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Hace justo dos meses se hacía, a través de este periódico, un llamamiento «urgente» en busca de nuevas familias de acogida para niños bajo ... la tutela de servicios sociales. La bolsa de hogares a disposición del servicio del menor del Gobierno de Cantabria se había agotado, pero no así la demanda. Ante la exposición del problema, fueron muchas las llamadas que se recibieron los días siguientes en las oficinas del Instituto Cántabro de Servicios Sociales (Icass) para interesarse por el programa de acogimiento, que nació en 2002 con el objetivo de integrar de forma temporal en la vida familiar a esos niños que han tenido que salir de su propia casa y de su entorno por diversas circunstancias. Lo que se busca con ello es que ese tránsito hasta que se resuelva su situación familiar o se tramite su adopción definitiva sea lo más normalizado posible, en un entorno afectivo, donde estén debidamente atendidos y tengan cubiertas sus necesidades como si fueran un hijo más, y evitando si es posible el paso por un centro de menores.
«La respuesta fue todo un éxito», destaca Carmen Arce, subdirectora general de Infancia, Adolescencia y Familia, porque cuando se planteó la campaña el objetivo que se marcó fue llegar a «diez hogares, diez ángeles». Y finalmente han sido once las nuevas familias que han dado el primer paso: apuntarse al curso de formación para conocer el funcionamiento del programa y resolver las dudas que puedan surgir durante la convivencia con los menores acogidos.
El curso en cuestión empezó la semana pasada -serán de cuatro a seis sesiones-. «En él participan un total de 19 personas, seis de ellas son tres parejas que ya se habían interesado antes del llamamiento. Intentamos que no sean grupos muy numerosos para que puedan interactuar, es por eso que tres de las nuevas familias que se han ofrecido han quedado en reserva para el siguiente curso», explica Arce.
No obstante, aclara «que una cosa es que hagan la formación y otra que presenten la solicitud para convertirse en familia de acogida. A veces hay personas que no llegar a dar ese segundo paso. Pero solo el hecho de que se hayan acercado a nosotros demuestra su sensibilidad. Confiemos en que el éxito de la respuesta inicial se mantenga después del curso con la formalización de solicitudes para unirse al programa».
Hasta el pasado noviembre, el Icass contaba con 33 familias en la red de acogida, pero todas con menores asignados. Como dato, el año pasado (sin contar diciembre) se llegó a la cifra récord de 53 acogimientos, siete más que el ejercicio anterior. Esa demanda en aumento obligaba a ampliar los recursos. Había necesidad de familias para el acogimiento urgente (la estancia máxima es de seis meses), pero sobre todo para el acogimiento temporal, de un máximo de dos años.
«El perfil de las familias que han respondido a la llamada está entre los 35 y los 50 años, aunque esta vez sí que nos ha llamado la atención que han acudido algunos treinteañeros, que consideramos que es un grupo de edad interesante para el acogimiento que nos resulta más complicado, que es el de los menores de 8 a 12 años, que vienen con una mochila emocional importante», indica Arce.
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