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La presidenta del Parlamento de Cantabria, María José González Revuelta, abrió a principios de abril el procedimiento para reformar el reglamento de la Cámara. La popular dio a los grupos políticos con representación un mes de plazo para presentar sus propuestas en dos sentidos: las ... destinadas a modernizar el funcionamiento de los plenos para que los debates sean más ágiles y las que tienen que ver con las medidas de transparencia, que básicamente consisten en cambiar el reglamento para que los diputados estén obligados a hacer públicas sus declaraciones de bienes y actividades, como exige la ley regional en la materia. Aunque las formaciones han preferido no dar a conocer sus puntos de partida, ya han iniciado las conversaciones y esperan que ambos aspectos estén concretados antes de final de año.
Hay consenso -PP, PRC y Vox van de la mano y el PSOE es el que está poniendo más pegas- a trasladar los plenos ordinarios de los lunes a los viernes. La idea es acabar con las sesiones maratonianas actuales -algunas rozan las diez horas- y concentrar toda la actividad plenaria el viernes por la mañana. ¿Cómo se logrará? La opción más viable es que existan dos tipos de plenos, de tal forma que una semana se celebren los plenos de control al Gobierno y la siguiente semana los de impulso al Gobierno. O lo que es lo mismo, habrá una sesiones reservadas a que la oposición haga preguntas e interpelaciones a la jefa del Ejecutivo y sus consejeros y otra a las votaciones de leyes y proposiciones que sirven para instar al Gobierno regional a actuar en un sentido o en otro. Además, al celebrarse en viernes, los diputados defienden que tendrán más tiempo para preparar los asuntos durante la semana. Ahora, algunos lamentan que tienen que hacerlo en fin de semana, lo que «dificulta la conciliación familiar».
Los socialistas muestran sus dudas sobre este modelo. Consideran que reducirá «aún más» la actividad de la Cámara y dificultará el trabajo de control al Gobierno, que solo cada quince días responderán a las cuestiones. Por contra, el resto de partidos, con el PP a la cabeza, defienden el nuevo modelo y apuntan que servirá para «modernizar» el funcionamiento del Parlamento. Será «mucho más dinámico» porque permitirá aumentar el número de preguntas por sesión y se reducirán los tiempos de intervención de quien pregunta y quien responda, evitando que la conversación se desvíe hacia asuntos que nada tienen que ver con el tema principal. Otra ventaja que ven los defensores del cambio es que se acortarán los plazos de la tramitación de las preguntas e iniciativas. Ahora, desde que un partido las registra hasta que llegan al pleno pueden tardar hasta tres semanas, algo a lo que se quiere poner fin para que los debates estén más pegados a la actualidad.
En cualquier caso, la principal crítica del PSOE tiene que ver con el asunto de la transparencia, ya que observa «poco interés» por parte del resto de partidos en cambiar el reglamento para que las declaraciones de bienes de los diputados -los socialistas las cuelgan en su web- sean públicas.
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