Una oposición más constructiva

A diferencia de lo que sucede en el Congreso de los Diputados, instalado en la gresca permanente, cruce de reproches y acusaciones mutuas en medio de una de las mayores crisis sanitarias a las que se ha enfrentado España, la gestión de la pandemia del coronavirus en Cantabria ha tenido en el Parlamento regional un tono más suave, conciliador y constructivo. La oposición y el Gobierno regional han dejado a un lado sus intereses partidistas y han llegado a acuerdos para minimizar, al menos en parte, los graves efectos sanitarios y económicos del Covid-19 en la comunidad. Partido Popular, Ciudadanos y Vox explican cuál ha sido la fórmula para lograrlo.

Para conseguir un principio de entendimiento es necesario que primero lo haya entre el Gobierno y el principal partido de la oposición. María José Sáenz de Buruaga, presidenta del PP de Cantabria, ha optado por tender puentes ante una situación de alerta máxima sanitaria. «Hemos tratado de contribuir y ayudar en todo momento en un ejercicio de lealtad con los cántabros y de responsabilidad porque los ciudadanos necesitan tranquilidad, serenidad y certidumbre; no más crispación y tampoco que los políticos seamos un problema», explica. «Soy de las que piensa que, en momentos como este, en los que la sociedad sufre, o se está en positivo o es mejor no estar», recalca rotunda.

Pero la líder de la oposición no quiere que esta postura pueda entenderse como una hoja en blanco para el Ejecutivo que dirige Miguel Ángel Revilla. Por eso, puntualiza: «No estamos aquí para hacer la vida fácil al Gobierno, pero sí para hacérsela menos difícil a los ciudadanos».

Esa declaración de intenciones se fraguó en acuerdos concretos como, por ejemplo, el plan de choque redactado por el gabinete de Revilla para combatir las consecuencias de la pandemia. El Partido Popular consiguió que fueran tomadas en consideración y se incluyesen 27 de las 37 enmiendas que presentó. «Hicimos un esfuerzo importante para hacer aportaciones y mejorarlo, aun sabiendo que sólo es un parche de emergencia, que no es la solución que Cantabria necesita y que hay que ir mucho más allá y hablar de un auténtico plan de recuperación», explica Buruaga.

La presidenta del PP reconoce que, desde que se declaró el estado de alarma, ha hablado «frecuentemente» con el presidente regional. «Mi interlocución ha sido con Miguel Ángel Revilla, no con el PSOE -su socio en el Gobierno-. Además ha sido bidireccional porque ha habido reciprocidad», desvela.

Aun así, señala muchos peros en la gestión del bipartito. «Desde el primer momento le advertí de la que se venía encima con las residencias por la mala gestión de la Consejería de Sanidad, que las había abandonado a su suerte», señala. «Además ha sido muy poco eficaz a la hora de poner en valor la defensa de la autonomía en Madrid. La crisis sanitaria nos arrolló porque fio la respuesta a Pedro Sánchez. ¿Cómo se puede decir que le hace tres preguntas al presidente del Gobierno y no le contesta? ¿Y cuál es la consecuencia de eso? ¿Cuál es la reacción y la respuesta a esos agravios, a ese desprecio y a la discriminación que sufre Cantabria? Ninguna», sentencia Buruaga.

A pesar de las discrepancias, el entendimiento entre Buruaga y Revilla es mucho mejor que el de Pablo Casado y Pedro Sánchez, aunque la presidenta del PP de Cantabria no cree que su actitud «sea contrapuesta a la del partido a nivel nacional». «Simplemente la situación y las circunstancias son distintas», afirma. «Estamos aquí para ayudar a salvar vidas y recuperar la economía, pero no para arruinar a España por tercera vez», subraya. En cambio, cree que un mejor tono entre las partes ayudaría. «En cualquier caso, creo que es importante rebajar el nivel de crispación. No debemos caer en la provocación», concluye.

Ciudadanos, segundo partido de la oposición en Cantabria, también apostó por la vía del entendimiento nada más decretarse el estado de alarma. «Desde el primer minuto hablé con Revilla y nos pusimos a su disposición para trabajar en sacar adelante esta situación», explica Félix Álvarez. «Hemos tenido una relación fluida, hemos sido positivos y hemos dejado a un lado todas las cuestiones partidistas y personales», añade el portavoz autonómico de la formación.

Esta 'entente' se materializó en diversas propuestas que el Gobierno regional aceptó incluir en el plan de choque. En concreto, el bipartito aceptó 11 de sus 23 propuestas. «Me encuentro relativamente satisfecho porque hemos podido aportar soluciones para salir lo más indemnes posibles de esta pandemia», subraya. «El Gobierno de Cantabria ha tenido la sensibilidad suficiente para escuchar a la oposición», destaca Álvarez. «Nosotros hemos presentado, desde que se decretó el estado de alarma, cuatro documentos con iniciativas. Por eso, repito, estoy relativamente satisfecho», vuelve a insistir.

Y no lo está del todo porque considera que el bipartito «está actuando con excesiva timidez». «Había propuestas contundentes que no se han valorado», reprocha. «Aquí el órgano legislativo ha hecho los deberes y ahora es el ejecutivo el que tiene que cristalizarlos en medidas reales para los ciudadanos», afirma.

Esta situación es diferente a la que cada semana refleja el Congreso de los Diputados. «Ya tendremos tiempo de buscar responsables o de juzgar lo que se hizo o lo que no se hizo. Ahora toca lo que toca. En Madrid, cuando más se necesita el diálogo, se cavan trincheras y encima cada vez más profundas», reflexiona. «La política a nivel nacional se está volviendo irrespirable y los españoles no se lo merecen», afirma sin dudar.

En Cantabria, «por fortuna», el tono es menos estridente, a lo que ayuda el ser una autonomía pequeña donde todos los representantes políticos se conocen. «Estamos más cerca de la calle y más pegados a los problemas de los ciudadanos. En el Congreso se hace macropolítica y nosotros estamos en la micropolítica», considera. «Es fundamental el talante de las personas que dirigen las autonomías. No es lo mismo negociar con el PRC de Revilla que con el PSOE de Pedro Sánchez», sentencia.

Vox ha sido en Madrid uno de los partidos más beligerantes con el Gobierno de Pedro Sánchez, sobre todo a través de su líder Santigago Abascal. En cambio, en Cantabria, la relación con el que preside Miguel Ángel Revilla se ha tornado cercana y cordial, aunque no exenta de crítica. «El nivel de cooperación se ha mantenido aquí más tiempo. Constituimos una comisión para el seguimiento de la pandemia y ha funcionado bien», explica Cristóbal Palacio. «La postura de todos los grupos ha sido constructiva», añade su portavoz autonómico.

«Los departamentos que no han sido exitosos en la gestión de la crisis, como la Consejería de Sanidad, han adoptado una postura defensiva que hacía imposible la colaboración», subraya. «La de Sanidad ha sido un desastre, sobre todo con las residencias de mayores. Si todas hubieran hecho lo mismo, esto habría sido una batalla campal», admite. Palacio también destaca la buena relación entre los políticos regionales: «El tono es mucho más respetuoso porque no hay posturas ideológicamente demagógicas como las que tiene Podemos en el Congreso».

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