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Son las diez y media de la mañana. A esas horas es más complicado que ningún conductor resulte positivo en consumo de alcohol al volante; «pero es que esto que hacemos no es para recaudar, como dicen muchos. Es una labor disuasoria, para que ... la gente sepa que estamos vigilantes», advierte José Luis Ruiz, jefe del operativo de la Policía Local de Santander desplegado en la mañana de ayer en la rotonda que une la calle Libertad con Mariano Fernández-Fontecha, junto al puente Juan José Arenas.
Los agentes municipales de Santander, como otros tantos cuerpos locales de la región, han respondido esta semana al llamamiento de la Dirección General de Tráfico (DGT) para sumarse a su campaña nacional de control del consumo de alcohol y drogas en las carreteras urbanas. Una iniciativa que se activa en dos épocas del año, justo ahora, en los últimos compases de las vacaciones estivales, y en Navidad.
«Todos los años se repite y todos los años buscamos lo mismo, concienciar sobre el peligro que entraña conducir con las facultades mermadas por cualquiera de estas circunstancias», informa José Miguel Tolosa, responsable de la DGT en Cantabria, donde ayer continuaban los dispositivos.
José Manuel Ruiz
Policía Local
David
Conductor
Manuel
Conductor
En el de la mañana de ayer en Santander comenzaron a detener vehículos a las once menos cuarto de la mañana. «Pare por aquí, por favor. ¿Ha consumido alcohol?», pregunta el uniformado que está de avanzadilla, el que hace la criba unos metros antes del furgón donde se analizan las muestras. «Normalmente la gente se pone nerviosa si tiene algo que esconder. Es inevitable», confirma el agente, que no concreta qué otros indicadores tiene en cuenta para dar con los infractores. La comunicación no verbal, la reacción de los acompañantes, incluso los enseres que cargue en el coche... todo es susceptible de arrojar información sobre el conductor. «La clave es hablar con ellos. Hablar hasta que lo ves claro». Porque las apariencias, a veces, engañan. «No puedes fiarte de eso, para nada».
Sólo el pasado año se denunciaron por vía administrativa a 736 conductores en Santander por haber dado positivo en consumo de alcohol. En drogas, la cifra ascendió a los 358. «Me parece estupendo que sigan haciendo esto porque a la gente hay que recordarle de cuando en cuando que pueden pillarte y hacerte una receta. Con las cosas que estamos viendo en los medios, de gente loca que va por ahí hasta arriba, me parece estupendo que controlen», aplaude David, un transportista al que pararon ayer para pasar la criba.
A lo largo de la mañana las pruebas de alcohol se suceden pero no hay positivos. «Sople aquí con fuerza, por favor», solicita el agente en un trámite que todo el mundo conoce bien. Algo menos popular es el test de drogas. «Lo que hacemos es analizar la saliva. El sistema es parecido al de un test de covid», explica el agente. Tampoco hubo positivos; pero hay veces que aparecen sorpresas. Otro de los agentes consulta datos con la central. Le comunican que el carné de conducir de ese usuario no está en vigor desde hace seis meses, lo que le acarrea una sanción. «A veces, cuando haces controles de este tipo, pueden salir cosas como esta», informan los agentes.
Y así, entre test de una cosa y la otra, transcurren los cerca de 45 minutos que duró el dispositivo. «Tienen que hacer más esto. Es bueno que vigilen y que sancionen a quien hace el loco, porque si no, luego pasa lo que pasa», se suma Manuel otro de los conductores a los que les tocó soplar.
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