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Alejandra Rodríguez, a su llegada al aeropuerto de Loiu.
La odisea de Alejandra Rodríguez

La odisea de Alejandra Rodríguez

Viaje accidentado. Una PCR con más de 72 horas deja dos días varada en Miami a la santanderina, que combina una beca por estudios y otra deportiva

Aser Falagán

Santander

Jueves, 26 de noviembre 2020, 07:04

Estados Unidos está lejos, muy lejos. Pero no a tres días de viaje. Al menos no lo estaba en 2019, porque en 2020 todo ha cambiado. Puede dar fe de ello Alejandra Rodríguez (Santander, 2001), una joven golfista cántabra becada desde hace dos años en la Universidad de Carolina del Sur, donde estudia Empresariales y juega al golf, y que ha necesitado tres días para llegar a Santander. En realidad algo más, porque antes de que comenzara su particular odisea ya había tomado otro vuelo local para empezar un adelantado camino de regreso a casa; por Navidad, como obliga el tópico, que parecía no terminar nunca.

La culpa fue de una fecha en su PCR y los nuevos requisitos de entrada en España, que afectan también a sus propios ciudadanos. En el primer vuelo, de Savannah a Miami, todo parecía normal. Todo un hito en 2020. Pero cuando tocó hacer el transbordo en Florida todo se torció: «Justo antes de embarcar me dijeron que no podía hacerlo, porque mi PCR no estaba en las 72 horas de antelación máxima que se exige en España».

Ella no lo sabía, pero ya antes de empezar el viaje se había convertido en una contrarreloj. Hacerse la prueba, recibir los resultados, desplazarse a Savannah, tomar el primer vuelo local, llegar a Miami y embarcar. Todo ello en menos de 72 y con casi un día entero de espera en Florida, porque no había otra combinación posible con Madrid.

Tras una tercera PCR hecha ya en Miami, la santanderina pudo al fin volar hacia España

Cuando llegó a la puerta de embarque la PCR tenía ya 80 horas. Había caducado, como los yogures, a efectos de entrar en España. Mientras ella pedía explicaciones, los empleados del aeropuerto le explicaban en un perfecto inglés la versión estadounidense de que 'verdes las han segao'.

«La verdad es que, una vez que ya estaba en Miami, que veía que tenía todos los billetes y que todo iba bien, pensé que no tenía que preocuparme», relata Alejandra Rodríguez. «Había salido de Savannah y no me habían puesto ningún problema para coger ese vuelo, así que pensé que llegaba a España sin problema, pero 40 minutos antes de embarcar para Madrid me dijeron que no podía volar a España; que la PCR tenía ya 80 horas, y, claro, me puse muy nerviosa».

Ni le ofrecían alternativas ni tuvo suerte. Se había hecho una nueva PCR el mismo viernes, pero sus resultados no llegaron a tiempo. Por mucho que mirara el móvil, el correo no se actualizaba con el informe esperado. Fue el peor momento. «Me puse a llorar. No sabía qué hacer y tampoco me daban ninguna alternativa; me decían que me buscara la vida, que aquello no era su problema», relata.

Y así, mientras los demás pasajeros embarcaban, el asiento de Rodríguez Lamana, Alejandra, quedaba sin ocupar. La cántabra se quedaba varada en la terminal. Podía haber sido peor, podía haber sido en la zona de embarque. Al menos podía salir a la calle.

Tocó calmarse, llamar a casa, contar lo sucedido y reservar otro par de días en el hotel al lado del aeropuerto. Disparar el gasto, vamos. Pero al menos poder descansar y ducharse. Ni siquiera cambiarse de ropa, porque el equipaje se había facturado en Savannah y viajaba con lo puesto. «No sé ni dónde están mis maletas», se lamentaba en aquel momento. Al menos, eso sí, la aerolínea le cambió el billete, de modo que cuando el miércoles -aún el martes en Estados Unidos- al fin dejó la terminal, no había tenido que pagar otro vuelo y hacer más oneroso el gasto de una estudiante becada.

Desde Santander seguían con atención su aventura. «Salía de Estados Unidos el día 22 -relata su padre, Jaime Rodríguez, mientras la recogía en el aeropuerto de Loiu- en un vuelo desde Miami. Pero tenía que estar todo el día allí, porque llegaba de Savannah y no había otra combinación posible». Así fue como la PCR se hizo vieja. Después, dos días de espera, de modo que ni la segunda que se había hecho le servía ya. Al final consiguió someterse a una tercera ya en Miami, obtuvo los resultados en 24 horas y pudo embarcar de nuevo hacia Madrid, penúltima escala del viaje interminable. Aún le quedaba otro avión a Bilbao y el viaje por carretera a Santander, pero según pisaba el cielo americano sabía que la desventura estaba a punto de terminar. O casi, porque faltaba el control de identidad de Madrid. Pero allí todo fue bien.

Era el punto final a 48 horas en las que, ya con hotel, nuevos billetes y PCR en curso, todo parecía ir bien, pero escarmentada de la experiencia no quería confiarse. «Estuve un poco angustiada los dos días por miedo a que no llegara la PCR y quedarme otra vez hasta el jueves», recordaba ya camino de Santander.

La pandemia se cebaba así con una golfista a la que no pudo interrumpir su entrenamiento, como ha hecho con otros muchos. Alejandra Rodríguez cumple su segundo año de Empresariales becada tanto como deportista como por notas. Y a pesar de la pandemia, esta bicampeona de Cantabria ha podido tanto entrenar como jugar representando a su universidad. Todo porque con las fiestas de Acción de Gracias muchos centros han optado, ante la pandemia, por cerrar ya las aulas y completar las clases que quedan hasta Navidad de modo telemático. Así las seguirá la santanderina, pero ya en su base cántabra, de la que no saldrá hasta enero. Entre las muchas historias que deja la pandemia, al menos la suya termina bien. Que no es poco.

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