La pandemia del machismo
CANTABRIA 25-N ·
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CANTABRIA 25-N ·
La violencia contra las mujeres provocó en Cantabria un aumento del 43,8% de las llamadas realizadas al 016 pidiendo ayuda durante el confinamientoEl despacho de María Ángeles Ruiz-Tagle hay días que se transforma y acoge las reuniones de apoyo a las mujeres de la Asociación Consuelo Berges. Ella es la presidenta, pero los días que toca intervención, trabaja desde casa, «o donde haga falta, porque la pandemia nos cerró la sede física, pero no cerró nuestra actividad». Las medidas sanitarias imponen restricciones al exiguo espacio del que dispone esta asociación de Santander que lleva casi treinta años asistiendo a las mujeres víctimas de maltrato, mujeres encerradas en relaciones tóxicas, en hogares donde se las tortura emocional o físicamente, mujeres dependientes o con trabajos precarios que no ven una salida hacia su independencia económica o emocional.
Este año, celebrar hoy del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer supone pensar en víctimas y verdugos conviviendo con aplausos a las ocho de la tarde sin posibilidad de escapar. Y ha pasado factura: «Durante esos meses de confinamiento han bajado las sentencias y las denuncias, sin embargo han subido las llamadas pidiendo ayuda al 016 y a nuestra asociación», dice Ruiz Tagle. Y así lo atestiguan las cifras.
Según datos de la Delegación del Gobierno en Cantabria, en este momento hay 802 casos activos y 373 con protección integral: «La pandemia ha hecho que muchas mujeres que viven en el horror machista, en el horror de la violencia que los hombres ejercen contra ellas, sientan más desprotección, más vulnerabilidad y más obstáculos para denunciar a sus agresores», explica la delegada del Gobierno en Cantabria, Ainoa Quiñones, y pone un ejemplo para evidenciar el impacto de la pandemia en la lacra machista: «Cuando en septiembre fue asesinada la única víctima mortal en Cantabria en lo que va de año, Nancy Paola, había 770 casos activos. A día de hoy, 50 días después, hay 32 casos más en el sistema de Viogén (Sistema de Seguimiento Integral en los casos de Violencia de Género, del Ministerio del Interior).
«Desde la Asociación de Mujeres Jóvenes queremos aprovechar este 25-N para no olvidar que, en los momentos de recesión, es cuando los derechos de las mujeres pueden sufrir un retroceso aún mayor. No permitamos que el confinamiento silencie nuestras voces y que la violencia de género vuelva a ser un problema de ámbito privado. Debemos exigir que las políticas públicas de igualdad efectiva, aprobadas en 2019, lleguen a la realidad de forma transversal y no queden en papel mojado por el bien de todos».
«En tiempos de pandemia las desigualdades preexistentes se agravan y se muestran con toda su crudeza. El confinamiento en casa y las posteriores medidas de distanciamiento social han comportado un incremento intolerable de las violencias ejercidas contra las mujeres y las niñas en el ámbito doméstico. Pero además debemos ser muy conscientes de que se ha acrecentado también su aislamiento. Es fundamental que la sociedad responda tejiendo redes de apoyo familiar, vecinal y entre amistades, además de dedicar los recursos institucionales necesarios».
Durante la pandemia hemos constatado, a través de las propias mujeres y del aumento de las llamadas al 016, el incremento de la violencia de genero, llegando a situaciones de violencia extrema. Debemos recordar que los datos sobre denuncias, registro de víctimas, solicitudes de órdenes de protección y sentencias han disminuido. Esto refleja claramente que las víctimas están sufriendo en silencio y controladas durante las 24 horas del día por sus verdugos y encontrándose con dificultades múltiples para acceder a las ayudas que necesitarían».
