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La oficina de Novo Banco en Santander ocupó hasta diciembre este local en los bajos del edificio del Club de Regatas. Celedonio Martínez
En la oficina de Jacobo

En la oficina de Jacobo

El relato ·

La Justicia investiga la presunta estafa de un exempleado de Novo Banco mientras los afectados tratan de recuperar su dinero

Domingo, 1 de marzo 2020, 14:24

El miércoles de la pasada semana tenían una cita. Una más de las habituales en los –más o menos– diez años que llevaban trabajando con Jacobo Vidal. El ahora exempleado de Novo Banco acudía regularmente a Madrid para contarles cómo iban las cosas con el dinero de toda la familia. Del matrimonio, de la suegra... Ellos, como tantos residentes en la capital, tienen vínculos santanderinos y confiaron. Siempre confiaron. Por eso ni siquiera le dieron demasiada importancia a que la persona que les asesoraba no se presentara a su último encuentro. Algo le habría surgido. Le llamaron, pero nada. Bueno, no importa. Así que el viernes, el marido salió de casa como un día más. Todo en orden hasta que leyó el titular de El Diario Montañés. 'La Fiscalía investiga a un extrabajador de Novo Banco por una estafa de «millones de euros»'. «Volvió a casa desencajado», cuenta su mujer. Tan desencajado como decenas de familias santanderinas. Las que pasaban habitualmente por el despacho de Jacobo en la oficina de Hernán Cortés que cerró el pasado mes de diciembre. Allí se centra la investigación de una presunta estafa con un agujero en las cuentas de 76 clientes que podría rondar los cincuenta millones de euros. Para hacerse una idea, en una de las cuentas de esta familia madrileña, de dos millones de euros con los que creían contar, quedaban 20.000. «Nunca nos reconoció una pérdida», denuncia otra víctima.

¿Qué pasaba en el despacho de Jacobo? Por allí desfilaban los mejores clientes del servicio de banca minorista del área de particulares. Según los testimonios recabados era casi un secreto a voces que lo que prometía Jacobo no lo igualaba nadie. Altas rentabilidades muy por encima del mercado. El boca a boca en una ciudad como Santander y las propias relaciones personales del investigado hicieron el resto. Fuentes de la investigación hablan de un supuesto sistema de transacciones cruzadas entre cuentas. De ingresos de unas a otras según entraba dinero. Y en la lista de clientes, además de inversores de tipo medio, los había de mucho peso en el panorama empresarial y social de la región. Muy conocidos y con cantidades importantes invertidas.

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Puede que fuera el propio cierre de la oficina de Novo Banco –en diciembre y como consecuencia de un ERE nacional que no está vinculado a este asunto– lo que precipitara los hechos. O que alguno de los inversores detectara que algo no iba bien y presionara a Vidal hasta hacerle ver que estaba acorralado. No se sabe por ahora. El caso es que el exempleado de Novo Banco movió ficha y envió a su abogado a la Fiscalía a anunciar que querría confesar unos presuntos hechos delictivos. A él le llamaron a declarar el pasado día 13. Ese día ofreció su versión de los hechos. Que lo sucedido se debía únicamente a «malas inversiones» (negó, según fuentes del caso, haberse quedado con dinero o que lo tuviera en paraísos fiscales) y que tenía intención de reparar el daño. O sea, que fue él mismo el que denunció.

Para los abogados consultados este movimiento parece, básicamente, una estrategia.Poner él mismo en conocimiento de la Justicia los hechos antes de que lo hiciera otro y, de paso, sumar un par de atenuantes de cara al desarrollo posterior de la causa y sus consecuencias. Adelantarse a posibles denuncias. Y también desviar en parte la posible petición de reclamaciones y de responsabilidades hacia el banco.

A partir de ahí, se sucedieron los acontecimientos. Preguntados por este periódico durante la pasada semana, en Novo Banco Sucursal España reconocieron estar investigando «irregularidades en la gestión de un exempleado de la oficina de Santander, que fue cerrada en diciembre pasado». «El banco está analizando el alcance de las irregularidades, que están circunscritas a un grupo limitado de clientes de dicha oficina, cuyas consecuencias también afectan a la propia entidad», explicaban antes de insistir en que se había puesto en marcha «un protocolo de investigación interna desde el mismo momento en que se tuvo conocimiento de estos hechos». «Novo Banco Sucursal en España –concluían en esa respuesta– atenderá los derechos legítimos de sus clientes afectados de forma transparente de acuerdo con la legalidad. Asimismo, ejercerá las acciones legales que le asistan para defender tanto los intereses de los clientes afectados como los de la propia entidad».

