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El centro hospitalario Padre Menni, uno de los pilares de la atención a la salud mental de Cantabria, tiene una factura farmacéutica de 270.000 euros cada año. Y hace más de una década que los paga de su bolsillo, cuando la mayoría de ... los pacientes que atiende -ahora mismo más de 400- son derivados desde el Instituto Cántabro de Servicios Sociales (Icass) y el Servicio Cántabro de Salud (SCS), con los que tiene concertadas 332 y 30 plazas (tres de ellas de salud mental infanto-juvenil), respectivamente. Un concierto que cubre el coste de la estancia, pero que no contempla la asistencia sanitaria que se presta durante ese tiempo, puesto que «sigue siendo competencia del SCS». Ese es otro de los montantes que también asume el centro hospitalario y que desequilibra su presupuesto: «Nos supone entre 700.000 euros y 1,2 millones anuales más», según las cifras que aporta el gerente, Carlos Pajares.
«Son dos reivindicaciones históricas que hemos trasladado a la Consejería de Sanidad, y confiamos en que al menos para la primera (el gasto de farmacia) se pueda encontrar una solución, porque la situación ya es muy difícil de afrontar», declara. De hecho, ya se han iniciado las negociaciones con el SCS, en paralelo al desarrollo del Plan de Salud Mental que ha coordinado el psiquiatra Óscar Fernández, ahora nombrado subdirector de Asistencia Sanitaria. «Estamos ante una aumento brutal de la demanda, pero sin embargo los recursos disminuyen. El hospital está lleno, y en cuanto se libera una cama, se ocupa de inmediato. Lo que pretendemos es que se nos reconozcan esos gastos y quede reglamentado, siempre pensando en mejorar la atención a la salud mental de los cántabros, más ahora que necesitamos reforzar áreas con una mayor presión por toda la patología que la pandemia ha sacado a la luz», defiende Pajares.
¿Dónde radica el problema? En la práctica es como si al formalizar el ingreso en Padre Menni automáticamente un alto porcentaje de esas personas, sobre todo las que tienen graves problemas mentales o dificultades severas de movilidad, salieran del circuito de la sanidad pública ante la imposibilidad o inconveniencia de trasladarlos al centro de salud de referencia (en este caso, el de El Sardinero) cada vez que lo precisan. «Tenemos pacientes muy complejos, con todo lo que implica la cronicidad dentro de la salud mental», apunta la directora médica del centro, Vanesa Muñoz.
Carlos Pajares | Gerente de Padre Menni
«Muchos son pacientes geriátricos, algunos encamados incluso, y moverlos hasta el centro de Atención Primaria (hay que hacerlo en ambulancia) también nos puede suponer que se descompensen sus patologías de base», añade. Como centro hospitalario, disponer de su propia plantilla médica evita esos desplazamientos y agiliza la resolución de los cuadros clínicos, pero a la postre también engorda una factura que «nadie nos paga después», incide el gerente, incluido el gasto farmacéutico de las recetas de sus tratamientos.
El impacto de la pandemia, y los recursos para hacerla frente en cada ola (equipos de protección, test, contratos de refuerzo...), también ha trastocado las cuentas de la entidad sin ánimo de lucro que gestionan las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón. Por eso, la Gerencia del centro Padre Menni ha vuelto a plantear a la Consejería abordar este asunto. «Porque ahora nos viene la pandemia de la salud mental y tenemos que estar preparados», señala la directora médica.
Descartada la vía del traslado al ambulatorio de los pacientes, por las posibles repercusiones en su estado de salud, la alternativa es que sean los facultativos de Atención Primaria los que pasen consulta en las propias instalaciones de Padre Menni -igual que lo hacen en las residencias de mayores, que no están obligadas a tener equipo médico-, así las recetas también se tramitarían por la vía pública, aunque ahí las reticencias vienen de los propios profesionales, «por el tiempo que les resta de sus consultas y por la complejidad de nuestros enfermos». «Solo pedimos que se reconozca nuestro trabajo de forma legal y económicamente. Padre Menni quiere aportar más a la salud mental de Cantabria, pero con garantías. Nos preocupa que se resienta la asistencia sanitaria y la situación se está poniendo muy difícil», advierte el gerente.
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