Desde el despacho de Ignacio Sanfilippo -Lille (Francia), 1972- se ve el puerto de Santoña. «La de este año está siendo una gran costera y nos va a venir muy bien a la industria conservera», asegura el máximo responsable de anchoas Sanfilippo y también presidente ... de la Asociación de Fabricantes de Conservas de Pescados de Cantabria (Consesa). Un colectivo que blindó el pasado marzo con el sello Calidad Cantabria la tradición de su industria, que aguarda la elaboración algún día de la Indicación Geográfica Protegida (IGP). Que teme una nueva sobreexplotación del caladero, como ocurrió en 2006, y que desearía un mayor peso de este producto tan típicamente cántabro en el turismo gastronómico regional, especialmente ahora, cuando parece que una nueva recesión global amenaza con volver a resentir un negocio que comenzaba a repuntar.
-Son muchos asuntos ¿pero el caladero es algo que le preocupa en mayor medida?
-Lo que más nos importa desde la asociación es que el caladero se mantenga sano. Que no vuelva a suceder lo de 2006, cuando se quedó seco. Lo hemos pasado muy mal hasta 2010. Las administraciones nos llegaron a decir que era un problema nuestro y que teníamos que arreglárnoslas solos. Suerte que pudimos traer peces de Croacia, que eran de la misma especie; pero ahora ese caladero está seco también.
«No nos puede volver a suceder como en 2006, cuando se secó el caladero y vimos peligrar el negocio»
-¿Cree que los pescadores miran el presente y no calculan el largo plazo?
-Podría tener una opinión sobre eso pero no la voy a decir porque estoy hablando como presidente de Consesa. Lo que sí veo es que tenemos que cuidar esto que tenemos porque es una gallina de los huevos de oro que no podemos dejar morir. Hay que estar siempre con las orejas tiesas porque nunca sabes lo que puede pasar.
-¿En esa línea van las discrepancias de quienes piensan que el sello Calidad Cantabria es muy restrictivo?
-Tener el sello es bueno porque asegura mantener la tradición, la forma de hacer de siempre, la industria de aquí, los puestos de trabajo... Lo que ocurre es que es cierto que no podemos reducirlo todo a eso porque hay condiciones que no dependen totalmente de nosotros, como por ejemplo la procedencia del pescado. Si aquí vuelve a agotarse, como ocurrió en 2006, habrá que sobrevivir y traerlo de fuera aunque no esté dentro de lo que exige el sello, ¿no?
-¿Ese matiz sobre el origen de la pesca es el que se añadió como requisito en la última revisión del sello el día 20 del pasado marzo?
-Ahora se exige que para llevar ese distintivo la anchoa debe ser pescada en el Cantábrico entre el 1 de marzo y el 31 de agosto. Antes también estaba permitida la del Mediterráneo, que es de la misma especie. Se precisa también que todo el proceso de elaboración y enlatado se realice en Cantabria.
«Tardará en llegar porque habrá que poner de acuerdo a todo el norte de España y a parte de Francia»
-En definitiva, muy parecido a lo que exigirá la IGP.
-Lo que ocurre con el sello es que es un distintivo cántabro, pero la IGP es de carácter europeo. Y por ello deberá implicar a todo el norte de España e incluso a parte de Francia. Por eso es tan delicado y por eso nos va a llevar mucho más tiempo alcanzarlo.
-¿También será más importante para fomentar la exportación?
-Entiendo que ayudará, pero muchas empresas tenemos un mercado muy importante exportador. Nosotros, Sanfilippo, empezamos exportando el 100% de la producción.
-¿Dónde?
-Italia es un mercado muy fuerte, por eso es preocupante que su economía esté tosiendo. Nos da un poco de miedo.
-¿Dice que ya notan esa desaceleración de la que se tanto se habla?
-A ver cómo viene el verano, que es un mercado determinante junto al de Navidad. Eso nos va a dejar claro cuál es la salud de la economía.
-Pero parece que las conserveras están haciendo acopio de materia prima aprovechando la buena costera de estos días.
-Están adquiriendo mucho y eso es bueno porque quiere decir que hay expectativas halagüeñas de ventas. Sin embargo, ha habido menos presencia de empresas extranjeras. Eso quiere decir que esperan menos producción o que tenían remanente del pasado año.
-Consesa representa sólo a una parte del sector.
-Somos 28 empresas de un total de unas 70.
«Deberíamos estar todos porque desde la asociación se negocian cosas importantes del sector»
-¿Son pocas?
-Nos gustaría que hubiera más, claro, porque además desde la asociación se negocian cuestiones muy importantes como el convenio colectivo; somos el interlocutor con el Ministerio para abordar cambios normativos... Lo cierto es que deberíamos estar todos.
-Sería la manera de hacer más fuerza, por ejemplo, para ganar aún más presencia en la oferta de turismo gastronómico cántabro.
-Ahí tenemos que mejorar, porque no hay más que mirar a Santoña. Aquí, pese a ser un lugar de producción por excelencia, no en todos los restaurantes puedes encontrar anchoa de calidad, parece mentira.
-El sector conservero se debate entre mantener la tradición y la modernización lógica que toda empresa experimenta con el paso de los años.
-Efectivamente. Lo bueno y malo al mismo tiempo de estas industrias es que no se pueden robotizar, ni modernizar en exceso. No existe robot que pueda arrancar la cabeza del pescado, aún. Tampoco el que pueda sobar la anchoa. Eso requiere de un trabajo manual que son puestos de trabajo y que significa que se van a mantener durante muchos años. Lo malo es que hay veces en que no tenemos acceso a las ayudas y subvenciones que llegan a la innovación.
-¿Las mujeres continúan siendo las expertas en esta labor que se ha transmitido de generación en generación?
-Eso ya ha cambiado un poco. En los últimos años ya hay algún hombre que arranca las cabezas; aunque es complicado encontrar alguno que sobe. Y también se está notando el ascenso de la mujer a puestos de gestión en las empresas. Digamos que está habiendo diversificación en los dos sentidos.
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