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¿Qué le ocurrió al acorazado España?

¿Qué le ocurrió al acorazado España?

Leyendas de aquí ·

El hundimiento del buque insignia franquista frente a Santander se debió a una mina, y no a la acción de la aviación republicana

Aser Falagán

Santander

Sábado, 5 de febrero 2022, 07:37

A primera hora del 30 de abril de 1937 el 'España', viejo acorazado reacondicionado por el bando franquista para convertirlo en buque insignia de su armada durante la Guerra Civil, alza su proa al cielo frente a la isla de Mouro, a unas dos millas y media de la costa. Herido y escorado, es su última maniobra antes de hundirse ante la mirada de multitud de testigos desde El Sardinero hasta Langre.

Había sido una tensa mañana. Al cobijo de la noche, el mercante británico 'Knistley' navega frente a La Magdalena. Son ya más de las seis de la mañana y le han sorprendido el alba y las miradas del 'España' y el destructor 'Velasco', que patrullan frente a Galizano y sospechan que trata de burlar el bloqueo naval de Santander. El destructor, más ligero y rápido, se abalanza a su intercepción, lanza disparos de advertencia y el carguero huye a toda máquina. Las baterías de Cabo Mayor, alertadas, le dan de cobertura mientras del Aeropuerto de Sondika parten sucesivamente cinco cazas, más para amedrentar que con otro objetivo, porque los Gourdou-Leseurre no tienen potencia de fuego suficiente para hundir el buque.

Cuando el 'Velasco' ataca ya la cubierta del 'Knistley', Luis de Vierna, capitán de un 'España' más cercano a la costa, ya lo ha enfilado para impedir que se refugie en puerto en un arriesgado rumbo sobre una zona minada que se complica más aún con el hostigamiento de la aviación, que obliga a ejecutar maniobras evasivas.

Hacia las 7.30 horas tres monoplazas atacan al 'España', que navega en zigzag, cuando de pronto se escucha el estruendo; una tremenda explosión en popa que inutiliza las máquinas y el timón. El estallido y sus consecuencias se oyen y se dejan ver desde tierra, y a bordo del 'Velasco', su capitán, Francisco Nuñez, ordena cesar la persecución del mercante, que ya había parado sus máquinas, para socorrer al 'Abuelo', como se conoce a un buque botado en 1913 y veterano de Alhucemas.

No han pasado ni veinte minutos cuando llega al rescate de un 'España' ya sensiblemente escorado por babor. Con las baterías antiaéreas todavía activas, responde aún al fuego y los cazas tricolores regresan a tierra conscientes de que el trabajo está hecho. El rápido transbordo permite que los más de 800 tripulantes, a excepción de los cinco marineros a los que mató la explosión (cuatro de ellos en el acto y el quinto recién transbordado) salven la vida. Menos de dos horas después el 'España' se hunde definitivamente.

Al día siguiente El Cantábrico titula: 'La gloriosa aviación republicana bombardea, con precisión, el acorazado rebelde España'. La prensa narra incluso cómo uno de los cazas había conseguido acertar al 'Abuelo' con una bomba que se coló por su chimenea hiriéndolo de muerte, aunque en un primer momento se sospechó que el hundimiento pudiera atribuirse a la batería de Cabo Mayor, y Bruno Alonso, comisario de la Armada Republicana del Norte, estaba convencido de que el fuego procedía de un destructor británico en socorro del 'Knistley'. La prensa franquista resta heroísmo a la batalla, que no al rescate, y lamenta que el 'España' chocara con una mina.

Demasiadas versiones contradictorias, pero despejadas gracias a la información pública de la Armada y el trabajo de la asociación Desmemoriados, que investigó el episodio a fondo.

Efectivamente, los ataques aéreos no tuvieron tanta efectividad. Quizá alguna bomba alcanzara al acorazado, pero no tan certera como para destruir el blindaje y hundirlo. Lo que mató al 'Abuelo' fue una mina colocada por otra nave nacional, el 'Júpiter', para bloquear el puerto de la republicana Santander. El buque insignia de la flota nacional cayó víctima del fuego amigo en una zona que conocía minada mientras era hostigado por tres monoplazas y maniobraba para interceptar al 'Knistley', que ni siquiera navegaba hacia la ciudad.

Ya en los setenta se descubrió el pecio, que descansa quilla arriba y con la popa, sobre la que aterrizó en el fondo, desguazada. Se organizan excursiones submarinas para visitarlo, aunque exigen una gran destreza y preparación física y mental. El 30 de noviembre de 2016 la Armada confirmó oficialmente que aquellos restos son los de un barco que arrastra además otra leyenda en su nombre.

Botado como 'Alfonso XIII' y rebautizado como 'España' tras la proclamación de la República, recuperando el nombre de uno de sus dos gemelos perdido en Alhucemas, se decía que las letras de su casco, sufragadas por suscripción popular, estaban forjadas en oro. Pero ya cuando el anticuado 'Abuelo' volvió al servicio, reacondicionado tras años amarrado en Ferrol como cuartel flotante, aquello no era ya más que otro mito.

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