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Acuden a la consulta del otorrino por una latosa congestión nasal que no se acaba de quitar, les cuesta respirar bien. Saben la causa, pero ... la negarán casi siempre. Buscan una solución al alcance de muy pocos, los dispuestos a renunciar primero a la sustancia que les está destrozando la nariz: la cocaína. El equipo de Otorrinolaringología de Valdecilla advierte del llamativo incremento de consultas de pacientes con daños graves por el consumo de esta droga. «Estamos viendo que en los últimos cuatro o cinco años no es que estén apareciendo más casos nuevos, sino que los que vienen tienen lesiones mucho más severas, probablemente por más abuso o porque la cocaína sea de peor calidad», explica el otorrino Jaime Viera, experto en Rinología de Valdecilla, al igual que su compañero Roberto Megía.
«Antes se veían dos o tres lesiones graves al año por este motivo, ahora hablamos de que todos los meses tenemos alguna. De media, consultan dos o tres pacientes al mes con lesiones moderadas o severas (entre 25 y 30 al año), que es bastante para una población como la de Cantabria». Y esas cifras son las que han hecho saltar las alarmas en el servicio.
30 pacientes aproximadamente acuden al año a Valdecilla con lesiones por cocaína.
«Esta droga es un vasoconstrictor, es decir, disminuye el calibre de los vasos sanguíneos –en Estados Unidos incluso tiene usos médicos para ciertos procedimientos (en Europa no está autorizada)–; si se usa de forma continuada, ese tejido acaba muriendo (necrosis), lo que genera fenómenos inflamatorios, que son los que causan esa congestión y, después, úlceras en la cavidad nasal e incluso perforaciones del tabique, que rompen el flujo laminar del aire y genera esas turbulencias que llevan al paciente a tener esa sensación de que le cuesta respirar», continúa el doctor. Cuando las lesiones ya están más avanzadas o el abuso es mayor, «empiezan a verse costras, sangrados nasales...». Señales que apuntan al devastador efecto de la cocaína, aunque los pacientes «normalmente niegan ser consumidores, te lo intentan ocultar».
Por eso, «en caso de duda», los médicos tienen que descartar otras posibilidades. «Si vemos una perforación septal (de tabique), lo primero que sospechamos es que ha tenido una cirugía previa. Si no es así, hay que buscar causas alternativas: si el paciente se manipula mucho la nariz, si se rasca y genera esas infecciones en la zona, que es algo infrecuente; o si puede tener enfermedades autoinmunes, que también son raras y lleva mucho tiempo y dinero analizar».
Jaime Viera | Otorrino de Valdecilla
Si los resultados son negativos, queda claro que el deterioro de la nariz es consecuencia del consumo de drogas inhaladas. «Hay veces que no nos hace falta preguntar si consumen, directamente les preguntamos con qué frecuencia lo hacen», añade Viera, que insiste en que «al tratar de ocultarnos su adicción, el paciente se está haciendo daño a sí mismo, porque retrasa el diagnóstico, al tiempo que genera un gasto sanitario innecesario. Nosotros no estamos para juzgar a nadie, lo que nos interesa es saber cuanto antes la causa del problema, para poder ayudar. Nos podemos ahorrar muchos pasos, simplemente con que nos digan la verdad». Ese es el mensaje en el que incide el equipo de Otorrinolaringología de Valdecilla, además de recordar las graves consecuencias futuras a las que se enfrentarán estas personas si no tratan esas lesiones a tiempo.
«Tenemos en Cantabria pacientes muy complicados. Si la úlcera sigue creciendo, porque el consumo de cocaína se mantiene, pasa más allá del tabique nasal y genera orificios en el paladar –lo que hace que el paciente ya no pueda tragar–, va comiendo la estructura de la nariz (lo que se llama nariz en silla de montar) e incluso hay personas que se quedan sin nariz, directamente tienen un agujero en la cara. Y tenemos casos de estos en Cantabria», señala Viera, que apunta que «las lesiones más graves que hemos visto en consulta ocurren en mujeres; los hombres, siendo más, consultan antes». Aunque algunos no pasan de la primera cita. «Si acceden al tratamiento, tenemos que hacer primero una analítica, porque no serviría de nada, si esa persona no deja la droga. En ese punto, hay pacientes que directamente se van de consulta y no les volvemos a ver».
Jaime Viera | Otorrino de Valdecilla
Pero es requisito imprescindible para que el tratamiento funcione y la nariz sane «estar un mínimo de un año sin consumir, eso lo dejamos bien claro». La fórmula para reparar esas lesiones consiste en «lavados de agua de mar (mantiene el tejido nasal húmedo) y suero fisiológico; si tiene sobreinfección, se aplican antibióticos en pomada para quitar esas bacterias, y después corticoides nasal para disminuir la inflamación». Los otorrinos garantizan que «si no se consume de nuevo, la nariz recupera su estado inicial, es una zona bastante agradecida si se la cuida», aunque el tratamiento actúa lentamente (mínimo de cuatro a seis meses). En caso de que el paciente, además, tenga el tabique perforado y le dificulte la respiración, el siguiente paso será una reparación quirúrgica, aunque son contados los casos que llegan a la cirugía –hace más de dos años de la última operación en Valdecilla por este motivo–.
Perfil social
De los pacientes que acuden al otorrino por lesiones provocadas por la cocaína, menos de un tercio llega a tratarse. «Entre un 20 y un 30% se compromete a dejar la droga durante un año, que es el primer paso, porque de lo contrario el tratamiento no sirve de nada. El resto lo deja o no lo intenta, porque no buscan cambiar su hábito, vienen sólo porque respiran mal», indica el doctor Viera. El perfil que predomina en este tipo de consultas es de «una posición social media-alta, porque es una droga cara. Tanto hombres como mujeres. También hay gente con menos poder adquisitivo, pero que se busca la manera de conseguir la droga. Eso lleva a que a veces es de peor calidad y los daños se producen de forma más rápida».
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Ana del Castillo
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