Las claves

  • 76 afectados, en principio, por las presuntas irregularidades del exempleado de Novo Banco

  • A la luz. El viernes de la pasada semana El Diario destapó el caso y provocó una cascada de rumores

  • 50 millones de euros es el posible agujero de dinero que será objeto de la investigación

  • Las víctimas. Se han agrupado y tratan de apurar la negociación con el banco para recuperar el dinero

  • 178 folios ha trasladado la Fiscalía al Juzgado de Instrucción número tres de Santander

  • Novo Banco. «Atenderá los derechos legítimos de sus clientes de forma transparente de acuerdo con la legalidad»

  • El perfil. Jacobo Vidal sabía ganarse la confianza de sus clientes y llevaba un alto nivel de vida

Este periódico supo de la celebración de las primeras reuniones entre afectados y representantes del banco. Sobre todo, en Oviedo y en Madrid. Divididos, según algunas fuentes, por el volumen de sus cuentas. Y asesorados por sus abogados para mantener un perfil bajo y tratar de agotar la vía de la negociación con la entidad para recuperar su dinero antes de estudiar otras opciones. Por eso, hasta ahora, son la parte de esta historia que menos ha hablado. Están a la expectativa y asimilando el golpe, que en algunos casos supone pérdidas de varias decenas de miles o de varios millones de euros.

Agrupados

Como relató El Diario Montañés, lo que ha hecho un grupo significativo de las víctimas –medio centenar, aproximadamente– ha sido agruparse en torno a dos despachos de abogados que están trabajando de manera coordinada. El de Elena Bravo y el de Manuel Higuera. Sus acciones próximas dependerán de una triple respuesta. Saber si el banco efectivamente va a responder, cuándo tiene previsto hacerlo y con cuánto dinero. El asunto no es fácil. Los extractos bancarios que ahora están recibiendo los clientes no tienen nada que ver, según ellos cuentan, con los que les entregaba el exempleado. Y el propio sistema de transacciones cruzadas utilizado supuestamente hace que los números sean «una madeja que el banco está tratando de desenmarañar», según fuentes del proceso.

Por todo eso, los afectados han mantenido hasta ahora ese perfil bajo. Aunque varios sí que han relatado su caso a El Diario. «Al enterarme me quedé que no sabía qué hacer. A mí me ha cambiado todo. Llevaba una vida relajada, no de pijo, para entendernos. Nada extraordinario. Algo tranquilo contando con el remanente que creía que tenía. Me ajustaba a eso. Pero ves que te quedas sin eso y sin el dinero que creías que estabas ganando», contaba un hombre que, en todo caso, no quería asumir el papel de víctima. «Ahora tengo que tomar las riendas de un área que había entregado a otra persona». Con «menos de la mitad» de lo que creía tener en el banco. En el caso de la familia de Madrid, tras muchos intentos, consiguieron que, desde otro número, Jacobo les cogiera el teléfono. «No os preocupéis. La he cagado, he cometido un error, pero lo voy a arreglar», les dijo antes de colgar. «Es la última persona de la que nos lo hubiéramos esperado y, cuando lo lees, al verlo así expuesto, te sientes estúpido».

Ellos y algunos de los conocidos del exempleado dibujan el perfil del investigado. Un chico bien de Santander que presumía de su olfato financiero. Con apariencia infalible. Sabía cómo llegar a los inversores y ganarse su confianza, con lo que su lista de clientes creció entre las personas de su entorno (por ejemplo, entre los padres de los compañeros de sus hijos en un colegio religioso). Todo iba bien. Siempre. Y, en paralelo, todos los que hablan de él describen un visible alto nivel de vida que ejemplifican con los viajes familiares a Suiza llevándose con ellos en avión al monitor de esquí y a la empleada del hogar –mientras que enviaban por tierra una furgoneta con conductor con todo el material y el equipaje–.

Porque en Santander esas historias corren estos días de mesa en mesa por las cafeterías del centro. Por las de la plaza de Pombo o el Paseo de Pereda. Como si la esencia misma de la capital, su etiqueta más de toda la vida, se hubiera visto sacudida en los mismos cimientos, en la confianza. Y a la espera de ver lo que pasa con el dinero y con Jacobo en el Juzgado de Instrucción número tres. El mismo número que el de los presuntos delitos que se investigarán: estafa, falsedad documental continuada y administración desleal.

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