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El 'caso Obras Públicas', como todos los asuntos de presunta corrupción, tiene dos vertientes. La judicial, que avanza lentamente y cuyo desenlace aún no se vislumbra en el futuro, y la política, donde el registro de la Consejería y la sucesión de informaciones que se ... han ido conociendo desde entonces han provocado una explosión con consecuencias electorales que se descubrirán mucho antes pero que, a día de hoy, son imposibles de prever. A solo 80 días para que se pongan las urnas, la tensión entre los contendientes se ha elevado hasta niveles desconocidos durante la presente legislatura, con reproches cruzados y acusaciones de un tono pocas veces visto en la política autonómica. Se vio también esta semana en la comisión parlamentaria que analizaba el 'caso Renedo'.
Por el momento, el escándalo ya se ha cobrado las primeras víctimas: el subdirector de Obras Públicas, Sebastián Martín; el director general de esta área, Manuel del Jesus, y el jefe de ambos, José Luis Gochicoa. Pese a que le ha calificado como «el mejor hombre»de su Gobierno e insiste en que «está limpio» y pone «las dos manos en el fuego» por él, Miguel Ángel Revilla ha dejado caer al consejero no por su implicación en los hechos, sino porque no se percató de lo que estaba pasando en su casa. Con este movimiento, el PRC cree que da una imagen de contundencia contra la corrupción con la que espera minimizar el golpe el 28 de mayo.
Que den los números El PSOE confía en mejorar los resultados y que la caída de los de Revilla no impida repetir el bipartito
A por el primer puesto El PP da por hecha su victoria y avanza que ya hay un acuerdo oculto entre el PRC y Sánchez
El caso no les sorprende Cs y Vox han tratado de poner el foco en la llamada de Quiñones a Revilla el día de los registros
Así, tras los relevos en Obras Públicas, el efecto del caso en el resultado de las elecciones, con el castigo –mucho, poco o nada, ya se verá– al partido que gestiona la Consejería, será la segunda consecuencia del episodio. La tercera explosión de esta bomba de racimo puede producirse al día siguiente de votar. Cuando haya que negociar las alianzas electorales. Si durante toda la legislatura se venía contemplando la posibilidad de que el PRC viera en el PP un nuevo socio para los próximos cuatro años, esa opción parece ahora más alejada. Los guiños entre ambas formaciones desde que el bipartito estuvo a punto de saltar por los aires cuando en diciembre de 2019 José María Mazón votó en Madrid en contra de la investidura de Pedro Sánchez han sido constantes.
El primero en dar un paso fue Pablo Casado, que ofreció a Revilla los votos populares para dar estabilidad al Gobierno regional si rompía con Zuloaga. Ya desde Cantabria, Buruaga también ha venido ofreciendo colaboración –sin mucho éxito– al regionalista. Y este, pese a compartir Ejecutivo con los socialistas, ha dicho en varias ocasiones que, a futuro, le daría igual pactar con PSOE o PP. Pero esos puentes ahora parecen rotos. Por la ofensiva del PP contra el PRC por el 'caso Obras Públicas' y porque dan por hecho que su buen momento les puede convertir en primera fuerza y, a la vez, que la suma Revilla y Zuloaga no dé mayoría absoluta.
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Los de Buruaga lanzan ahora dos mensajes: que el pacto PRC-PSOE ya está hecho aunque permanezca oculto –Íñigo de la Serna sostiene que Revilla y Sánchez son «uña y carne»– y que el presidente ha actuado tarde y mal a la hora de asumir responsabilidades políticas frente a la corrupción. El PP insinúa ya con poco disimulo la relación entre las mordidas y el PRC porque, según Hacienda, estas cesaron durante el Gobierno de Ignacio Diego (2011-2015) y se reanudaron con la vuelta del bipartito. E insiste en que el homenaje a Gochicoa es «la fiesta de la corrupción», mientras que los aludidos no aceptan lecciones de un partido condenado en tres ocasiones y recuerdan a los populares los casos Gürtel, Bárcenas, Rato...
En el resto de formaciones, el PSOE defiende que el escándalo no les toca y ha ido subiendo el tono de las críticas al PRC por «la falta de control» en Obras Públicas –tal y como hizo ayer Zuloga–, aunque confía en repetir el bipartito y en una mejora de sus propios resultados el 28M. Y Cs y Vox, que últimamente han puesto el foco en la llamada de Ainoa Quiñones a Revilla por un supuesto chivatazo de la operación –el presidenta ya lo ha matizado–, intentan pescar en río revuelto mientras recuerdan que llevan tiempo avisando de prácticas potencialmente irregulares por parte del Gobierno.
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