«En esta situación de riesgo para la salud, existe un colectivo especialmente vulnerable: las mujeres prostituidas. Debemos dotarnos de instrumentos jurídicos robustos que eviten la impunidad de los proxenetas, zarandear las conciencias de los hombres que siguen comprando y comerciando con el cuerpo de las mujeres indiferentes al sufrimiento que causan. Queremos transmitir a las mujeres que sufren esta violencia que nuestros recursos están preparados para acogerlas y ayudarlas. Es el momento de avanzar hacia una sociedad abolicionista»
«Es difícil no dejarse llevar por las situaciones complicadas, y por eso en estos tiempos de crisis sanitaria gravísima, con repercusiones económicas tremendas, tenemos que mantener las estructuras sociales más íntegras que nunca. No podemos caer en el riesgo del 'sálvese quien pueda'. Esto no va de selección natural, esto va de sociedad íntegra, y comprometida, y las mujeres que sufren violencia de genero necesitan ahora, más que nunca, el apoyo social, de manera que, entre todos, tenemos que aportar».
Pero la realidad va más allá de estas cifras. ¿Qué pasa con las mujeres que no denuncian?, ¿cuántas sufren malos tratos en nuestra región? Los datos de la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer 2019 de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, publicada en septiembre, apuntan a que unas 2.605 mujeres de Cantabria sufren violencia física y 14.587 mujeres padecen violencia psicológica. Todas ellas han estado «más expuestas y vulnerables» durante el confinamiento, y solo hay que ver las cifras recogidas esos meses para evaluar las consecuencias de la pandemia en la violencia machista. Según el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), entre marzo y junio el número de denuncias por maltrato bajó un 14,62% mientras que las peticiones de ayuda han subido exponencialmente: «Si comparamos los dos meses de estado de alarma (del 14 de marzo al 15 de mayo) con el mismo periodo de 2019, vemos un incremento del 43,8% en las llamadas al 016», es decir, el año pasado se recibieron 11.485 llamadas, y este año, en pleno confinamiento, fueron 16.518 llamadas de mujeres solicitando ayuda: esto es, 5.033 llamadas más.
¿A qué se debe el descenso de denuncias que evidencia el CGPJ? Belén Pedraja lleva seis años trabajando en la asociación Consuelo Berges, primero como mediadora y ahora como trabajadora social, y la razón, dice, está en la soledad que ha impuesto la pandemia: «Cuando una mujer va a dar el paso de denunciar, estar con ella en esa primera acogida es muy importante, y que esa primera vez no fuera presencial no sólo ha sido muy difícil para ellas sino que ha provocado que muchas mujeres se echaran para atrás porque no podían ir acompañadas a poner una denuncia ya fuera en la comisaría o en el juzgado». Además, añade, si es una situación «que ya de por sí les cuesta y les da miedo, en la pandemia iba unido al miedo a salir a la calle por el covid», dice Pedraja.
16.518llamadas se realizaron al 016 entre el 14 de marzo y el 15 de mayo, 5.033 más que ese periodo del año pasado (11.485)
Según el juez de violencia sobre la mujer de Santander, Fernando Vegas García, «la tendencia observada es una reducción del número de entrada de asuntos en el período de confinamiento total, pero una vez levantado el estado de alarma, un ligero repunte y luego estabilización», explica. Y lo mismo ha sucedido a nivel nacional, según la fiscal de Sala Delegada contra la Violencia sobre la Mujer, Pilar Martín Nájera, que evidenció una bajada de marzo a junio, para situarnos ahora «en niveles habituales». A su juicio, la respuesta de la justicia ha sido de «mucha sensibilidad» con las víctimas durante el estado de alarma: en algunos juzgados se llegaron a dictar el 95% de medidas de protección, cuando en 2019, la media nacional de concesión de medidas de protección fue del 70%. Preguntado por si cree que la Justicia ha actuado con más sensibilidad debido a la pandemia, el juez Fernando Vegas no lo cree: «En mi opinión no se puede explicar en términos de sensibilidad, que ha de ser siempre la misma. Cosa distinta es que, debido a las condiciones impuestas por el estado de alarma, se hayan podido percibir más situaciones de riesgo, que es el único parámetro legal para valorar la necesidad de protección», dice.
