. De ahí que el propio vicario Pastoral haya apuntado que los peregrinos han sido «sensiblemente inferiores al millón de visitantes del anterior». «Quizá por una connotación postpandémica», dijo.
Pero lo cierto es que el último recuento de la Fundación Camino Lebaniego, realizado este mismo jueves al término de la rueda de prensa de Ros y Alvarado por el revuelo montado y el aluvión de llamadas de periodistas pidiendo explicaciones, señala que son 9.528 credenciales selladas. Es decir, 1.160 peregrinos internacionales y 8.368 nacionales que han realizado el camino a pie, en bicicleta o a caballo y que han puesto la estampa en su libreta en las iglesias, albergues u oficinas que se han ido encontrando a lo largo de la ruta. Por tanto, la cifra final aún será mayor y acabará siendo similar a la del anterior Año Santo cuando se sellaron 15.000 credenciales. Por no contar con el 15% de peregrinos, según la Fundación, que hacen el camino, pero se van sin coleccionar estampas.
La confusión se ha generado cuando Alvarado ha comparado los datos de únicamente los peregrinos de este año, un total 163.811, con el millón de visitantes que se acercaron a Liébana para ganar el jubileo en 2017-2018, para ver a la Fura del Baus, a Jean Michel Jarre o para participar en alguna de las 446 actividades promocionales, musicales, deportivas o culturales de aquel Año Jubilar.
Los datos de este ejercicio revelan que cerca de 75.000 visitantes hicieron el camino a pie y alrededor de 85.000 en los más de 1.600 autobuses que se desplazaron hasta Liébana. Por lo que, en total, se dieron cita más de 160.000 peregrinos en el monasterio de Santo Toribio. A ellos habría que sumar a quienes presenciaron la jornada inaugural del violinista Ara Malikian, las 23.000 personas que acudieron al concierto de Muse en El Sardinero o los participantes de los otros actos programados en la agenda del presente Año Jubilar. Cifras que aún se desconocen.
Dejando de lado la terminología religioso-política de peregrinos, fieles, visitantes o turistas, al final el Obispado lo que ha valorado este jueves como «positivo» es que el Año Jubilar Lebaniego «no solamente repercute a los cristianos, sino a toda Cantabria» y que lo que pretende la iglesia es ser una «familia abierta» en la que «todos puedan disfrutar y sentirse acogidos». «No es por el número, sino por la universalidad de la Diócesis», han dicho. De ahí que ambos hayan subrayado que las llegadas internacionales han sido «sorprendentes», con 1.149 grupos de 30 países diferentes como Brasil, Australia, India, Canadá, Inglaterra, Francia o Portugal, entre otros.
En relación a la clausura de este Año Santo, el obispo ha recordado que el cierre de la Puerta del Perdón se celebrará el 14 de abril a las 12.00 horas y se espera la participación de más de 90 sacerdotes.
El acto religioso contará con la presencia del anterior obispo de Santander, Manuel Sánchez Monge, además de los prelados de Astorga, León, Oviedo y Bilbao, entre otros. Se celebrará una eucaristía, una comida de fraternidad y habrá autobuses lanzadera para los fieles. Según ha explicado Ros, esta jornada no servirá para poner «punto y final y terminar», sino para llegar y recorrer «una nueva etapa». «Caminamos hacia la clausura pero no se cierra nada», ha dicho, apuntando a que se seguirá «peregrinando permanentemente» a Liébana, como ha hecho él hace unos días. Según el obispo, «nunca antes había visitado la comarca y cuando pude acceder al monasterio de Santo Toribio me quedó muy sorprendido y desconcertado por la belleza del lugar».
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