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«Bailar en este escenario ha sido increíble. Aún no me lo creo». Lo dice Carla Diego, una joven bailarina de 12 años de la escuela Gloria Rueda, en Muriedas, nada más bajar del escenario y abrazar a sus profesoras. Este domingo fue la primera ... vez que participaba en una competición de danza urbana, su «gran pasión». Y lo hizo junto a sus 15 compañeras al ritmo del rapero y cantante C. Tangana en la categoría Junior. «Me he estrenado y no ha podido ser de mejor manera. Es sin duda uno de los mejores concursos», comentaba en referencia al campeonato de baile urbano 'Rock da House', que acogió Santander. Y es que, en un día de chaparrones, la danza urbana inundó el Palacio de Deportes. Se podría decir que el de Carla fue un debut a lo grande: un concurso en el que participaron 1.700 bailarines de Santander, Castro Urdiales, Piélagos, La Coruña, Pontevedra, Gijón, Bilbao, Irún, San Sebastián... Incluso de Gran Canaria.
Pancartas, megáfonos, pompones... Las gradas del Palacio –y gran parte de la pista– se llenaron de familias, coreógrafos y bailarines que animaron durante las doce horas que duró el evento –con parada para comer–. No era tarea fácil, pero lo consiguieron. El animo no decayó gracias a los aplausos y cánticos que dedicaron a todo aquel que se subió al escenario. Sin distinciones. «Es una competición, pero venimos a pasarlo bien», explicaba Mónica Ruiz, que viajó desde Gijón para apoyar a su hijo. Igual que Sonia Santurde, vecina de Bilbao, que lleva «toda la vida» acompañando a su hija por todo el país en diferentes competiciones. «Es su pasión y, aunque sea cansado, es muy emocionante. Eso sí, se pasan nervios», reconocía.
Y si los familiares pasan nervios, ni hablar de los participantes. No es para menos. Tienen que resumir casi un año de trabajo en menos de cuatro minutos de coreografía. Es el caso de Leire Rada e Igor Piñeiro, coreógrafos y bailarines de la agrupación de Bilbao 'The Factory'. «Empezamos a trabajar en marzo del año pasado. Solo para el diseño de la coreografía estuvimos hasta agosto. Es decir, la idea creativa, la historia que queremos contar...», explicaba Leire. Ya en septiembre se reunieron con el resto del equipo y, desde entonces hasta un día antes de la gran cita, han ensayado «todas las semanas dos horas, más los entrenamientos». Lo cuentan nada más bajarse del escenario y reconocen sentirse «satisfechos» con la prueba. «La impresión externa ayuda y creo que al público le ha gustado», concluía Igor.
Aunque la última palabra la tuvo el jurado, integrado por Karu, Ari y Borja Muñoz, jueces «de reconocimiento internacional», que en un momento de la mañana también se subieron al escenario de forma individual para bailar, provocando la ovación del público.
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Los distintos concursos se dividieron por categorías. Por la mañana tuvieron lugar las categorías de edades inferiores: Infantil, Baby, Mini-Solista, Mini-parejas y Junior. «Es el mejor día de mi vida», le dijo Lucía, una bailarina de 13 años, a su profesora al terminar la actuación. «Es impresionante ver cómo niñas y niños tan pequeños tienen ese nivel de coordinación», comentaba Lucía Revuelta, una vecina de Santander que se acercó hasta el Palacio de Deportes. «Me encanta el baile y este espectáculo es de diez».
Al mediodía se desarrollaron las categorías Youth, Solista y Parejas, y Premium. Y ya por la tarde llegó el turno de los adultos, que tenían en juego premios en metálico: Absoluta y Megacrew. Esta última fue la más espectacular, ya que implicó que subieran al escenario más bailarines y realizaran coreografías de mayor duración.
Al final Leire e Igor, bailarines de 'The Factory', estaban en lo cierto cuando dijeron que creían que el resultado final había sido bueno. Tanto, que fueron los ganadores de la categoría Absoluta, por lo que se llevaron un cheque de 800 euros.
Por último, el grupo 'Da Family', de Vigo, se alzó con el primer premio –600 euros–de la categoría Megacrew.
La de este año es la octava edición de este campeonato y, según la propia organización, el nivel se supera «año tras año». «Ha sido un día espectacular. Hemos visto muchísimo talento encima del escenario. Realmente el nivel es muy alto y cada año más», explicaba como resumen Irene Pallarés, directora del certamen y una figura destacada en el baile urbano desde hace más de veinte años. «Ha habido muchos más bailarines y más público. Pero público general, no solo los familiares de los participantes y es un orgullo», explicaba.
Esto, a su juicio, es «muy positivo» ya que permite acercar la danza urbana a todo el mundo. Mostrar y atraer. «Así –apuntaba Eva Sanz, también organizadora del evento– ven los valores que transmiten todos los bailarines».
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