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Marta Hazas siempre que vuelve a su tierra, Santander, se reencuentra con su madre, Marieta, a la que considera «referente de vida». La actriz explica que para ella es, claro, la mejor madre. «No conozco a ninguna persona en el mundo que me haga sentir mejor. Siempre será casa, el abrazo al que volver y el mejor referente». Compañera de viaje «divertida, incondicional y siempre su propia jefa». Lo lleva en el nombre, Marieta. «Responde a 'M' de madre; 'A' de amor; 'R' de refugio; 'I' de incondicional; 'E' de empoderada; 'T' de ternura y 'A' de admirable. Además, en este caso, porque lo es y punto. Quien la conoce, lo sabe».
«Mi madre, Amalia, es la más divertida y la mejor compañera de viaje. De ella he sacado mi actitud ante la vida para disfrutar al máximo, reírnos de todo y no preocuparnos por cosas sin importancia», resalta el artista. «Me divierto con ella cuando vamos a tomar vinos y en las inauguraciones de mis exposiciones por el mundo», dice Okuda, que señala que ella tiene sus propias fans porque también es una artista. «Con los bordados maravillosos que hacemos con la ayuda de mi hermana Maite. Y me ha ayudado a pintar murales subida en la grúa». Además considera «como otra madre» a Sari, cocinera en el restaurante familiar. «Me crió».
«Cuando no había muerto Franco, mi madre dirigía un hotel en el Centro de Santander. Pocas madres dirigían nada en aquella época. Fue la primera madre que mandó un hijo a Inglaterra a aprender inglés en la ciudad antes de los ochenta. Cuando todos intentábamos comprender qué era un teléfono móvil, ella ya se había comprado uno. Cuando los apocalípticos reniegan hoy de las redes sociales, ella, con 88 años se ha convertido en influencer. Siempre ha marcado tendencia. En Facebook se muestra tal cual: transparente, vitriólica, lúcida con el pasado, confiada en el futuro. Impulsiva, reflexiva, da en el clavo. Con mi madre, una conversación vespertina, o mejor un monólogo con anécdotas se vuelve una desternillante película de Berlanga -es capaz de interpretar a todos los personajes- o una novela enjundiosa de Galdós. Mezcla fantasía con realidad, vale, pero, ¿qué gran creador de historias no lo ha hecho? Cuando la llamo por teléfono, a veces creo que me responde una adolescente, por el tono de voz. Se ha cortado el pelo a lo punkie, tiene el saque de un recluta y no se corta a la hora de piropear a mis amigos. Su nieta Cristina le está haciendo un documental y Paula, la actriz, estudia su gestualidad y su manera de contar para, con el tiempo, crear un personaje. A Vera, su nuera, no para de decirle: hija mía, qué remango tienes… Va la última en la lista de las próximas elecciones por el PRC, porque también, en eso, fue la primera concejala que logró el partido en el Ayuntamiento de Santander. Es la número 26. Dice que va de telonera, aunque cierre la lista. Pero cuidado, que como se ponga, hasta sale».
«He tenido la suerte de tener una madre artista, con una sensibilidad y una personalidad muy especial, inteligencia, sentido del humor y una visión de la vida un poco abstracta, entendiendo las profesiones no convencionales, como la suya y la mía», asegura de su madre, Gloria Torner. «A mi madre se le daba bien todo: cantar, bordar, coser, se hacía trajes y vestiditos a mis muñecas, exquisita en la cocina...», continúa. «A pesar de ser protectora, siempre ha dejado que viva y decida con libertad. Digna representante de un matriarcado de mujeres trabajadoras, que hacen lo correcto, te enseñan con amor y crecen en los momentos difíciles».
«¡Qué gran mujer mi madre! Enamorada de la vida y de sus nietos. Un ejemplo de mujer, madre y también como persona. Madre, hija y sobrina de pasteleros, heredó el espíritu emprendedor de mis abuelos y, con cuatro hijos, nunca dejó de trabajar, en casa y con mi padre en la pastelería», destaca Estela de su madre, Olivia. «Es un referente importantísimo en nuestras vidas, en el día a día. En cualquier detalle ahí está ella. Un pilar fundamental de amor, respeto, ternura, altruismo y buen hacer. He tenido la suerte (igual que mis hermanos) de poder contar con ella siempre, apoyándome con mis hijos. ¡Ojalá fueras eterna, mami!».
«Cuando pienso en mi madre, la pienso como una excelente narradora: capaz de contarme historias a través de cuentos, de una canción cantada en el coche, de un pequeño gesto para peinarme», dice el productor cántabro. «Admiro su valentía para escucharse sin dejar de escuchar al resto, para saber marcharse sin abandonar y, sobre todo, seguir caminando con la emoción por delante aunque la garganta arda». Choya trata de «aprender desde sus gestos». «Incluso, si me sacan los colores». Una de sus cosas favoritas es «descubrir la mujer más allá de la madre», y enorgullecerse de poder «seguir de cerca también su viaje».
«Si una palabra tiene que describirla es amor por sus hijas, por su familia, por sus amigos, por la vida». Así describe Paula a su madre, Nuria Rumoroso. «Una mujer fuerte que ha vivido y superado dolores que yo no puedo ni imaginar. Y que, a pesar de todo, mira la vida con alegría e ilusión. Mi madre ha sido y será un pilar fundamental en mi vida. Me ha enseñado a ser valiente, a luchar por mis sueños, a mirar con la frente alta hacia delante. Me conoce, me respeta y, aunque a veces no entienda todo lo que sucede a mi alrededor, sin miedo a aprender. Siempre está cuando la necesito y sabe dónde estoy aunque me esconda».
«Siempre has sido un apoyo incondicional en todos los momentos de mi vida. Te agradezco infinitas cosas, aunque nada tan bonito como hacerme la vida tan fácil para poder conseguir mis objetivos profesionales y deportivos». Así se dirige Laura a su madre, Marisa. Mensaje directo. «Haces una comedia de cualquier momento banal. Me enseñaste valores para ser la persona que soy hoy, una persona que se esfuerza, comprometida y que, si se equivoca, sabe perdonar y perdonarse. Aunque la vida no ha sido siempre fácil, no mires atrás, has tenido que luchar contra tu propio legado y trasladarme a mí otro mejor, y lo has hecho muy bien».
«Ella sabe sacar lo mejor y lo peor de mí», bromea. Ya en serio habla de «cariño, amor, sinceridad, apoyo, motivación, protección, enseñanza, alegría, risas y un sinfín de palabras». «Mi madre es mi refugio, con quien puedo contar en todo momento, la que nunca me va a fallar y siempre va a estar apoyándome en lo bueno y en lo malo». Marina lanza un agradecimiento a Pilar «por ser un ejemplo de vida». «Gracias por ser mi camino y por estar conmigo. Por enseñarme a luchar y entregarme en cuerpo y alma para lograr mis sueños. Te quiero con todo mi corazón, mamá».
Daniel hace un homenaje a su madre con palabras. «Es la mejor del mundo por varias razones. Primero, porque nunca renunció a su sueño de ser actriz por sus hijos. Sí lo hizo unos años cuando nos tuvo a los tres (eran otros tiempos), pero, cuando éramos suficientemente mayores, retomó su pasión. No fui consciente entonces, pero ahora me alegro enormemente de que luchara por su sueño. Y segundo, porque, que yo me dedique a esto, es en parte por ella. Mi padre me enseñó el amor por el cine y ella, el amor y el respeto por la interpretación, por los actores. Le debo toda mi carrera».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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