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A los panaderos esta crisis les ha impactado de lleno en el epicentro de sus negocios. Algunos de los productos de la cesta de la compra que más han incrementado su precio, los que suman enteros a la cifra general de la inflación, como la ... harina, los cereales y los huevos, son los que sustentan su producción. Y con la energía sucede lo mismo. La electricidad, que mueve sus hornos, ha disparado el coste del kilovatio/hora; y el diésel, base de la distribución casa por casa, sobre todo en la Cantabria más rural, está por las nubes. «Estamos ahogados y así no podemos seguir», advierte Montserrat Trueba, secretaria general de la Asociación de Comercio e Industria de Panadería de Cantabria (Acipán), que representa a unas 90 de las más de 100 panaderías que funcionan en la comunidad. Muchas de ellas apagarán las luces de sus establecimientos el próximo viernes 28 durante media hora para visibilizar el problema. «Venderemos pan como todos los días, que nadie se preocupe;pero hacemos esto porque es una forma de protestar, porque no hemos levantado la voz hasta ahora, y no podemos callarnos más».
Montserrat Trueba
Secretaria general de Acipán
Los profesionales del sector comenzaron a verle las orejas al lobo mucho antes de que comenzara la invasión de Ucrania. «Los precios de la energía llevan escalando desde meses antes y ya estábamos notándolo en la caída de nuestros márgenes de beneficio», lamenta Trueba. Hay establecimientos donde se ha repercutido parte de esos incrementos en el coste de la barra de pan;pero nadie ha podido trasladar completamente las subidas porque es un bien de primera necesidad y muchas familias se verían privadas de su consumo. Pese a todo cada cántabro consume este año un 15% menos. «La situación está cada vez más complicada para los bolsillos de todo el mundo y vendemos menos; y además hemos tenido que subir algo los precios, porque si no, tendríamos que haber bajado la persiana desde hace mucho», explica la representante del colectivo. Todo ello se nota en la rentabilidad, porque cada vez se vende menos y la ganancia de lo que se vende e cada vez menor. El sector está atrapado en un círculo vicioso para el que no encuentra salida.
Carlos Laherrán
La Panera De Arrabal
«Necesitamos que alguien nos de una solución», exige Carlos Laherrán, propietario de la Panera De Arrabal, que cuenta con obrador propio en la calle que lleva el mismo nombre en el centro de Santander. «Antes de la guerra compraba la tonelada de harina a 300 euros y ahora estoy pagando tranquilamente 590», explica. Hace unos meses que subió el precio de la barra, de los 80 a los 90 céntimos y hace la cuenta de manera muy sencilla:«Pese a ese incremento, si necesito esa tonelada para fabricar el género que vendo en un solo día, la pérdida asciende a 200 euros diarios, más o menos», confiesa. «Inasumible e imposible», asegura.
Por eso las 90 panaderías asociadas en Acipán han acordado hacerse oír el próximo día 28. Todas trabajarán con normalidad, harán pan y lo venderán con normalidad; pero cuando el reloj marque las doce del mediodía, las luces de las tiendas se apagarán durante media hora.
Manuel Saiper
Panadería Saiper
Es un apagón con el que también pretenden mostrar su incapacidad para hacer frente a la factura eléctrica. Lo dice Mariló Vierna, propietaria de La Positiva, en Noja, que también cuenta con obrador propio. «Podemos subir el precio de la barra diez céntimos hasta el euro;pero nos sigue dando igual. Si subiéramos lo que tenemos que subir para poder rentabilizar el negocio, el pan sería prohibitivo», explica.
Confiesa que la factura eléctrica ha pasado de los 600 euros a los 1.400. «Yde eso 400 euros son impuestos. ¿De verdad no se puede hacer nada con eso?», protesta. En su negocio el coste energético no se circunscribe a los hornos, porque la distribución es una parte importante de su negocio. «Repartimos a toda Noja y a Isla, casa por casa, en furgoneta», y todo ello tiene un coste elevado en diésel. «Nosotros somos una panadería pequeña, no podemos repercutir los precios lo que deberíamos y así no sé lo que vamos a poder sobrevivir».
Un futuro «oscuro»
El futuro, así planteado, se antoja realmente negro. «Muy, pero que muy oscuro», revela sin tapujos Manuel Saipier, dueño de la panadería Saipier, en Sobarzo de Penagos. Allí fueron previsores hace tiempo e invirtieron un dinero en la instalación de paneles solares. «Aún con todo la luz ha pasado de suponer 800 euros en cada factura a 2.600. ¿Cómo encajo las cuentas? Pues no lo sé, con toda sinceridad». Lo peor es que teme por la viabilidad de la plantilla de su negocio. Tiene cinco trabajadores a su cuenta y a ellos se suma su puesto y el de su hermano. El pasado año ya subieron el precio de la barra un 10% y lamentan que en 2023 no les va a quedar más remedio que hacerlo de nuevo. «Quizá no será otro 10%;pero algo vamos a tener que subir porque realmente no es que estemos ganando menos:es que estamos en pérdidas», explica.
Mariló Vierna
La Positiva
Tampoco podrán hacerse cargo de todo el territorio sobre el que hoy mantienen el reparto. «Tendremos que reconsiderar nuestro servicio porque no podremos llegar a todos los lugares a los que llegamos hoy. Hay que racionalizar». Ycomo solución al problema tiene su propia opinión: «Creo que la clave está en ayudar a los negocios a motivar cambios en pos de la eficiencia energética. Podría haber ayudas para la instalación de paneles solares para autoconsumo. Podrían también apoyar la sustitución de vehículos de reparto por otros más eficientes, eléctricos. Lo que está claro es que algo hay que hacer».
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