Miguel Ángel Berrazueta
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Miguel Ángel Berrazueta
En los años del boom de la construcción, el Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Cantabria llegó a visar 16.500 nuevas viviendas en un año; desde la crisis, la media es de 600 o 700, una cifra muy baja si se estima ... que para solucionar el problema de la escasez de vivienda en Cantabria se necesitarían 56.000 más y a un precio asequible. Esa falta de actividad también la sufre la profesión, que a falta de grandes obras debe sobrevivir con las rehabilitaciones.
–¿Qué pasa con la vivienda?
–Hay dos aspectos: uno es la construcción de viviendas. En 1998 pasaban por este Colegio unas 7.000 viviendas al año; llegó a una barbaridad de 16.500 en el 2006, luego vino la crisis en el 2008, y desde entonces la media está en 600 o 700 al año. ¿Qué es lo que quiere decir esto? Que no hemos salido de la crisis en cuanto a vivienda de obra nueva se refiere. Y claro que estamos a falta de viviendas, porque no se promueven. ¿Por qué no? Pues eso ya es un tema político. Al haber menos viviendas, la vivienda se encarece. Luego, los sueldos también están un poco desproporcionados con lo que está subiendo la vivienda. Creemos que la solución pasa ahora por que la Administración promueva viviendas de alquiler, porque siendo de ella puede controlar el precio; el particular, normalmente, si tiene una vivienda y la pone en alquiler, lo que quiere es sacar lo más posible. Y entonces también podrían ayudar al particular a promover viviendas de alquiler dándole ciertas subvenciones o buscando otras fórmulas.
–El pasado fin de semana El Diario Montañés publicaba que se calcula que hacen falta 56.000 viviendas en Cantabria.
–Faltan viviendas de cierto precio para que la gente las pueda comprar, y falta un mejor sueldo para poder comprar esas viviendas: o sea, hacen falta viviendas que sean a unos precios asequibles. Por supuesto que en el centro de Santander no puede ser, porque eso es imposible, eso es un círculo cuadrado: querer tener una vivienda en el centro de Santander a un precio que la pueda comprar cualquiera es imposible. Habrá que ir a otros sitios dentro de Cantabria donde el suelo sea más barato, haya más suelo y se pueda construir ahí.
–En el reportaje también se decía que hay 50.000 viviendas vacías en la región...
–No se trata solamente de que haya viviendas, sino que los precios que podrían tener esas viviendas sean los adecuados para la gente que las necesita. Hacen falta viviendas donde los precios sean asequibles.
–¿Cuál es el problema de la construcción?
–El problema es que ha subido muchísimo el precio de la construcción, porque la mano de obra escasea, sobre todo la mano de obra en especialidades: carpinteros, fontaneros... Los materiales también han subido mucho desde la pandemia. Entonces, ¿qué es lo que quiere decir? Que al final el precio de la vivienda ha subido mucho. Si además vas a un sitio donde el precio del suelo es muy caro, pues entonces los sueldos no llegan para adquirir una vivienda.
–¿Tiene sentido que la vivienda sea tan cara o es un disparate?
–Tiene razón de ser porque ha subido mucho el precio de la construcción. Y luego, que el suelo urbano escasea.
–Entonces, la única forma de que sea más barata es bajando el precio del suelo, ya que lo demás no puede bajar.
–Creando suelo urbano. Por ejemplo, aquí en Santander se está haciendo, se están desarrollando unos planes, como el plan del Alisal, que van a ser mil y pico viviendas. Ahí se ha desarrollado un suelo, porque si no no se pueden hacer. Y de esas mil y pico viviendas, 282 van a ser protegidas. Pues a algo de eso hay que ir.
–Usted plantea como solución a la escasez de vivienda que haya pisos de alquiler de titularidad pública.
–Y que no dejen de ser de titularidad pública, que no puedan pasar a titularidad privada, como ha pasado tradicionalmente con las viviendas subvencionadas o VPO, que se descalificaban y se podían vender: pagabas lo que se había ahorrado de licencia, de plusvalía, etc., y se podía poner a la venta. Y al final, ¿qué es lo que ocurre? Que te quedas sin esas viviendas. Lo que hace falta es que haya esas viviendas de alquiler, y que el día que la persona que la ocupa fallezca, pase otra vez a la Administración, la repare y la vuelva a sacar. Y así sucesivamente, como ocurre en muchos países.
–¿El alquiler es un consuelo de pobres?
–Había otro dicho: que vivías pobre para morir rico, porque estabas toda la vida pagando una hipoteca y luego cuando te morías la heredaban los demás, o sea, te morías ya con un capital. Bueno, está bien tener ese capital: hoy se puede hacer la hipoteca invertida que llaman, ¿no? Y poder vivir en tu jubilación con eso.
