
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La lentitud con que la quinta ola va perdiendo fuerza sigue alargando la vuelta a la normalidad en Cantabria. Si el momento más duro de ... este repunte veraniego del virus llegó en el último tramo de julio (el día 22 de ese mes se diagnosticaron 422 contagios, cifra récord, y el día 27 se alcanzó la máxima incidencia, 707 casos por 100.000 habitantes), desde entonces los valores no han dejado de caer, pero con un ímpetu muchísimo menor que el de la subida.
Sin duda, resulta positiva cualquier mejora en los marcadores de la pandemia, pero la buena evolución no impide que Cantabria se mantenga en el nivel tres de alerta, equivalente a un riesgo alto, por la combinación de todos ellos, y especialmente por la alta presión que se sigue soportando en cuidados intensivos.
La Consejería de Sanidad dio cuenta de 99 nuevos contagios correspondientes a este pasado domingo. Con ellos, la suma semanal de infectados es de 858, lo que supone un descenso de menos del 8% respecto a la semana anterior, cuando se registraron 929. Ese ritmo tan flojo de recuperación también se encuentra remontándose otros siete días atrás, cuando había 1.283 y el porcentaje de disminución fue casi idéntico.
Con una cifra de positivos semanales aún demasiado cercana al millar, las incidencias acumuladas a siete y catorce días no pueden descender a unos límites razonables y se mantienen en niveles muy altos.
Estos marcadores, que reflejan la intensidad de circulación del virus, explican también por qué el covid está consiguiendo infectar incluso a las personas inmunizadas: al haber tanto contacto con él, acaba poniendo a prueba en demasiadas ocasiones el grado de efectividad de las vacunas.
La incidencia acumulada a siete días es de 147; la de catorce, de 307: haría falta un verdadero desplome para poder hablar de recuperación, pero aún no se ha producido, aumentando el peligro de que la enfermedad vuelva a coger fuerza antes de haber caído lo suficiente.
Más allá del conteo de casos, donde verdaderamente se aprecia el efecto de la pandemia es en los hospitales, donde el número de pacientes de coronavirus atendidos se mantiene elevado. Ahora es de 70, cuando hace un par de semanas bajaba a duras penas del centenar. Es en la UCI donde más se advierte la presencia de enfermos de covid: los 16 críticos que permanecen ingresados suponen una ocupación alta e impiden que el nivel de riesgo descienda en la región.
Hay que subrayar que cuando se indica que estos enfermos ocupan más del 14% de los puestos de UCI, esto no significa que el resto de camas esté libre, pues se trata de un servicio de mucha demanda. El reto para el sistema sanitario es evitar que el covid impida asistir a casos graves del resto de patologías.
Los más mayores, como es habitual, se llevan la peor parte: la edad mediana de los ingresados en UCI (donde se sitúa el corte: hay tantos por encima de ella como por debajo), es de 62,5. Los grupos de edad en hospitalización con más pacientes son el de 80 a 89 años, con quince, y el de 60 a 69 años con catorce, seguidos por el de 50 a 59 años, con diez, y el de 70 a 79, con nueve.
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Ana del Castillo
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