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Carlos Osoro (Castañeda, 1945), cardenal, arzobispo de Madrid y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), gesticula poco. Habla claro y no eleva la voz. ... Pero su cara se ilumina cuando se habla de temas como la Virgen de La Bien Aparecida o cuando recuerda a su madre y sus años de jovenzuelo, con sus dos hermanos, en Castañeda, donde nació. Está orgulloso de su tierra y está convencido de que la cristiandad está experimentando un gran cambio de la mano del Papa Francisco y del gran movimiento que están protagonizando los jóvenes cristianos, que no temen mostrar en público su fe, como Hakuna, una asociación privada de fieles, que nació en la Jornada Mundial de Jóvenes de Río de Janeiro 2013 y que en España fue aprobada por Osoro, como cardenal arzobispo de Madrid.
-Esta semana ha recorrido Cantabria acompañado de 15 vicevicarios episcopales y obispos auxiliares. ¿Presumir de la tierra de uno, no es pecado, no?
-¡Qué va! Al contrario. Hay que estar orgulloso del lugar en dónde te ha pasado lo mejor, como la vida, la fe y el cariño de la gente, que yo tanto siento cuando estoy en la tierruca. Estuve 20 años con una entrega total y absoluta como vicario general, y otros 20 como obispo. Ahora, desde que soy arzobispo de Madrid, todos los años, con mi equipo de gobierno, reservo unos días para pasarlos juntos. Este año, con motivo de los 25 años desde mi ordenación episcopal, quisieron organizar este viaje como sorpresa. Han elegido los lugares más emblemáticos para mí: Liébana, San Vicente, Comillas, Castro Urdiales, Los Carmelitas de Torrelavega, Castañeda y el santuario de La Bien Aparecida. Este último es un lugar entrañable para mí. Siempre ha sido un lugar importante, ya desde pequeño, porque nos traían mis padres, a mis hermanos y a mí, y eso te marca la vida. Recomiendo a aquellos que se sientan algo perdidos, o a los que peor lo están pasando en este momento, que si pueden, vayan a verla, a pasar un ratito en silencio y que la miren, porque nuestra madre nos devolverá una mirada entrañable. Ante ella, soñé las mejores cosas, como cuando tuve que abrir el seminario de Corbán. Vine a soñar el seminario que me pedía la Iglesia y que yo podía construir. Otro momento muy especial lo pasé con mi madre. Al final de su vida, tenía cáncer y la mujer lo sabía, me pidió venir a despedirse de la Virgen. Cuando se terminó la misa, subió al camerino a rezarla. Ver llorar a mi madre con la Virgen, porque sabía que se moría... Cómo no va a ser importante para mí.
-El obispo de Santander pidió, durante la misa del día de La Bien Aparecida, una mayor presencia pública del cristianismo, que se viva la fe no solo en casa y en la iglesia, sino en las plazas públicas. ¿Los cristianos deben hacerse ver más?
-El estar presentes en el mundo pertenece a nuestra identidad cristiana. De hecho, el Señor le dijo a los apóstoles: «Id por el mundo y anunciad el Evangelio». Y esto no se debe de hacer solo desde las grandes o pequeñas predicaciones, sino con el testimonio, en familia, en el trabajo... Quizá nos hemos acomodado un poco. La mística cristiana es una mística de salidas y de anuncio, de ir a buscar. Y de no importarnos decir que somos cristianos. Piensa cuáles son los grandes valores de la humanidad: la fraternidad, el sentido de la vida, la justicia, el saber vivir en verdad. Todo esto es la esencia de la fe. ¿Por qué no íbamos a mostrarlo al mundo? Esto es lo que siempre ha defendido Cristo.
-Usted dejó el seminario de Corbán con más de cuarenta seminaristas, entre el mayor y el menor, en 1997. En este momento, en Cantabria no hay ninguno. La falta de vocación, ¿qué lugar ocupa dentro de sus preocupaciones?
-El primero. En todas las diócesis en las que he estado, ha sido lo primero. El descenso de vocaciones es generalizado. Desde mi punto de vista, la pastoral juvenil es esencial para revertir esta situación. Hay que llegar a la gente joven. En Madrid tenemos a 26 nuevos seminaristas. El 99% son chicos que ya han terminado sus carreras y muchos estaban trabajando. Con esto quiero decir que son personas que han madurado muy bien su decisión.
-Sin embargo, la carencia de nuevas generaciones que quieran ordenarse contrasta con la corriente imparable de los jóvenes que manifiestan su fe a través de movimientos como Hakuna (movimiento eclesial liderado por jóvenes), que se reunirán en la próxima Jornada Mundial de los Jóvenes en Lisboa (Portugal).
-Los jóvenes, a través de Hakuna y otras organizaciones que hay en muchas parroquias, están más movilizados que nunca. El sábado, 17 de septiembre, estuve en Vista Alegre con 8.000 jóvenes de toda España, en una actuación musical organizada por Hakuna. Muchos de estos jóvenes se han pasado el verano de voluntarios en países donde se les necesitaba. Todo esto me hace no ser pesimista, porque tengo datos reales. Hay que anunciar el Evangelio para la gente de hoy, no mirando al siglo XVI. Hoy más que nunca hay que dar un mensaje sincera de Dios: cuando entra en tu vida, te abre a los demás y a sus necesidades. Yo me siento muy cerca de Hakuna, creo que es realmente maravilloso. En Cantabria tenemos al padre Juan Cáceres, que es quien lo impulsa.
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-El obispo de Santander cree que ha llegado la hora de su jubilación. ¿Es de la corriente que piensa que la edad debería de tenerse más en cuenta a la hora de proclamar cargos públicos de alta responsabilidad y actividad dentro de la Iglesia?
-En ese sentido, sí hay que tener la edad en cuenta. Pero creo que la edad también te da unos grandes privilegios. Mira a nuestro Papa. Gracias a su experiencia, dada por la edad, tiene una capacidad especial para captar las realidades de hoy y del mañana. Si estás abierto a la edad, tienes capacidad para entender muchas más cosas. Pienso que hay que aprovechar la sabiduría de los mayores, quizá no para que dirijan, pero sí para apoyarse en ellos. Cuando me fui a Madrid, los primeros meses viví en una residencia de mayores. Más que nunca fui consciente de que hay que preguntarles, porque tienen mucho que decir. Tienen una gran sabiduría.
-El Papa Francisco parece haber dado muestras de querer retirarse. ¿Qué siente al respecto?
-Creo que no es así, que en absoluto ha dado ninguna muestra de querer retirarse. Se ha interpretado mal. Al contrario. Los cardenales hemos estado con él, hablando con toda libertad. Lo que nos ha trasladado es que mira hacia al presente y al futuro, como Papa. Tengo la convicción absoluta de que seguirá. Y más que nunca tiene sentido la frase 'por los hechos los conoceréis'. Mira el cambio que está pegando, en todos los niveles, el Papa. Ello te demuestra que no está de salida.
-Cada vez más familias acuden a Cáritas o a entidades sociales para alimentarse y además estamos a las puertas del otoño, con bajadas de temperatura. ¿Cómo está viviendo esta nueva crisis económica?
-Con gran preocupación, porque como siempre los más afectados son los pobres. En Cáritas Diocesana de Madrid ya se están preparando para lo que pueda venir, más allá de facilitar comida y ropa, sino también alojamiento. Mucha gente no va a poder pagar sus casas. Aunque nos estamos preparando, seguro que vienen imprevistos.
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