El orgullo de la diversidad sexual
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Cuatro jóvenes cántabros del colectivo LGTBIQ+ cuentan sus experiencias y reivindican que, a pesar de todo lo conseguido, «todavía queda mucho por hacer»Secciones
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Cuatro jóvenes cántabros del colectivo LGTBIQ+ cuentan sus experiencias y reivindican que, a pesar de todo lo conseguido, «todavía queda mucho por hacer»Kiara, David, Olivia y Gian pertenecen al colectivo LGTBIQ+ y son cuatro de las tantísimas personas que mañana se manifestarán para defender con orgullo sus derechos por las calles de Santander. Pero ellos no solo luchan mañana, lo llevan haciendo toda su vida. A lo ... largo de los años han ido viendo como, paso a paso, se han ido consiguiendo avances en la visibilización del colectivo LGTBIQ+, pero todos coinciden en que «todavía queda mucho por hacer».
Kiara Brambilla tiene 34 años y explica que, cuando nació, ser lesbiana estaba considerado como una enfermedad. «Nací siendo una enferma para la sociedad. La homosexualidad se despenalizó el 17 de mayo de 1990 y yo nací cinco días antes». Después, a medida que fue creciendo cada vez había más referentes de chicas lesbianas en las que verse reflejada, algo que agradece. «Eso es muy importante a la hora del desarrollo porque tienes en quién fijarte. La normalización ya empezaba a verse un poco, aunque de aquellas aún quedaban muchos retos por conseguir». Retos que siguen presentes hoy en día. Kiara asegura que las lesbianas sufren una doble discriminación: «Una por lesbianas y otra por mujeres». Y va más allá, también lamenta que dentro del colectivo LGTBIQ+ se han reproducido «las dinámicas patriarcales de la sociedad». «La jerarquía de poder también existe en el propio colectivo. No dejamos de ser personas que vivimos en la misma sociedad. Nos agrupamos, pero es cierto que se repiten estas dinámicas patriarcales y estamos aquí para derribarlas», admite.
A la homofobia y al patriarcado hay que sumarle también los estereotipos. David Urdinguio, de 27 años, advierte de que los prejuicios «van a seguir siempre» y destaca los más comunes. Por un lado está la masculinidad frágil. «Ser gay no quiere decir que seas menos hombre. Cada uno tiene la masculinidad que tiene», deja claro David. También tiene en cuenta el discurso de la promiscuidad. «Siempre se nos asocia con personas que salimos mucho de fiesta y dicen que por eso somos promiscuos». Y no se olvida de las enfermedades de transmisión sexual, que asegura que se las atribuyen a todo el colectivo, no solo a los homosexuales. Para David salir del armario no fue excesivamente difícil, porque creció en un entorno «amigable», pero entiende que haya niños a los que les cueste por el auge de los discursos de odio en nuestro país. «Para hacerse una idea, en Cantabria los delitos de odio han aumentado un 67%». Sin embargo, agradece el apoyo que las instituciones brindan al colectivo en los últimos años y reivindica que todavía queda mucho por hacer, empezando por poner ejemplos en los colegios. «Es tan fácil como normalizarlo en el enunciado de un problema de Matemáticas».
«Cuando nací, ser lesbiana se consideraba una enfermedad, pero por suerte tuve referentes en quien fijarme»
«Agradezco el apoyo de las instituciones, pero es necesario que el colectivo se visibilice más en los colegios»
«En un punto de mi vida me di cuenta de que ser chico no me representaba y necesité mostrar lo que soy: una mujer»
«Ser bisexual no está visibilizado. Si estamos con chicos, somos gays, y si estamos con chicas, somos heteros»
David reconoce que, dentro del colectivo, los gays son los que más representados están. Lo contrario le pasa a Gian Cubillo, bisexual, que explica que su orientación es la más invisibilizada. «Dentro del colectivo se nos termina tratando como gays con mucha masculinidad, incluso a veces tóxica, porque podemos estar con hombres o con mujeres». Gian también explica que el mundo por lo general es binario. «Ante los ojos de la gente nunca somos bisexuales. Si tú eres un chico bi y estás con una mujer, eres hetero, y si estás con un chico, eres gay. Siempre tienden a clasificarnos». Además, critica que «la bisexualidad sigue viéndose muchas veces como la parte viciosa del colectivo, la parte promiscua, simplemente porque no nos quedamos en una cajita, sino que abarcamos todas».
Entre calificativos como 'promiscuos' o 'viciosos' también hay que echar cuenta de las connotaciones negativas que la sociedad ha atribuido a palabras que definen identidades, como 'transexual'. A Olivia Cimiano no le molesta que se refieran a ella como chica trans: «Es lo que soy». Pero entiende que haya otras personas que sí quieran omitirlo para evitar comentarios de odio y discriminación. «Soy una persona que nació y se crió como un chico, pero que en un punto de mi vida me di cuenta de que no era lo que yo representaba. Tenía que hacer una transición, tanto mental como física, para saber cómo era realmente», cuenta Olivia. En su caso, tardó en identificar lo que necesitaba. «Durante muchos años sufrí ataques de ansiedad muy fuertes y no sabía por qué. Cuando llegó la pandemia, tuve mucho tiempo para reflexionar y ahí me di cuenta de que lo que necesitaba era mostrar quien soy: una mujer».
A través de la manifestación de mañana todos quieren dejar claro que no tienen miedo y que «vivir la libertad sexual de cada uno libremente es un derecho que todos tenemos que tener».
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