–El año pasado se construyeron 1.126 nuevas viviendas en Cantabria. ¿Es poco o mucho?
–Eso es poco. Si dicen que hacen falta 56.000, ya está contestada la pregunta.
–Y se han levantado principalmente en Santander, Bezana, Piélagos, Miengo, Suances... Son zonas de costa. No sé si esto también apunta a un perfil de comprador.
–Está muy claro que se construye alrededor de Santander porque en la ciudad no hay suelo o es muy caro. Y me imagino que lo que se construye son segundas viviendas. Vamos, que da la sensación de que se dirige a un público con mayor poder adquisitivo.
–En 2024 el Colegio de Aparejadores sólo visó 32 viviendas protegidas. Santander acaba de licitar la construcción de tres bloques de VPO, y en dos de ellos no ha habido ofertas. ¿Es complicado meterse en la construcción pública?
–Si ha quedado desierto es porque el precio era bajo. Las viviendas de protección tienen un precio tasado, y ése es el problema, que salen con un precio para no perder luego. Pero a lo mejor la Administración tiene que perder. Vamos a suponer que tiene que pagar más, pero si tiene que venderlo a un precio y va a pagar en la contrata más de lo que corresponde a ese precio, ¿esa diferencia quién la paga? Lo tendría que pagar la Administración. Hay otra fórmula, pero mala, que es bajar calidades, que es a lo que a veces se llega.
–¿Siguen viviendo de las rehabilitaciones los arquitectos técnicos?
–No queda más remedio, porque, como hemos dicho antes, no hay no hay obra nueva. Se está viviendo de las rehabilitaciones, de pequeñas rehabilitaciones, no de rehabilitaciones de edificios enteros, y sobre todo por las ayudas que ha estado dando la Administración para accesibilidad y eficiencia energética. Eso nos ha venido muy bien, tanto a nosotros como a los arquitectos: si no hay proyectos de obra nueva, pues tiene que ser eso. El mayor problema que tenemos es la falta de construcción, porque es lo que da trabajo.
–¿Cómo se soluciona eso?
–Hay dos cosas que influyen mucho en el precio de la vivienda: el precio del suelo y el de la construcción, son los dos factores principales. El suelo depende de los ayuntamientos, de que actualicen los planes generales para poder desarrollarlos en los planes parciales y que haya suelo, porque si hay muchos suelos será más barato, le da más facilidad al promotor de poder adquirir esos suelos. Aparte de que, cuando se desarrollan estos suelos, queda siempre un porcentaje de suelo para las viviendas de protección oficial, que ya tienen un precio tasado y entonces volveríamos a lo de antes, que también se pueden hacer viviendas de alquiler y contribuir a solucionar ese problema de la vivienda.
–¿Qué actividad desarrolla el Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Cantabria?
–Nuestro principal reto es la defensa de la profesión y, luego, los servicios que ofrecemos a los colegiados. Cuando hay una licitación vemos si se trata a nuestra profesión como nos tienen que tratar o no. Si sale una ordenanza, estudiamos si nos perjudica o no, y lo mismo cuando sale una ley, un decreto, lo que sea: ese seguimiento en defensa de la profesión es lo que más trabajo lleva a la gerencia y a la asesoría jurídica. También dedicamos mucho esfuerzo a la formación, algo que ha cambiado desde la pandemia, porque se ha perdido todo lo presencial; ahora todo es tecnológico, online. La formación que dábamos antes siempre era presencial, había muy buen ambiente y también servía para tener relaciones entre los colegiados. Pero, claro, antes podíamos programar tres o cuatro cursos al año, y ahora ofrecemos cerca de trescientos. Al hacerlo online se ha extendido la posibilidad de hacer cursos desde otros colegios: un curso que se hace en Cádiz ya no es a nivel Cádiz, es a nivel nacional. Y un curso que se hace en Cantabria, lo mismo. Eso ha hecho que haya una progresión exponencial, es un cambio enorme. Se les ofrecen anualmente en torno a trescientas actividades formativas, desde cursos de gran duración a pequeñas jornadas o cursos 'enlatados' sobre materiales nuevos que salen, para que estén al día. Y al ofrecerse también 'enlatados' permiten que lo hagas cuando tú quieras, en el horario que prefieras.
–¿Tienen muchos colegiados?
–Hemos pasado de muchas colegiaciones a tener dos o tres al año como media, pese a que en España se considera una profesión de pleno empleo la arquitectura técnica. Llevamos unos años en los que se compensan las altas y las bajas, y ahora mismo contamos con 514 colegiados, el mismo número que teníamos en 2009. Desde ese año habrán entrado unos doscientos, y ha habido esas bajas también, pero esa cifra de bajas no se corresponde con fallecimientos: la crisis de la construcción hizo muchísimo daño.
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