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«Estuvimos buscando el viernes y el sábado y, en general, no encontramos mucho ni de calidad porque ha llovido, pero a última hora de la mañana, a una altitud de 1.900 metros, saltó la sorpresa», relata Julio Pozo, un cántabro de 55 años ... aficionado a recoger setas desde que era niño. La sorpresa a la que se refiere tiene nombre y apellido: boletus edulis y pesó 2,4 kilos, casi como un bebé recién nacido.
El hallazgo se produjo este pasado fin de semana en Soria, en concreto en el coto Pinares de Urbión, muy cerca de donde nace el río Duero. Julio y su mujer Mamen Castrillo, ambos de Cantabria, se encontraban con amigos y familiares pasando unos días en Covaleda, al norte de la provincia, cuando se toparon con este «fenómeno de la naturaleza». «La peculiaridad es, además del peso, que están unidos por el mismo micelio. No es fácil encontrar boletus como este, normalmente nacen de uno en uno. Era gigante, no me cabía en la cesta, nos llevamos un alegrón…», señala Pozo, que ya tiene las recetas preparadas. Láminas de edulis a la plancha y risotto de boletus. «Como es tan grande nos da para hacer dos platos», puntualiza.
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Para Pozo, a quien su padre contagió la pasión por coger setas cuando era muy joven, es un hallazgo extraordinario. «Nunca lo había visto, ni en manuales. Pero claro, para mí, igual para los expertos es muy normal», señala.
El secretario de la asociación micológica de Cantabria, Antonio del Piñal, uno de esos expertos a los que se refiere Julio, subraya el tamaño «extraordinario» del boletus encontrado por la pareja cántabra y recuerda que en Cataluña, hace poco, fue noticia una boletus de kilo y medio, bastante más pequeña que la de Julio. Sin embargo, Del Piñal explica que «las buenas» son las edulis con forma de tapón de champán, porque los micólogos «no medimos la calidad por el peso o el tamaño, sino por la juventud y lo sano que esté».
Aunque Julio es muy aficionado a la recolecta de setas, no se sale de aquello que aprendió de pequeño. Sobre todo por prudencia. «Algunas son muy difíciles de encontrar, como la conocida como 'huevo de rey', solo cojo las comestibles. Jamás he tenido un susto porque lo que me llevo es lo que me enseñó mi padre y de ahí no me salgo, no me arriesgo», señala Pozo.
Precisamente ahí, en la prudencia a la hora de coger estos meses hongos, hace hincapié Del Piñal, más teniendo en cuenta que «el año pasado una persona murió y otra está pendiente de un trasplante de riñón tras haber consumido setas venenosas. Nos llamaron del Hospital Valdecilla para ver si les podíamos ayudar a identificar el hongo que habían comido», puntualiza el micólogo. Esa seta pudo ser Amanita phalloides, responsable del 90% de los envenenamientos mortales. También es conocida como oronja verdeé, canaleja, hongo de la muerte, oronja mortal y cicuta verde. Su apariencia es muy similar a otros hongos comestibles, de ahí su peligro. De hecho, 30 gramos de esta seta fresca son mortales para cualquier adulto.
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