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Piero Crespo (Cabezón de la Sal, 1962) tiene su 'despacho de director' en el Ibbtec, pero prefiere seguir ocupando el viejo, el de investigador. La oficina es contigua a uno de los laboratorios del Instituto de Biotecnología y Biomedicina de Cantabria (Ibbtec), así que en ... la entrevista se cuelan pitidos, ruidos metálicos y ecos de las conversaciones que mantiene un grupo de científicos. En ellos, en toda la plantilla del centro, basa Crespo el éxito del Ibbtec. «Hemos sido capaces de reclutar a un alto número de jóvenes investigadores muy buenos que nos están dando muchas satisfacciones». Ahí brillan las dos ERC -las prestigiosas ayudas del Consejo Europeo de Investigación- que ya tiene el Ibbtec.
Crespo lleva 35 años de carrera científica. En verano fue reelegido como director de este centro participado por la UC, el CSIC y el Gobierno. ¿Qué le llevó a postularse para un segundo mandato? «Acabar lo que he comenzado. Y también es cuestión de servicio: al no haber otras candidaturas alguien tiene que llevar el barco. Para eso estamos».
Le quedan ganas, por tanto, de dirigir el Ibbtec a pesar de haber constatado que la Administración «es un dinosaurio torpe, poco ágil» y a pesar de la «carga» burocrática que soportan los científicos. «Que se controle el dinero público es menester, pero hay que hacerlo razonablemente. Me encantaría que el control que se ejerce sobre los dineros que gasta la ciencia fuese similar al que se hace sobre el de nuestros parlamentarios», dispara. Y le quedan ganas a pesar del desgaste pandémico. «El primer mandato ha sido duro. Llevar un centro de estas características es siempre complicado, pero también ha sido gratificante». ¿La recompensa? Comprobar en primera fila «que el Ibbtec se ha afianzado y está creciendo con fuerza y vigor».
-Más allá de su plantilla, ¿qué hace competitivo al Ibbtec?
-Creo que lo estamos haciendo bien en muchos sentidos. En convocatorias europeas es evidente: tenemos dos ERC y hay posibilidades de ampliar la cifra en un futuro próximo. Y en las nacionales llevamos una trayectoria más que satisfactoria. En la del año pasado logramos una tasa de éxito del 80%, muy superior a la de nuestras instituciones madres, y más que comparable con la de institutos señeros como el CNIO. Esto es debido a la calidad de los investigadores. Con respecto a los nuevos, tenemos que hacer un mayor esfuerzo porque en los próximos cinco años vamos a tener un número de jubilaciones de la vieja guardia considerable.
-Parte de las líneas de investigación del Ibbtec tienen que ver con el cáncer. ¿Se han ampliado los frentes de estudio estos años?
-Sí, ha habido nuevos investigadores que trabajan en estas áreas. A las ya establecidas, las que lideramos Javier León o yo mismo, se han incorporado grupos como el de Berta Casar, que estudia los mecanismos de la metástasis; o el de Juan C. Acosta, que va a abrir una línea sobre senescencia celular y apoptosis, un tema absolutamente ligado al cáncer.
-¿Qué puertas les abre el laboratorio de contención biológica?
-Es una de las joyas del Ibbtec. Somos uno de los cinco institutos de investigación de España que tiene un laboratorio de contención biológica de nivel 3. Para trabajar con coronavirus es requisito indispensable y nuestra previsión al construirlo fue acertada. A raíz de esto estamos en la plataforma de salud global del CSIC, centrada en la lucha contra la pandemia. Además, tenerlo operativo nos ha dado una ventaja clara para desarrollar proyectos de investigación propios. En estos momentos, se llevan a cabo tres. Y hemos podido dar servicio a empresas externas que quería probar sus productos en términos de coronavirus. Hay más empresas interesadas.
-La alianza con empresas, como hizo el IFCA con Predictia en el mapa del cambio climático, ¿es también crucial en el Ibbtec?
-Absolutamente, está en el ADN del instituto. La unidad de desarrollo empresarial se ha convertido en una bioincubadora. Hemos tenido empresas ubicadas aquí, y en estos momentos tenemos la primera 'spin off' que surge del trabajo del instituto, Inhibitec, dedicada al desarrollo de un anticuerpo descubierto por el grupo de Ramón Merino, con efectos en enfermedades autoinmunes, como la psoriasis o la artritis reumatoide, que son espectaculares. Este hallazgo ha despertado el interés de empresas externas, que han invertido en ello.
-El Ibbtec también investiga la resistencia a los antibióticos. ¿Es la pandemia que nos acecha?
-Tenemos una línea en la que trabaja desde hace muchos años el grupo de Fernando de la Cruz para entender por qué las bacterias se hacen resistentes a los antibióticos y para buscar otros nuevos. Si las cosas no cambian radicalmente, y no tiene visos de hacerlo, en unos años nos enfrentaremos al drama de que el arsenal terapéutico que tenemos para combatir las infecciones bacterianas no sirve de nada. El mal uso de los antibióticos hace que estén brotando cepas resistentes que al final van a colonizarlo todo.
LEY DE LA CIENCIA
LABORATORIO DE CONTENCIÓN
-¿Cómo ha lastrado la pandemia la actividad del instituto?
-Tuvimos que parar completamente durante seis meses, y todavía las bajas y cuarentenas son constantes, y eso afecta al abastecimiento. El impacto sobre la actividad administrativa dentro y fuera del instituto ha ralentizado todo. Nos ha afectado mucho, en eso no somos especiales. Por otro lado, la pandemia ha sacado a relucir lo mejor del instituto y el activo que supone para la sociedad. Desde el principio, el Ibbtec donó gran cantidad de material de primera necesidad al sistema cántabro de salud y se incorporó al laboratorio de campo que pusieron en funcionamiento la Consejería y el Servicio de Inmunología de Valdecilla. Fue un acierto de la Administración cántabra posibilitar que personal del Ibbtec trabajase en ese laboratorio; personal altamente cualificado que fue clave para afrontar la avalancha de diagnósticos.
-¿El reconocimiento a la ciencia ha calado? ¿Ayudará la futura Ley cántabra de la Ciencia?
-Hay dos vías de apoyo a la ciencia. La que viene del Gobierno de Cantabria en estos momentos es encomiable. La Ley de la Ciencia, invertir un 2% del PIB regional en investigación y desarrollo es modélico, un paso adelante en la buena dirección. Además, por la relevancia de la ciencia en la pandemia, estamos en negociaciones con Sodercán para reactivar su apoyo al Ibbtec. Hemos visto un cambio de sensibilidad. Sin embargo, del Gobierno nacional hasta la fecha todo ha quedado en promesas que no han cristalizado. El Plan Nacional de Investigación, que nutre el 98% de los grupos del país, no se ha incrementado un euro ni este año ni el pasado.
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