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En abril, la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) se puso manos a la obra. La primavera y el verano que venían iban a dejar a la cuenca del Ebro en una situación complicada, por lo que empezaron a elaborar «esfuerzos conjuntos» para mejorar la situación. ... Y lo han conseguido, al menos en la cabecera de la cuenca, zona en la que se sitúa el embalse del Ebro: un eje esencial para todo el Ebro que, además, sirve de semáforo para el resto del recorrido fluvial. Y, aunque los registros son los segundos más bajos para un mes de septiembre en los últimos 14 años, se ha conseguido salvar la situación y este jueves se declaraba el fin de la situación excepcional por sequía extraordinaria establecido en el mes de agosto.
Así lucía y así luce el embalse desde el espacio
A 6 de septiembre, el agua embalsada en el pantano del Ebro era de 135,1 hm3, solo por detrás, en escasos, de los que registró el embalse en el año 2002, con 120,89 hm3. La meteorología no ha favorecido la situación, y destacan desde la CHE que en marzo y abril «llovió un 70% menos de lo que es habitual» y los únicos meses buenos para la acumulación de agua en este año hidrológico han sido diciembre del pasado año y enero y junio de este. Una situación que llevó a declarar la zona en «situación excepcional por sequía extraordinaria» y a movilizar a todos los agentes involucrados.
Entre las acciones, se acordó que los regantes limitaran al 50% la dotación de agua, los ayuntamientos y otras entidades locales fueron llamadas para tener la red de abastecimiento en las mejores condiciones para evitar fugas y establecer un servicio eficiente de agua en una situación de mucha gravedad. Los vertidos autorizados, apuntan, han sido «muy vigilados» porque, a menos cantidad de agua, el riesgo de contaminación crece. Pero la medida «más severa y a la vez la que más ha ayudado a que la sequía no fuera más crítica» este año ha sido la restricción agrícola en el regadío, subrayan en señal de agradecimiento al sector. Además, gracias a estos ajustes, se garantiza el regadío hasta el final de la campaña.
En resumen, señalan desde la CHE que se ha realizado un enorme trabajo comunitario que ha facilitado que el año hidrológico, que finaliza en septiembre, vaya a tener un final menos amargo del vaticinado en primavera. «Se ha conseguido que los indicadores de sequía y escasez mejoren y que la cabecera del Ebro haya salido de la situación de emergencia», lo que constituye, a juicio de la CHE, «una buena noticia para el Ebro y también para Cantabria».
La Confederación pone ahora sus esperanzas en el nuevo año hidrológico que empezará el próximo 1 de octubre, con la llegada del otoño, la bajada de temperaturas y, esperan, un mayor nivel de precipitaciones en forma de lluvia y nieve.
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