«Este 25N, desde Nueva Vida queremos recordar que la prostitución es también una forma de violencia contra las mujeres. Nosotros convivimos con esta realidad diariamente, ya que atendemos a mujeres y niñas que han sido explotadas sexualmente, y algunas de ellas son, además, víctimas de redes de trata. Por tanto, reclamamos políticas públicas que den solución a las mujeres prostituidas, persigan el proxenetismo y sancionen al putero. En Cantabria no podremos hablar de igualdad mientras haya mujeres y niñas en venta».
«La situación provocada por la pandemia, durante los últimos meses, ha puesto de manifiesto la insuficiencia de los recursos y las medidas disponibles para acabar con las violencias de género. Es necesario denunciar que esta crisis ha supuesto un aumento de estas violencias y un rearme de los discursos de odio que niegan su existencia y amenazan con un retroceso en derechos. Por eso, ahora más que nunca, la sociedad, todos, tenemos que trabajar para garantizar la libertad de todas las mujeres y no dejar a ninguna atrás».
«Son necesarios mayores esfuerzos y recursos en la lucha contra la violencia machista, y más ahora. Las situaciones de riesgo para las mujeres se han incrementado por el mayor tiempo de exposición al agresor en el hogar, por las mayores dificultades para acceder a un empleo y a la independencia económica y debido a una situación de mayor nivel de desempleo y empobrecimiento. En cuanto al mundo del trabajo, es necesario que el acoso sexual y el acoso por razón de sexo se incluyan en una regulación integral contra la violencia de género».
«El confinamiento atrapó a muchas mujeres con sus agresores. Los cuerpos y fuerzas de seguridad debemos tenerlo presente para adaptarnos rápidamente a la nueva realidad».
«Sólo con formación y educación en igualdad erradicaremos la violencia contra las mujeres y las niñas. Porque consentir la desigualdad es no actuar contra el machismo. Y el machismo mata».
La pandemia también parece ser el factor que explica el descenso en el número de asesinatos por violencia machista: a estas alturas de noviembre, es el año con menos crímenes de género cometidos en el ámbito de la pareja o la expareja. Sin embargo, como advierte la delegada del Gobierno, «la mayoría de las 41 mujeres asesinadas en nuestro país este año no habían denunciado, lo cual evidencia que aún debemos implementar más esfuerzos para luchar contra la violencia machista y para ayudar a las mujeres a denunciar, que es el primer paso para salir de la espiral de la desigualdad que sufrimos las mujeres y cuya punta del iceberg son los asesinatos machistas».
También los casos que atiende la asociación Consuelo Berges han fluctuado con la misma curva por la pandemia; si bien bajó durante el confinamiento, la cifra actual está en 185 mujeres, «muy similar» a la de años anteriores, explican. Sin embargo, aunque en términos numéricos el comportamiento de la violencia machista tienda a ser por desgracia el mismo que en años atrás, hay un cambio sustancial en la forma en que se cursan las intervenciones: «Ha cambiado de dónde vienen derivadas las mujeres que necesitan ayuda», explica la trabajadora social. «Hasta ahora, lo que venía de los centros de salud de Atención Primaria o de Psiquiatría no llegaba al 5% o al 10% de los casos que atendíamos, pero este año llegan casi al 40% las que vienen derivadas de salud».
Desde el inicio del estado de alarma, el Gobierno de España puso en marcha un Plan de Contingencia para velar por la seguridad de las mujeres ante situaciones de peligro a causa de violencia machista. Como explica la delegada del Gobierno, «no existirá sanción por salir a la calle para pedir ayuda o dirigirse a cualquiera de los recursos policiales, judiciales o de otro tipo, y si se necesita apoyo emocional o psicológico inmediato se ha puesto en funcionamiento un servicio de chat a través de mensajería instantánea». De hecho, añade, «las peticiones de asistencia a víctimas de violencia durante el confinamiento se elevan a 18.700, un 61,56% más que el año anterior, una buena señal de que algo está cambiando». Por eso, Quiñones remarca la importancia del 016: «Es fundamental para hacer un seguimiento y control de los casos y poner los mecanismos para garantizar la seguridad de las mujeres víctimas de violencia: que denuncien, como sea, pero que denuncien. Es el primer paso para detectar a los agresores y para salir del horror».
