Borrar
Tere Salas, frente a su locomotora de La Porticada, con una docena de castañas asadas entre las manos y la cola para comprar. Celedonio Martínez
El olor a castañas de todos los diciembres

El olor a castañas de todos los diciembres

El aroma que sale del fuego y el calor entre las manos resisten el paso del tiempo como estampa de la Navidad clásica en Santander

ÁLVARO MACHÍN

Jueves, 14 de diciembre 2017

Ella olía a vainilla y los inviernos de La Porticada, a castañas asadas. Hay aromas físicos, palpables, que trasladan a pieles o a asfaltos conocidos. Viajes de olfato. Olores evocadores que se clavan perfectamente en un mapa o en un calendario. El que desprende el ... calor del fuego de la locomotora de los Salas es Navidad en Santander. Llevan asando desde 1932. Estaban cuando Capri era juguetería en diciembre y los críos se hacían fotos con los Reyes en Rualasal con un barquillo en la mano. Cuando ponían nacimiento en los bajos de la Catedral. Familia de helado en verano y castañas, desde octubre hasta finales de enero «dependiendo de si hay o no para entonces». Y la máquina del tren es un reclamo indispensable. El símbolo. A 2,40 euros la docena. Recién hechas.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes El olor a castañas de todos los diciembres