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La entrada a la sala de Información Electrónica e Internet de la Biblioteca Central de Cantabria llama la atención por una cinta que impide el acceso a su interior. Al otro lado, decenas de ordenadores solitarios, huérfanos de usuarios. En total, 56 equipos ... inhabilitados. Varios carteles anticipan metros antes que se encuentran «temporalmente fuera de servicio». El problema es que esa temporalidad se extiende ya cinco meses. Como si el ambiente de lectura, tranquilidad, concentración, que reina en las instalaciones hubiera detenido el paso del tiempo.
«Llevan inoperativos desde finales de abril, más o menos», calculan los socios que utilizan habitualmente este servicio, uno de los más demandados de esta biblioteca pública ubicada en la santanderina calle Ruiz de Alda y dependiente de la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria.
Un plazo que confirman los operarios y técnicos que allí trabajan, que transmiten que los usuarios «se quejan mucho». Algunos de ellos han optado por acudir a otras instalaciones como alternativa. «Este es un servicio que una biblioteca pública tiene que dar», insisten.
El que disponga de ordenador portátil puede acudir a la Biblioteca Central y conectarse a la red wifi disponible, pero los que directamente utilizaban los equipos del centro, ya fuera para consultar algún tipo de información, realizar trabajos o acceder a internet, se han quedado sin servicio.
El personal carece además de información con la que poder responder a las protestas de los clientes. No saben cuándo se podrán habilitar los equipos informáticos. Y la Consejería de Cultura tampoco lo sabe. «Lo antes posible», se limita a contestar sin concretar plazos.
Sí aporta sin embargo las razones para justificar el tiempo que llevan los ordenadores fuera de servicio. «La Biblioteca y el Archivo Central –que comparten las rehabilitadas instalaciones del antiguo depósito de Tabacalera– se encuentran inmersos en el cambio de sistema informático que está realizando el Gobierno de Cantabria», explican fuentes de Cultura. Las mismas detallan que son «muchos» los departamentos que están «afectados» y que este cambio se está realizando «por etapas».
En el caso concreto de la Biblioteca Central, la Consejería dirigida por Francisco Fernández Mañanes asegura que está poniendo «todo su interés y esfuerzo» a fin de que esta transición, «que traerá mejoras en el servicio», se haga «lo antes posible». Pero advierte de que «no depende» de ella. Así, añade que este cambio significa además «la implantación de una serie de programas de seguridad, privacidad y control» que obliga la normativa en lugares como éste, lo que «también dificulta el desarrollo del proyecto».
Cultura espera que «en el menor tiempo posible» este proceso haya finalizado y que los usuarios «puedan seguir utilizando» esos equipos, que, insiste, «se verán mejorados con los nuevos sistemas».
Entre las mejoras, los usuarios de la biblioteca podrán acceder directamente al servicio de ordenadores con su tarjeta de socio sin necesidad de la mediación de un operario. Pero el cambio llevará consigo también la reducción de 56 a 40 los equipos informáticos disponibles, que serán «más modernos».
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