«Pese a la crisis sanitaria y a las dificultades del estado de alarma, la Administración de Justicia no se ha detenido, con el objetivo de generar confianza en las víctimas».
«Durante la pandemia el numero de casos es similar al de 2019. Resulta llamativo que en mayo no hemos tenido ningún caso, frente a los tres que hubo el mismo mes de 2019».
«Las consignas políticas han llegado también a la lucha contra la violencia de género. ¡Qué error! Ni el negacionismo de este fenómeno ni la criminalización generalizada servirán para su erradicación».
«Desde la Fiscalía somos conscientes de que el confinamiento ha intensificado el riesgo de maltrato y ha dificultado la presentación de denuncias. Por ello es fundamental continuar la lucha coordinada».
«Durante la pandemia hemos constatado un aumento de las agresiones a médicos en Cantabria. La mayoría de estas agresiones las sufren las médicas, y eso es también violencia de género».
¿A qué se debe semejante cambio? «A que muchas achacan su malestar al confinamiento, pero cuando acuden a su médico, estos se dan cuenta de que no es un problema de salud por el contexto de la pandemia, sino que es un problema de pareja y nos las derivan», explica. «Antes acudían más (a la asociación) por iniciativa propia, o a través de servicios sociales o de los propios juzgados. Pero de salud ha sido un aumento brutal». De hecho, dice, «en el 80% de los casos que vienen derivados de salud hay violencia de género».
Por eso, desde la asociación insisten en que donde «habría que poner mayor énfasis es en la formación de profesionales, tanto sanitarios, como en la educación, en la administración, en la política: «Si tuvieran más formación, quizá podríamos trabajar esto durante todo el año y no solo dos días: el 8 de marzo y el 25 de noviembre». La formación como estrategia queda señalada en el informe 'Menores y violencia de género', elaborado por la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género. En dicho informe, sólo el 12,3 % de los profesores que trabajan con adolescentes tienen formación en prevención de violencia machista y un 18%, en materia de coeducación, igualdad y prevención del sexismo.
802casos activos y 373 con protección integral hay en Cantabria, según Delegación del Gobierno
La pandemia también ha evidenciado otro supuesto y la mitad de las mujeres que piden ayuda en el teléfono de atención a víctimas de género 'Atenpro' tienen que recibir también apoyo en forma de alimentos o en recursos de empleo y vivienda, y a la angustia del maltrato se ha unido la ansiedad por la precariedad de su situación causada por la crisis del covid: «La precarización del empleo femenino ha aumentado, la pauperización de nuestros recursos también, hay mayor tasa de desempleo en mujeres que hombres y además la combinación de confinamiento y teletrabajo nos perjudica porque nos vuelve a hacer responsables de compatibilizar más que ellos todas las tareas», dice Quiñones, e insiste en un mensaje, no solo hoy, 25 de noviembre, sino siempre: «La primera solución y la más importante, antes y después de la pandemia, es hacer uso de los recursos gratuitos y que no dejan rastro para denunciar: el 061».
«En Urgencias apenas hemos percibido aumento de agresiones durante la pandemia. Pero por el confinamiento y el miedo al hospital, probablemente no todas han venido a ser valoradas».
«Cada víctima tiene asignado un policía nacional de referencia. En caso de riesgo alto y extremo, también está implicada la Brigada de Policía Judicial y Seguridad Ciudadana».
«Alzamos la voz pidiendo una sociedad que se posicione abiertamente en contra de la violencia sexual, que no se legitimen conductas y actitudes que justifiquen la cultura de la violencia».
«Damos una respuesta integral a las víctimas, inmediata y eficaz, fundamental para visibilizar y denunciar estas conductas. La colaboración ciudadana es vital en esto».
«La responsabilidad del fin de esta violencia es tuya y mía. Hablemos de la violencia en la calle, pero de los violentos, no de las víctimas. Dejemos a las víctimas en paz».
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