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En sus clases de Auditoría o Contabilidad en la Universidad de Cantabria, Ana Fernández-Laviada tiene una representación de la sociedad a pequeña escala: el alumnado que ocupa las bancadas de las aulas de la Facultad Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales encarna a ... la perfección los proyectos y sueños de futuro, la innovación, pero también los miedos e, incluso, algunos sesgos de género.
Muchos de esos matices acaban reflejados en el informe del Observatorio del Emprendimiento de España (Red GEM), presidido por Fernández-Laviada. Los últimos datos sobre Cantabria los presentó recientemente en Santander, en una jornada organizada por CEOE-Cepyme y Coca Cola -impulsora esta última del informe-. El análisis muestra diferencias de hasta 10 puntos entre los proyectos que acometen hombres y mujeres. ¿Qué hacer? «Hasta que consigamos romper el famoso techo de cristal e igualar el terreno de juego», las políticas de discriminación positiva son fundamentales, explica la también directora del Centro Yunus de la UC, que pone sobre la mesa la necesidad de visibilizar, de educar para la igualdad y de «hacer comunidad» entre las mujeres.
-¿Qué es el emprendimiento, un concepto tan usado que por momentos pierde el significado?
-Un emprendedor es alguien capaz de identificar una oportunidad y de buscar una solución a un problema del tipo que sea: en el ámbito social, comercial... Y, a ser posible, tiene el matiz de innovador: hace las cosas de forma diferente, más económica o más novedosa, pero diferente. Es capaz de identificar una oportunidad, aprovecharla mediante una iniciativa empresarial y ponerla en marcha. Yo me considero emprendedora y no soy empresaria, pero veo a diario dónde hay oportunidades y soluciones.
-El informe revela una brecha de género en el emprendimiento, más pronunciada si cabe en la apertura de primeros negocios. ¿Se amplía o se reduce?
-Éramos líderes a nivel de España hasta el año pasado. La brecha era la menor en Europa. La pandemia ha hecho mucho daño y ha vuelto a abrir esa brecha, especialmente en Cantabria. Si a nivel nacional hablamos de un 4 o un 5, en Cantabria hablamos de un 4 y un 8. La brecha siempre ha existido, se ha ido recortando e íbamos muy bien. Esto no quiere decir que no hagan falta medidas. No se puede bajar la guardia porque, como hemos visto, coyunturas como una pandemia pueden influir. Seguimos necesitando proyectos, programas y ayudas que pongan el foco en la mujer.
-¿Una de las causas de la brecha puede ser que las mujeres acaben asumiendo los cuidados de forma generalizada?
-Es una de las principales. Ya se notó en la crisis de 2008: cómo la mujer volvió a casa para cuidar de mayores o pequeños. Es un de las causas más claras de esta nueva brecha. Cuando ha habido que estar en casa la mujer se ha ocupado de los cuidados en general.
-Las mujeres emprenden sobre todo en el sector servicios, algo que define como un «hándicap».
-Es a nivel nacional y el 80% de los negocios que emprenden las mujeres están en el sector servicios, que, además, los prestan a particulares y no a empresas. Suelen ser negocios menos ambiciosos, requieren menos tecnología y son menos innovadores. Pueden ser servicios de cuidado, pequeños, de autoempelo. Necesitamos que entren en otros sectores más masculinizados, donde ahora se crea más empleo. En el mundo rural hay un abanico tremendo.
OPORTUNIDADES
-¿Qué oportunidades se abren?
-La pandemia ha traído pocas cosas buenas, pero una es el hecho de recuperar ciertos espacios y que la gente, gracias al teletrabajo, se plantee la posibilidad de crecer en un pueblo. Y eso hace un efecto llamada. El mundo rural tiene ahora una oportunidad tremenda de visibilizarse, de mejorar y trasladar la idea de que no tenemos por qué estar todos en las urbes porque hay más zonas de actividad
-¿Qué soluciones plantea para reducir la brecha?
-La educación y las normas culturales son la base. Ojalá tuviéramos menos programas tipo 'Sálvame' y más para tratar de inculcar otros valores. Los medios de comunicación tienen mucho que hacer y apoyar, porque al final lo que ves y oyes es lo que queda. Necesitamos más programas educativos, más políticas que fomenten la igualdad de oportunidades.
Y es importante formarte para conocer tus potenciales. No todos tenemos que hacer lo mismo. Cuando hacemos cursos de emprendimiento en la Universidad, hay siempre un módulo dedicado a la autoestima, al autoconocimiento y a preguntarse: ¿En qué soy bueno? ¿Qué quiero hacer? No es cuestión de empujar a la gente a un proyecto que tiene un alto coste personal.
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