Manuel Vila
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Manuel Vila
Nacho González Ucelay
Santander
Jueves, 21 de noviembre 2024, 07:11
En julio de 2019, una veintena de empresas que desarrollan toda o parte de su actividad en el ámbito de la defensa –en el medio naval y en los sectores de la electrónica y las telecomunicaciones mayormente– se asociaron para abordar juntas los enormes retos ... a los que se enfrenta un campo minado por la escalada bélica que se respira del uno al otro confín del mundo. Nacía, así, el Clúster de la Industria de Defensa, un conglomerado de compañías relacionadas con la defensa nacional que hoy supera ya los ochenta asociados y que preside el ingeniero industrial cántabro Manuel Vila (Torrelavega, 1961).
–¿Qué balance podría hacer de estos cinco años de actividad?
–El Clúster echó a andar con veintipocos asociados y ahora mismo supera ya la cifra de los ochenta. Ese, por sí mismo, ya es un dato que refleja bien la necesidad que había de constituir una asociación que aglutinase a todas aquellas compañías que puedan proveer a las Fuerzas Armadas de bienes y servicios de toda clase. Creo que hemos conseguido llenar ese vacío, que era nuestro primer gran objetivo.
–Si le pregunto qué cabe esperar de los próximos cinco años, ¿es fiarlo muy lejano?
–Tal y como evoluciona el mundo es poco menos que imposible hacer siquiera una conjetura, pero en circunstancias normales diría que cabe esperar de nosotros una expansión nacional a medio plazo.
–Uno de los objetivos del CID es «eliminar tabúes, generar orgullo de marca, procurar respeto y obtener el reconocimiento social y la visibilidad que la industria de defensa merece por su contribución al desarrollo de la economía y al PIB nacional».
–Es correcto, sí.
–¿A qué tabúes se refieren?
–A los que genera en la sociedad todo aquello que suene a guerra, y la defensa, por defensa que sea, obviamente lo es.
–Ya.
–En los últimos veinte años se ha producido una inclinación política al buenismo, por llamarlo así, que se ha impregnado en el conjunto de la sociedad y eso es un gran hándicap para nosotros. Nos gustaría poder revertir esa sensación.
–¿De rechazo, quiere decir?
–Sí, sí, de rechazo, sí.
–¿Hasta qué punto pueden ayudar a mejorar esa imagen las grandes movilizaciones de la tropa en misiones humanitarias como la producida en Valencia?
–(Que si hubiera sido un poco más grande y un poco más temprana no hubiera pasado nada). Es verdad que ese tipo de acciones han ayudado muchísimo a revertir la imagen que se tenía de las Fuerzas Armadas.
–Otra de sus finalidades es «promover la cultura de defensa». ¿Diría que somos un país inculto en este campo?
–España es un país con una cultura manifiestamente mejorable en lo que respecta tanto a su propia historia como a la defensa. Eso es algo que uno descubre cuando viaja a otros países y percibe el orgullo con el que te hablan de su historia y su bandera. Eso aquí no se ve, y una consecuencia de ello es precisamente esa falta de cultura de defensa por la que me pregunta.
–¿En qué medida están influyendo en la industria de defensa española los conflictos armados en Oriente Próximo y Europa del este?
–Desde el punto de vista profesional –porque desde el humanitario es una auténtica tragedia– estos conflictos nos muestran algunas enseñanzas que la industria está teniendo muy en cuenta. Los drones y su relevancia táctica, por ejemplo, eran una incógnita ya despejada.
–¿Y cómo ha acogido este sector el próximo cambio de inquilino en la Casa Blanca?
–Estados Unidos tiene una política exterior cada vez más volcada sobre el Pacífico; y eso es algo que no va a cambiar ahora con la llegada de Donald Trump. Con todo, creo que Europa se va a ver abocada a defenderse más por su propios medios.
–¿La defensa es ahora más importante que nunca?
–La defensa es importantísima siempre.
–Usted es el CEO de una empresa que se dedica a la elaboración de algunos componentes de los nuevos submarinos de la clase S-80 que Navantia está fabricando en Cartagena.
–Newtesol, aquí, en Cantabria.
–¿Qué elementos son esos?
–Protegemos de la corrosión el acero especial del que están fabricadas algunas piezas de los submarinos (los tubos lanzatorpedos, por ejemplo) que luego Navantia suelda al casco de los sumergibles.
–Alguna vez ha dicho que la principal carencia de la Armada Española es precisamente su fuerza submarina
–Creo que reforzarla es una prioridad, sí.
–¿Pero esto lo dice desde el convencimiento o porque a usted le viene estupendamente?
–Jajaja. No. A ver. España ahora mismo tiene operativos dos submarinos, cuando la cantidad mínima de la que deberíamos disponer es de ocho. Esa cifra nos coloca en una situación dramática por la importancia que la fuerza submarina tiene tanto en el control del Estrecho y sus accesos, todo lo que es el Mediterráneo Occidental...
–...7.800 kilómetros repartidos en dos mares...
–Sí, y mucho más que eso. Los intereses de España se reparten por todo el mundo y la Armada debe ser capaz de defenderlos con su presencia disuasoria si no en todos esos lugares sí al menos en todo el Mediterráneo, en gran parte de la costa africana y en América. Y eso requiere de un equilibrio.
–Un equilibrio que no se consigue con los cuatro sumergibles que se están fabricando en la actualidad
–No. Se necesitarían bastantes más.
–Isaac Peral, Narciso de Monturiol, Cosme García, Mateo García de los Reyes... Si de usted dependiera, ¿con el nombre de qué ilustre cántabro sería bautizado el próximo submarino de la Armada?
–Pero Niño. Sin duda. El arma es submarina, se asocia al corso y, hombre, si algún cántabro ha tenido algo de corsario ha sido él.
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