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Los partidos políticos regresan al Parlamento, tras las largas vacaciones veraniegas, para dar el último arreón antes de las elecciones autonómicas y municipales de ... 2019. El Gobierno se propone desplegar ahora una amplia actividad legislativa, muy poco fluida durante toda la legislativa, en materia de igualdad, discapacidad, régimen jurídico, Protección Civil y el 112, la vieja iniciativa legislativa popular y hasta la Memoria Histórica… Mucho trajín para lo que le queda a la Cámara, pero se trata básicamente de presentar un Ejecutivo laborioso y de camuflar sus lagunas en el último tramo de su mandato. La oposición, y en primer lugar el PP de María José Sáenz de Buruaga, está obligada a superar en este otoño caliente sus batallas internas y sus inestables liderazgos, pero cree que además le sobrará tiempo y material para poner en dificultades al Ejecutivo con asuntos como el AVE y las infraestructuras comprometidas por el Estado, la evolución del desempleo, la gestión paralizada, la incertidumbre en torno a la financiación autonómica, el conflicto en la educación o las irregularidades en el Servicio Cántabro de Salud (SCS) que amenazan a la consejera Real.
Por el momento, la investigación de las malas prácticas en el SCS se diluye un tanto en una comisión parlamentaria que amplía el foco y extiende las pesquisas al Gobierno del PP 2011-2015 y a su presidenta, Sáenz de Buruaga, como consejera de Sanidad en aquella etapa. La técnica de desactivación no es nueva. Tiene como precedente aquella comisión constituida en abril de 2016 sobre el nuevo Valdecilla que se retrotrajo a los gobiernos que se sucedieron desde el derrumbe de 1999 y que nunca avanzó. De eso se trataba entonces y también ahora.
El PP no renuncia a cobrarse la pieza de la consejera Real, sostenida contra viento y marea por el PSOE, a pesar del evidente desgaste que supone el caso para el partido y para todo el Gobierno. Desde luego, Pablo Zuloaga ha defendido a Real con mucha más energía de la que ha gastado Pedro Sánchez para proteger a la ministra del ramo, Carmen Montón, y su máster amañado, ese último modelo de misil político de alto poder destructivo que ahora también apunta al propio presidente Sánchez y al nuevo jefe del PP, Pablo Casado. Nada menos.
No está claro si tan firme amparo del PSOE a la consejera se debe a un gesto de arrogancia, de 'sostenella y no enmendalla' a pesar de los claros indicios de mala praxis detectados en el SCS, o tiene que ver con que Real es uno de los pilares del partido en Santander. O un poco de todo. El asunto también está en manos de la Fiscalía, o sea, una moneda al aire.
Los populares hacen que Revilla comparezca en el Parlamento a dar explicaciones, como responsable de todo lo que atañe al Consejo de Gobierno. Todos los 'marrones' socialistas son también del presidente, aunque eso al PRC no le guste. Quien dice las irregularidades en la administración sanitaria de Real, dice lo mismo de las drásticas movilizaciones de los docentes en el comienzo del curso escolar contra las directrices del consejero Fernández Mañanes, absolutamente divergentes con el planteamiento conciliador que predica Revilla, jaleado por los profesores.
Las diferencias políticas y los roces entre los aliados del Gobierno PRC/PSOE se acentúan conforme se agota la legislatura. En ese proceso de marcar distancias hay algo auténtico y algo impostado. Como ejemplo, los Presupuestos que este Ejecutivo en minoría no puede aprobar un año tras otro sin un socio externo que aporte el voto que les falta. Al igual que lo intentó el año pasado, el PSOE prefiere negociar las cuentas con Podemos, que ese es también el guión actual de Pedro Sánchez cuando mima a Pablo Iglesias. O sea, los socialistas buscan hoy alianzas presupuestarias con el partido al que mañana intentará birlarle los votos para poder crecer.
Podemos se deja querer y se mantiene a la expectativa, aunque ve factible llegar a un acuerdo presupuestario con el PSOE, siempre que se avenga a satisfacer la factura correspondiente en el gasto social y en los impuestos a las rentas más altas. Más difícil le parece que el PRC esté por esa labor. cuando además no le resultará muy difícil sacar adelante las cuentas con el apoyo de Carrancio, el llamado por sus detractores 'diputado 18' del Ejecutivo.
Algo hay de eso. Al PRC no le gustaría subir impuestos tan cerca de las elecciones, más bien preferiría congelarlos, con el apoyo Carrancio o incluso con Ciudadanos si se pusiera a tiro. Pero todas las posiciones son flexibles. Si al PRC no le queda otra que el pacto con Podemos para salvar los Presupuestos lo asumirá. Y el PSOE ya tuvo que aceptar el año pasado el salvavidas de Carrancio. Un poco de postureo está bien, pero los Presupuestos y la estabilidad del Gobierno están por encima de todo.
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