Una pareja cántabra que baila sin fronteras
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Rebeca Jácome y Sergio Jiménez, vecinos de Entrambasaguas, ganaron en 2021 el campeonato de España de baile deportivo y ahora compiten en los mejores escenarios del mundoLa vida es un camino que Rebeca Jácome (Santander, 1984) y Sergio Jiménez (Torrelavega, 1977) decidieron recorrer bailando. Para ella fue, a los 14 años, la película 'Dirty Dancing' la que empezó a trazar los pasos a seguir. Mientras que él a esas alturas ya ... llevaba unos años moviéndose por el salón de su casa a ritmo de Michael Jackson. Por separado, germinó un prurito que luego creció cuando la danza del tiempo les juntó. Fue en las ferias de Torrelavega, hace 21 años. Ahí unos jóvenes Rebeca y Sergio encontraron su pareja de baile. Aunque en ese momento todavía no sabían que les unía una misma pasión. Fue al poco de hacerse novios que se animaron el uno al otro a tomar clases de baile social, que al cabo de los años terminarían dando juntos como profesores. Una evolución que ahora, tras ganar el campeonato de España de baile deportivo hace dos años, les está llevando a las mejores pistas del mundo.
Rebeca y Sergio, que residen en Entrambasaguas junto a sus dos hijos −Daniel, de 17 años, e Ivana, de 8−, han dado cada paso con firmeza y pisando fuerte, aunque en la coreografía haya habido altibajos y tropiezos. «Sí que hay momentos en los que te preguntas qué estás haciendo con tu vida». Lo dice ella con la perspectiva que le da estar ahora en lo más alto de su carrera profesional. Ahí se posicionaron en 2021 cuando, en Guadalajara, lograron el oro en el campeonato nacional de baile deportivo en la modalidad latinos −que comprende cinco estilos: samba, chachachá, rumba, bolero, pasodoble y jive−. «Con esa victoria ascendimos a la máxima categoría que hay en el mundo en esta disciplina», explica Sergio, con lo que, añade su mujer, «en 2022 y 2023 nos hemos podido enfocar en una trayectoria más internacional». Su próximo viaje es a Londres y después, en octubre, participarán en el campeonato del mundo que acogerá Portugal.
La distancia hasta Portugal, Londres o Viena, donde compitieron el pasado 23 de julio, ha sido más larga en tiempo, dedicación y entrega que en kilómetros. Lo que empezó con una afición de dos chavales que querían aprender más de su pasión se terminó convirtiendo en una profesión y modo de vida. «Cuando yo tenía 18 años empezamos a tomar clases de baile social pero pronto nos supo a poco, nos gustaba tanto y era algo tan profundo que nos propusimos llegar arriba», rememora ella. Una cima que ahora están coronando y que han alcanzado poco a poco, con el sudor de cada uno de sus bailes.
Rebeca Jácome
Bailarina
Sergio Jiménez
bailarín
Uno de los primeros hitos fue lograr vivir exclusivamente de la danza. «Empezamos a dar clase de baile social a ocho alumnos en La Cavada», recuerda Rebeca. Por aquel entonces, Sergio lo compaginaba con otro trabajo y ya tenían a su primer hijo. Y poco a poco empezaron a ir de aquí para allá, como una coreografía en la que un movimiento te lleva a otro. «Fuimos a dar clase a Comillas, Ruiloba, Santoña...». Así hasta que, hace unos años, se asentaron en el complejo deportivo de Santiago Galas de Ontoria (Cabezón de la Sal), donde abrieron su escuela de baile, RS Dance. Ahora cuentan con más de 120 alumnos que acuden ahí. «Eso es lo que se construye a base de los años, es bonito sentir que la gente te busca y viene donde estás y no eres tú la que va de un lado para otro para enseñar a ocho personas», valora Rebeca. Mientras que su marido apostilla que «si tenemos la cantidad de alumnos que tenemos es por nuestra trayectoria».
Un recorrido que no sólo le ha llevado a que las puertas de su academia se abran cada vez a más alumnos, también les han abierto a ellos sus propias puertas. Porque ambos son profesores, pero siguen siendo alumnos. En concreto de Mauro Rossi, una eminencia en las salones de baile deportivo. El conseguir que un entrenador de esa talla les aceptara en su academia fue otro de los grandes hitos, logrado gracias al periplo de la pareja en los certámenes. Y de su mano han conseguido seguir escalando. Explica Sergio que «cuando ganamos el nacional él se alegró, pero a continuación ya nos estaba apretando para ir a por el siguiente reto».
Contado así parece como si toda su trayectoria fuera uno de los pasodobles de Sergio y Rebeca. Medido, establecido, con garra pero controlado. La realidad es que no es una coreografía diseñada y exenta de riesgo, ha estado plagada de momentos de incertidumbre. De ver que el sueño tenía todavía más ritmo que ellos, que se escapaba. «Yo no creía que íbamos a llegar hasta donde estamos», confiesa Rebeca y él también acepta que «lo veía lejos, pero todo esfuerzo tiene su premio».
Aunque a veces el sacrificio es más pertinaz que la recompensa. No sólo afrontan económicamente el gasto de cada viaje para competir, además la victoria no conlleva un premio económico. «Nos llevamos la experiencia y el reconocimiento», aducen. Además, no cuentan con ningún apoyo institucional, pese a que están llevando la marca de Cantabria a cada vez más rincones y más lejanos. Sin mencionar el esfuerzo que implican los continuos desplazamientos a Madrid para seguir formándose con Rossi. «Muchos días vamos para entrenar con él unas horas y volvemos para estar con los niños», reconocen. Y pese a todos esos pasos que cuestan a veces un mundo, ellos piensan seguir cruzando cada una de sus fronteras bailando sin perder la sonrisa.
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