Los ocho indicios que acorralan a Reñones

Así los plasma la Policía Judicial en el atestado que ha entregado al juez hace unos días, al que ha tenido acceso El Diario Montañés, y en el que recoge hasta ocho indicios que acorralan al detenido.

En primer lugar, los agentes hacen referencia a la ubicación del sospechoso y recuerdan que desde que Reñones abandona la vivienda de Eva Jaular, a las 16.00 horas del 16 de diciembre de 2021 (día en el que se produjo el crimen), hasta que es detenido al día siguiente, a las 10.30 horas, estuvo en posesión de su móvil.

El análisis de la ubicación de su terminal móvil, entre las 16.17 y las 17.28 horas del 16 de diciembre, confirma la manifestación de los testigos e indica que José Reñones no se desplazó desde la vivienda de la fallecida al núcleo urbano de El Astillero tal y como declaró él. Es decir, que se encontraba en la vivienda en ese tramo horario y no se desplazó al supermercado Mercadona como manifestó. Además, el estudio de la temperatura de los terminales de la víctima y su expareja determina que ambos dispositivos se encontraban en el interior de la vivienda durante la madrugada del día 17 y hasta las 08.00 horas de ese día. Es a las 08.27 horas cuando se detecta un desplazamiento del detenido.

En conclusión, «José Reñones permaneció en la vivienda con las víctimas tanto en el periodo de la data de la muerte de ambas (17.00 a 21.00 horas) como después de su fallecimiento».

El segundo indicio que apuntan los agentes tiene que ver con el uso que se hizo del móvil de Eva con posterioridad a la data de su fallecimiento. Y que se llevó a cabo cuando Reñones se encontraba en la vivienda, tal y como recoge la ubicación de su teléfono.

Un tercer indicio hace mención al modus operandi del asesino. «Reñones disponía de datos que solo podía conocer el autor de los hechos». La Guardia Civil señala que el sospechoso «conocía la forma de acceder a la vivienda sin necesidad de tener llaves», que «hacía uso del móvil de la víctima de forma habitual», y que el autor de los daños en la vivienda -que apareció destrozada- «no abandonó el lugar de los hechos de manera inmediata, sino que permaneció en ella haciendo un uso posterior de diversos objetos». «Actuó con la certeza de que ninguna persona le podía sorprender en el lugar. Es más, la hora elegida para salir de casa se corresponde con el momento en que Eva solía llevar a su hija al domicilio de la cuidadora, pues era conocedor de que la ausencia de ambas llamaría la atención a partir de ese momento».

Cuarto indicio. Existen señales físicas compatibles con signos de lucha y de autolesiones en Reñones (tenía una herida en un nudillo de la mano derecha, hematomas en ambos antebrazos y cortes en el antebrazo derecho) y en el caso de su expareja se aprecian signos de lesiones compatibles con «reacciones de defensa».

El quinto indicio tiene que ver con los restos de ADN del investigado. Además de que no han aparecido restos de terceras personas, como ya avanzó hace unos meses este periódico, se han encontrado vestigios de ADN humano en la mantita de la niña, que corresponden con su madre y Reñones. «Esta era una prenda que se encontraba guardada en un bolso canastilla que portaba el cadáver de Eva Jaular y que Reñones no usaba de ningún modo pues no se hacía cargo en ningún momento del cuidado de su hija».

El sexto indicio que recoge en su informe la Policía Judicial hace referencia a las «numerosas contradicciones» en las que incurrió el detenido por quebrantamiento de condena, «realizando cambios de narración en el devenir de los hechos, desconociendo el porqué de esa forma de actuar». Según señalan los investigadores, el sospechoso «hace un relato de los hechos que no se corresponde con los acreditados en la investigación, en particular en lo que relacionado con los lugares donde permaneció después de que la patrulla de la Guardia Civil le instase a abandonar la vivienda donde se hallaron los cuerpos (horas después)».

Los investigadores apuntan un séptimo indicio que tiene que ver con los antecedentes de Reñones, que «acreditó comportamientos y amenazas previas hacia ambas víctimas que coinciden con la forma en la que se cometieron los hechos». En particular, apuntan los agentes, «mostraba un odio atroz hacia su hija, realizando expresiones de desprecio y profiriendo amenazas de muerte hacia ella». «Cuesta reproducir la forma en la que el investigado se refiere a su hija, deseándola la muerte en numerosas ocasiones, llegando a amenazar con poner veneno para ratas en el biberón de la niña».

Octavo indicio. Los investigadores descartan la participación de terceras personas en la comisión de los hechos. «Se descarta la implicación de las dos personas (dos amigos, según la propia declaración de Reñones) que se comunicaron con Eva Jaular momentos antes de su muerte. El análisis del tráfico de las antenas de telefonía que dan cobertura al lugar de los hechos determina que los teléfonos de estas dos personas no tienen actividad en el tramo temporal en el que se cometió el doble crimen.